‘La misteriosa muerte de Sandra Mozarowsky’ o cómo convertir ‘Hormigas Blancas’ en un true crime

En el año 1977, la actriz Sandra Mozarowsky había comenzado a despuntar en el cine, en especial, en ese que recibió la etiqueta de destape. Tenía solo 18 años, y una noche apareció inerte en pleno arcén, debajo de su propia casa. Presuntamente se había caído accidentalmente, o se habría tirado para quitarse la vida. Tres semanas después, en las que permaneció en coma, falleció.

Su muerte, así como su trayectoria, cayó en el olvido durante años. Hasta que comenzaron a surgir voces que la vinculaban con el rey emérito. Que sería su amante. Que estaba embarazada en el momento en el que murió, y que por eso se hablaba, incluso en la prensa, de su aumento de peso. Que quizá ese embarazo era el motivo por el que quería visitar Londres, donde tenía previsto trasladarse para, decía, formarse como actriz. Una actriz tradicional, de las que no necesita quitarse la ropa por exigencias del guion.

La vida, y en especial, la defunción de Sandra ha sido el eje del estreno de Documentos TEN, el nuevo programa de Fabricantes Studio para el canal TEN (tras Ni que fuéramos Shhh), y que ha tenido como plato fuerte el documental La misteriosa muerte de Sandra Mozarowsky.

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Hay que recordar que Fabricantes Studio es la actual productora de Óscar Cornejo y Adrián Madrid, antaño directores de La Fábrica de la Tele. Y lo que hemos visto esta noche de jueves tiene el sello de aquella productora que tantos contenidos dio a Telecinco en su era dorada, en especial, del mítico Hormigas Blancas, tanto por el documental como por el debate previo y posterior.

Chema Garrido, habitual de Ni que fuéramos Shhh, y que tiene el haber de conseguir varios minutos de oro del formato de corazón, ha ejercido de maestro de ceremonias del programa en sí, tanto del debate como de La misteriosa muerte de Sandra Mozarowsky. Y en ambas partes ha estado acompañado de figuras como Chelo García-Cortés o Juan Luis Galiacho. 

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Para contar la historia de Sandra, Fabricantes Studio ha tirado de la fórmula de Hormigas Blancas. Contar su vida intercalando todo tipo de declaraciones en revistas y recortes variados. Eso sí, no había una única voz que narrase esos textos, sino varias, con una femenina para trasladar al espectador la personalidad de la joven Sandra.

Pero lo que se nos estaba contando era la posible historia de un crimen, porque en todo momento se pone sobre la mesa la posibilidad de que Sandra no se muriese, sino que la mataran. Por ello, se giró todo el contenido a ese género que ahora está tan en auge como el true crime, con recursos habituales en este tipo de producciones.

Imagen del debate de 'Documentos TEN'.

Así, Chema Garrido aparecía delante de un micrófono y con grandes auriculares, al más puro streamer, para contar algunos datos de Sandra que guiaban a esos recortes de prensa y que se intercalaban con declaraciones de personas que conocieron su historia (Galiacho, Chelo García-Cortés, Juan Rada) o que lo han investigado a posteriori (Javier Chicote).

El programa ha presentado un gran ramillete de datos, y, con cada uno de esos datos, lanzaba preguntas al aire, difíciles de responder. Como esas contradicciones de si en la casa de Sandra estaba su padre solamente, o si también su madre. Si pudo perder la vida cayendo de una altura tan relativamente pequeña, si esconde algo ese extraño epitafio en la tumba (Quiero dormir un rato. Un rato, un minuto, un siglo. Pero que todos sepan que no he muerto), si Bárbara Rey pudo temer en algún momento acabar con ella.

“¿Caso cerrado, sí o no?”, ha preguntado Chema Garrido a todos sus invitados, tanto presenciales como virtuales. Y cada uno, de manera individual, ha respondido que no. Y él mismo ha admitido que termina con más incógnitas que cuando empezó la documentación para programa.

Documentos TEN ha dejado un estreno ameno, curioso, interesante, que puede conseguir que otros medios se fijen en la programación de este canal de la TDT. Y que, además, resulta valiente por su hora de emisión, a partir de las ocho de la tarde y alargado hasta algo antes de las diez de la noche, demostrando que no hay que relegar los programas de estreno al prime time a horarios imposibles.