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“Esa noche se podía escuchar la respiración de los espectadores cautivados, se podía sentir el escalofrío que atravesaba al público”. La frase es de Michelangelo Antonioni, el director de cine que siendo sólo un crítico de cine presenció el 7 de agosto de 1934 la revolución que supuso en Venecia la proyección del filme Éxtasis, de Gustav Machaty.

Era la segunda edición del certamen, y en aquella época el cine todavía tenía muchos tabús, y el sexo era uno de ellos. Así que al público le dio vueltas la cabeza cuando en una pantalla grande, en una Italia sumida en la dictadura de Mussolini.

La provocación fue doble, ya que el filme, que se llevaría el premio a la Mejor dirección, mostraba por primera vez el cuerpo de una mujer desnuda, pero también algo mucho más íntimo y que el cine ni había contemplado, el disfrute de ellas durante el sexo.

En un país regido por el fascismo, una mujer tenía un orgasmo en una pantalla de grandes dimensiones ante un público que no daba crédito a lo que veía.

La cámara del director mostraba su boca abierta, sus ojos entrecerrándose y sus brazos estirados y retorciéndose. No hay gemidos de placer, pero era evidente que Machatý estaba recreando el que sería primer orgasmo del cine. Para conseguir el rostro que quería de la actriz el realizador no dudó en colocarse debajo de la cama y pinchar con un alfiler en el trasero a Hedy Lamarr. Tácticas que en aquellos momentos eran normales, y con las que el director demostraba que usaría cualquier método por conseguir el plano que quería. El dolor y el placer se fundieron en un plano que ha pasado a la historia.

El primer orgasmo de la historia del cine.

Han pasado 85 años de aquella proyección, y el Festival de Venecia ha decidido que era un buen momento para resucitar ese momento en el que todo el público se estremeció con el placer de Lamarr. Éxtasis ha sido el filme elegido por el certamen para abrir, un día antes de la inauguración de la Sección Oficial, dos semanas de cine. Lo hará con una copia restaurada para la que se ha realizado un trabajo casi quirúrgico debido a las pocas copias disponibles en la versión checa, por lo que se ha tenido que recuperar a copias en otros idiomas para poder lucir el filme como nunca.

La protagonista de aquel momento único fue la actriz Hedy Lamarr, austriaca que triunfó en el mundo del cine, pero que además fue una reconocida inventora que participó en el descubrimiento del “espectro ensanchado para comunicaciones inalámbricas a larga distancia”, lo que muchos consideran uno de los precursores del actual WiFi. Su vida ha vuelto al interés público ya que Showtime prepara una serie sobre la actriz, a la que dará vida la Wonder Woman Gal Gadot.

El orgasmo de Hedy Lamarr.

Éxtasis cuenta la historia de Eva, una joven casada con un hombre mayor pero impotente al que pronto abandona. Decide volver a casa de su padre y pedir el divorcio. Allí es donde tendrá lugar la escena por la que pasó a la historia. Yendo con un caballo encuentra un lago y decide bañarse desnuda y dejar su ropa en el animal, que huye corriendo, provocando que ella le persiga para recuperar su vestido. Con quien se encontrará es con un obrero con el que por fin descubrirá el sexo, y por primera vez, el placer.

La película se estrenó comercialmente el 14 de febrero de 1933, pero tuvo muchos problemas por su contenido sexual y provocador. En Alemania no se estrenó hasta dos años después y tuvo que cambiar el título de Éxtasis por el de Sinfonía de amor. EEUU la calificó como ‘moralmente cuestionable’, y hasta la iglesia la condenó a través del Papa Pío XII.

No se lo tomó mucho mejor el marido de la actriz en aquella época, Friedrich Muandl,  polémico empresario de origen judío que se hizo rico vendiendo armas a los nazis. Cuando vio la película en la premiere lo consideró intolerable e intentó comprar todas las copias del filme para que no pudiera exhibirse. Lamarr no dudó en escapar de aquel matrimonio que fue una pesadilla para ella y huyó a EEUU, donde intentó continuar su carrera como actriz antes de destacar como investigadora, figura por la que muchos la reivindican para dejar claro que ella era mucho más que el primer orgasmo de la historia del cine.

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