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El Festival de Cine de Venecia se ha convertido en la mejor plataforma de las películas que quieren optar a los Oscar. El año pasado pasaron por aquí tres filmes que finalmente fueron nominados al premio de la Academia de Hollywood a la Mejor película (Roma, La favorita y Ha nacido una estrella) y este año hay otras tantas obras que quiere comenzar aquí su andadura por los galardones. La más esperada era Ad Astra, y lo era porque tenía la foto que desea cualquier certamen, la de Brad Pitt llegando y pisando la alfombra roja y haciendo enloquecer a hordas de fans.

El actor está en un momento dulce. Ha enamorado a todos con lo nuevo de Tarantino, que además ha sido un taquillazo, y con su productora Plan B, se permite realizar proyectos que estudios más grandes rechazan constantemente. Y eso es lo que pasaba con este filme de ciencia ficción, que ha levantado con mucho tesón y con la ayuda de Fox antes de su compra por Disney. Ahora mismo el estudio hubiera pasado de esta película porque no tiene nada de lo que ellos desean. Esta epopeya en el espacio tiene mucho de Moby Dick y poco de First Man.

Brad Pitt en Ad Astra.

James Gray bucea en los mitos para contar una odisea (espacial) que finalmente no es más que un hijo buscando a un padre, una respuesta, y también un sentido a su propia vida. Parece denso, pero Gray apuesta por la simpleza del relato y no tiene esa manía de la ciencia ficción actual de que todo parezca real y científico. Su apuesta visual es pura fantasía, y el que no entre no le va a dar la mano para que lo haga. En lo visual (desde la fotografía a la banda sonora y el excelente uso del sonido) es apabullante, pero su mensaje suena a ya visto, a antiguo, aunque Pitt se empeñara en la rueda de prensa en decir que es un filme que habla de esas nuevas masculinidades que ya no da miedo en mostrar en pantalla. Hombres hablando de sentimientos, de lo que piensan. Un filme que dividirá pero que deja claro que Gray siempre aporta algo.

Y la división que provocó Pitt la aprovechó Scarlett Johansson para colarse y llevarse la pantalla. No sólo ella, sino también Adam Driver, el coprotagonista de Marriage story, el peliculón que ha convertido a Noah Baumbach en el primer favorito por la Palma de Oro. De nuevo Netflix -como el año pasado con Roma- y de nuevo aplausos y abucheos a su logo. Cuando ha terminado la proyección no ha habido dudas, ovación cerrada a una película que estará en los Oscar y que debería llevar a Johansson y a Driver a cualquier premio.

Ambos están soberbios en esta disección que realiza la pluma de Baumbach, que escribe y dirige su filme más maduro y redondo. Una radiografía del final del amor, del proceso cansado de un divorcio que saca lo peor de dos personas que prometieron amarse y respetarse hasta que la muerte les separara. La película empieza como un filme romántico más, con ellos dos contando lo que les gusta de cada uno, pero a partir de ahí es la caída en barrena de la pareja hasta entender que aunque el amor puede haber espacio para el entendimiento.

El equipo de Marriage Story posa en Venecia. EFE

Baumbach no juzga, no toma partido. Muestra las miserias de ambos, también sus virtudes y escribe dos personajes deliciosos para estos dos actores que llegan a su cima en una discusión que agarra al espectador por el estómago y no le suelta hasta el final. Un filme que en su simpleza esconde un retrato despiadado del amor en la actualidad, en un país como EEUU y entre dos personas que trabajan en el mundo del cine y el teatro.

Por supuesto Baumbach no sacrifica sus toques de humor, lo que da aire al drama, y construye gracias a sus secundarios una trama muy interesante, una crítica al negocio de los abogados matrimoniales que se lucran sacando lo peor de cada uno y buceando en la mierda de gente que han vivido juntos. Algo que ejemplifica a la perfección el cínico personaje que borda Laura Dern, que tiene un monólogo sobre por qué a los hombres se les permite fallar pero las mujeres deben ser perfectas que ha levantado los aplausos del público a mitad de proyección.

Marriage story y Scarlett Johansson se comierion a Brad Pitt, que se llevó los flashes de los fotógrafos. Habrá que ver quién está en el palmarés final, pero de momento la de Baumbach ha ganado el primer puesto en el pistoletazo de salida en la carrera de premios.

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