José María Carrascal, un marinero en tierra
Corresponsal en Berlín y Nueva York, regresó a España a finales de los ochenta y su rostro se convirtió en uno de los más populares de los telediarios.
Aunque nacido en El Vellón, localidad situada en la Sierra Norte de Madrid, José María Carrascal siempre fue un enamorado del mar, o como él decía, un marinero en tierra.
La imagen que viene a mi cabeza, antes que sus corbatas de colores imposibles, es su jersey de cuello alto y su chaqueta blazer. Parecía que acababa de desembarcar de un viaje por esos mares que ahora de nuevo surcará. ¿El motivo? En 1947, junto a su familia, se trasladó a Barcelona y allí comenzó sus estudios, primero de Filosofía y después la carrera de Náutica, que fue la que le amarró.
Realizó viajes de prácticas en el vapor "Vizcaya". Gracias a esto tuvo la oportunidad de conocer mundo y llenarse de vivencias. Mientras, sus estudios de Filosofía le ayudaron a saber más sobre la vida.
En mi etapa de más de 30 años en ABC tuve la oportunidad de conocerlo en diversas ocasiones y, puedo asegurar que no es peloteo, al momento descubrí a una persona sencilla y cercana como los hombres que han estado en contacto con el mar con la sola compañía de las estrellas.
Transparente, simpático y con un peculiar sentido del humor. Carrascal era un profesional como la copa de un pino. Puntual en sus entregas que en ocasiones no necesitaba que se mandara un mensajero a recoger -internet ha facilitado las cosas-, sino que las llevaba él "en persona personalmente" como diría Catarella, el personaje creado por Camilieri para su serie de novelas sobre El Comisario Montalbano.
Me sorprendía que un hombre, un periodista como él que nos contó la llegada del hombre a la Luna, que estuvo en Berlín y que incluso tuvo una entrevista personal con Ronald Regan, no alardeara en sus charlas (pequeñas joyas) de todo lo que había hecho.
Recuerdo que en el calendario de eventos había una tarde noche que revolucionó la redacción: era la noche de los Cavia. Los redactores becarios observábamos a través de un ventanal la llegada de todos los invitados. Todos con sus esmóquines y sus pajaritas para la entrega que se iba a celebrar.
Él, antes de la ceremonia, se daba una vuelta por la redacción junto con otros invitados y siempre tenía una palabra amable y un guiño a aquello que en ese momento teníamos en la pantalla. Era, la mayoría de las veces, las prisas a la hora del cierre de la primera edición, pero su amabilidad y simpatía hacían detener el tiempo.
Recuerdo que en mi primer viaje a Nueva York tuve la osadía de llamarle para que me recomendara lugares y lo hizo de mil amores. Hace unos años, con motivo del aniversario de Antena 3, le pedí que escribiera un pequeño texto para BLUPER. Lo aceptó sin rechistar y contó con una gran ternura -yo diría que emoción- como, desde su atalaya de presentador de la primera emisión regular de Antena 3 en 1990, fue testigo del nacimiento de esta cadena.
José María Carrascal, un profesional perteneciente a una generación irrepetible. Ese periodista que llegó de Estados Unidos con una mirada clara y limpia en contraste con sus corbatas de colores imposibles. Estuvo trabajando cumpliendo con los lectores de ABC -su último artículo lo envío el pasado martes-.
Así era y así será siempre este periodista que no le gustaba contar batallitas como el Capitán Tan de los Chiripitifláuticos de la prehistoria de TVE y, que entre sus magníficos libros, se encuentra uno de mis favoritos: El mundo visto a los 80 años... ¡Buena travesía, capitán!
* Carmen Aniorte es periodista especializada en televisión con 32 años de experiencia en RNE y ABC. Aunque comenzó con cine, las míticas '625 líneas' y 'La carta de ajuste' la cautivaron.