El fallecimiento de Paco Arévalo copó una buena parte de la escaleta de Y ahora Sonsoles, como casi todos los programas a lo largo de este jueves. El espacio, que ayer estaba pilotado por Rebeca Haro, siguió de cerca las reacciones que se producían en torno al tanatorio de Valencia en el que descansaron los restos mortales del cómico.

Para hablar de su trayectoria profesional y de su vida personal, el magacín contó como tertulianos a Nieves Herrero, Ángel Antonio Herrera, Paloma Barrientos, Valeria Vegas y Francisco. Precisamente, este último hizo una serie de declaraciones por las que tuvo que saltar la presentadora que sustituía a Sonsoles Ónega. 

"Tenía esta entrevista desde hace muchos días porque no quiero que nadie piense que he venido para aprovecharme", avisó en su primera intervención. Luego contó que conoció a Arévalo en 1978 porque tenían el mismo representante. "Acabábamos de salir de la dictadura, donde no se podía decir nada, igual que hoy", dijo.

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Francisco, después, entró a valorar los polémicos gags que utilizaba Arévalo que antaño triunfaban, pero que hoy traspasarían completamente los límites del humor. "Eran muy valientes esos cómicos como Paco, por llevar la comicidad y contar chistes que nos hacían reír a toda España. Reírnos con ellos, no de los personajes que interpretaban. De los gangosos, de las mariquitas... Sin intención de hacer daño a nadie, de hecho, nadie se sentía ofendido en aquella época", opinó.

"No se puede juzgar con los ojos del presente algo del pasado", espetó Vegas, mientras que Herrero pidió que matizase lo que había dicho sobre la censura que, bajo su criterio, existe hoy. Pero más allá de suavizarse, Francisco fue más allá. "Los monólogos que escucho hoy son atroces, nada que ver con lo simple y lo bien que lo hacían los cómicos como Arévalo, Eugenio o Gila", aseguró el veterano artista.

"En los ochenta hemos vivido una explosión cultura que, sin hacer daño a nadie, podíamos hablar y decir lo que quisiéramos. Hoy, no", insistió de nuevo Francisco armando un enorme revuelo en plató. "Vaya", soltó Herrero. Rápidamente, Rebeca no quiso dar alas a este debate. "Igual tampoco es el día de hablar de eso". Fue entonces cuando se cambió de tercio, y Ángel Antonio Herrera puso sobre la mesa los famosos cassettes que grabó Arévalo y que se compraban en las gasolineras.