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Este miércoles 16 de octubre, a las 22:45 horas, llega la cuarta temporada de Mask Singer. El 'talent show' regresa con Arturo Valls al mando y con los Javis, Alaska y Ana Milán como investigadores. 12 son las máscaras que se verán a lo largo de las galas y una de ellas será la que suceda a Gorila (Fernando Morientes) y a Ratita (Ana Torroja) como la ganadora del formato de Fremantle.

BLUPER ha podido entrar en los talleres de la cuarta edición, conociendo cómo se confeccionan las máscaras de Panda, Corazón y Aguacate. El programa tiene distintas factorías, dos en España y una en Portugal, donde se realizan de manera artesanal los trajes y máscaras que porta cada famoso. Como en las anteriores temporadas, Cristina Rodríguez y Raúl Madrid se encargan de los diseños.

En esta ocasión, las 12 máscaras, además de Aguacate, Corazón y Panda, son Churros, Helado, Hipopótamo, Mosca, Oveja, Palomitas, Patita de goma, Rinoceronte y Tiburón. Un proceso de elaboración arduo en el que ni siquiera el equipo de vestuario o diseño sabe quién se esconderá detrás de esos disfraces. "Comenzamos a elaborar los trajes entre cuatro o seis semanas antes de saber las medidas de la persona que va a ir dentro", explica Juan, uno de los trabajadores del taller a este periódico.

"Nunca nos revelan quién va a estar dentro. Antes de ajustar con las medidas, hacemos una media. Por ejemplo, alguien de 1,80 metros, a sabiendas de que habría que ajustar el traje 20 centímetros para abajo o 10 centímetros para arriba. Es esencial, sobre todo por el tema de las sujeciones como arneses y demás. Siempre dejamos margen en cada traje. Lo mismo con el calzado, hacemos una talla grande de pie de 45 o 46, pero que luego se puede ajustar al tamaño de cada famoso", prosigue.

La confección de cada traje requiere tiempo. Por ello, los talleres elaboran paralelamente los diseños de distintas máscaras. En el momento de elaboración de este reportaje, los trajes de Panda, Corazón y Aguacate estaban en proceso de elaboración simultáneo. "Trabajamos simultáneamente con las máscaras. Comenzamos hace unas seis semanas. En total, suelen llevar unas ocho o diez semanas de media terminarlas", detalla Juan.

Bocetos de las máscaras de esta cuarta edición de 'Mask Singer'.

“En el equipo de trabajo, somos entre ocho y diez personas. Va variando un poco siempre, dado que hacemos otro tipo de trabajos de escenografía. Eso nos obliga a rotar. Pero suele ser ese número de trabajadores los que se encargan”, añade el diseñador.

El secretismo es máximo. De hecho, son muy pocas las personas las que conocen las identidades de las personas que se ocultan tras los disfraces. Justo al lado del plató, hay una especie de camerinos convertidos en pequeños búnkeres en los que cada famoso puede quitarse la máscara y descansar.

En dicha área, ninguno de los famosos puede salir salvo por motivos excepcionales. En ese caso, lo harán con el característico casco y la sudadera de "no hables conmigo". En estos pequeños búnkeres, las 'celebrities' tienen todo a su disposición y solo pueden entrar el respectivo representante, una persona de producción, de vestuario y de maquillaje.

Imagen de los talleres de las máscaras de la cuarta temporada de 'Mask Singer'. Fremantle/Atresmedia

Se busca así preservar las identidades de cada famoso y evitar posibles filtraciones. También, es necesaria una minuciosa labor de coordinación para que personajes populares muy dispares coincidan en un mismo sitio sin saber que lo hacen. "Toca grabar un día y, por ejemplo, hay que juntar en un mismo sitio a Paula Echevarría, Isabel Preysler y Josep Pedrerol [antiguos concursantes del 'talent show']. Todos tienen sus propias agendas y toca hacer malabares para evitar sospechas", señalan desde el grupo Fremantle.

La labor de los famosos no es fácil. Antes de las actuaciones, hay ensayos. En estas pruebas, las 'celebrities' deben mantener su identidad oculta tanto frente a Francis Viñolo, coreógrafo del programa, como Carlos Marco, quien ayuda a cantar a las máscaras. Para evitar revelar sus identidades a estos profesionales, existe la figura de Mario Briongos, actual CEO de Fremantle, quien hace de enlace entre los famosos y los encargados de coordinar el baile y la voz.

Aunque Cristina Rodríguez y Raúl Madrid diseñan los trajes, después está el desafío de darles vida. "Se parte de unos bocetos. Están también varios dosieres con indicaciones. Además, los diseñadores nos envían audios con instrucciones. Vamos tomando nota. Luego está una fase muy importante, que es cómo adaptar lo que se dibuja a la anatomía de una persona y que tenga sentido", comenta.

Imagen de los talleres de las máscaras de la cuarta edición de 'Mask Singer'.

"Un problema muy habitual es que los trajes suelen ser más grandes que una persona. Hay cosas como los brazos que deben aparecer por algún sitio. Fue en el caso del Aguacate, que tuvimos que modificarlo para darle mayor dinamismo a los brazos y que tuviese mayor expresividad y movilidad. Buscamos que los materiales sean muy ligeros. Aunque ha habido veces en los que hemos tenido trajes que pesaban mucho porque no había manera de aligerarlos", reconoce.

De la misma forma, cada traje es un mundo y la manera en la que pueden ver los famosos depende del diseño. En algunos casos, ven desde los ojos de la máscara. En otros, desde la boca o incluso desde el cuello. "Cada disfraz pide una solución diferente", concluye.