Mala Rodríguez lleva una buena racha en Bailando con las estrellas. Tras la quinta gala y la sexta estando en la zona de peligro, la rapera despuntó en la séptima gala, obtenido su mejor puntuación hasta el momento con un foxtrot. En la octava, la gaditana demostró que iba en serio a la hora de buscar ganar el concurso, al despuntar con un tango argentino. Ahora, la jerezana consigue causar sensación con un quickstep.
Junto con su inseparable compañero de baile y maestro, Álvaro Cuenca, han ido compenetrándose más en cada nueva gala. En esta novena gala, la rapera tuvo que enfrentarse a un estilo de baile que no le llamaba mucho, el quickstep. Ya en la semana de ensayos, Mala Rodríguez mostraba que no captaba del todo la esencia del baile. “¿Pero de qué época es?”, se preguntaba, temiendo el momento en el que le tocase enfrentarse al jurado.
A pesar de no gustarle mucho el quickstep, la rapera dio lo mejor de sí al bailar It’s a Beautiful Day de Michael Bublé. Mostrando profesionalidad ante un estilo con el que no se sentía muy cómoda, el jurado ha valorado muy positivamente que haya defendido su número y haya ido a por todas. Por ejemplo, Julia Gómez valoró mucho su esfuerzo, reconociendo cómo la gaditana ha hecho todo lo posible para mejor su postura de pies, algo que justo el jurado le ha llevado pidiendo desde hace varias semanas.
El resultado total fueron 40 puntos, obteniendo dos 9, dos 8 y un 6. Consiguió la cuarta mejor puntuación de la velada, quedándose por detrás de los 50 puntos de Adrián Lastra (quien obtuvo un pleno de 10 por parte del jurado), los 47 de María Isabel y Athenea Pérez y coincidiendo en puntuación con Elena Tablada. Sin embargo, la diseñadora de joyas fue enviada a la zona de peligro por parte del público, lo que le llevará a enfrentarse a Miguel Torres.
El repescado de la gala tuvo un sonado tropiezo con un pasodoble rockero que no convenció al jurado y que provocó que tuviese un momento excesivamente tenso con Antonia Dell’Atte, obteniendo tanto la peor puntuación del jurado como el que el público le llevase a la prueba de expulsión, que será al inicio de la décima gala, en la que se decidirá si es el exfutbolista el que debe marcharse o la diseñadora de joyas.