Tras tres años de trabajo, este miércoles ve la luz en Movistar+ los dos primeros episodios de la serie La mesías, creada por Javier Calvo y Javier Ambrossi. “La serie de la que todo el mundo habla y que todavía no se ha estrenado”, apuntaba Pablo Motos para introducir el tema y recibir a Los Javis como invitados de El Hormiguero.
Javier Calvo bromeaba con cómo con esta serie “se han hecho mayores”. “Llevo montando esta serie dos años, dos veranos, se me está pasando la vida y por fin la va a ver el mundo”, comentaba. La mesías narra la historia de una madre que cree que le habla Dios y encierra a su familia, provocando traumas a unos niños que tendrán que sanarlos cuando sean adultos.
La serie ya se pudo ver en el pasado Festival de San Sebastián. “Hicimos un pase de los siete capítulos del tirón, ocho horas, y la gente se quedó a verla entera. Estaban mis padres de topos”, bromeaba Calvo.
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La mesías la han definido como “un thriller a nuestra manera”, una especie de “Mujercitas dark”, “a Igual que La llamada fue un musical a nuestra manera, Paquita una comedia a nuestra manera y Veneno un bipic a nuestra manera”. Esta ficción, que bebe de numerosas historias reales, “habla del dolor y de los secretos que guardamos desde la infancia. Habla de una madre que se le va la cabeza en un momento dado y decide encerrar a toda su familia”.
Esas historias reales de las que beben son las de “familias en la que los padres deciden por lo que sea que sus hijos no van a conocer el exterior, padres que se creen los dueños de sus hijos. Tiene cosas reales que hemos volcado de nuestras experiencias y de casos reales”, detallaban los invitados.
“El arte de alguna forma salva a las personas que están encerradas. Y el arte salva a estas niñas”, aseguraba Javier Calvo, aunque pretendía no contar más de la cuenta para no destripar la serie. Al ser preguntado por la religión y los fanatismos religiosos, Ambrossi defendió que cada cual crea lo que estime oportuno. “La serie habla de la libertad de creer. Pero otra cosa es colocarse en un púlpito e ir contra el débil, que es lo que hace esta madre”, reflexionaba. Así, definió La mesías como “una reflexión sobre el dogmatismo y el fanatismo que no lleva a nada. Tenemos que trabajar la empatía desde la ficción, desde la vida, mirarnos, comprendernos y cuidarnos”.
Ambrossi también explicó que a él la religión le ha marcado mucho. “He ido a un cole que era religioso y como niño gay estar en un colegio en el que te señalan, y dicen que lo que tú eres es pecado y tus deseos dan asco eso, eso no me lo he quitado de encima. Escribir y dirigir me ayuda a estar más ligero, pero no tengo una relación sana con el sexo porque tengo una tormenta interior. Todavía veo un grupo de adolescentes y todavía tengo miedo y tengo casi 40 años. Lo que te pasa en la infancia lo arrastras toda la vida”, se sinceraba. “Es difícil desaprender lo que nos han impuesto”, añadía Javier Calvo al respecto.
Para llevar a cabo la serie han tenido que grabar con muchos niños, y en ese sentido valoran haber tenido “una suerte enorme” por el compromiso que tenían. Algunos de los jóvenes actores, con cuatro y seis años, le decían que no habían hecho bien una escena y pedían consejos. Así, contaron cómo una niña pidió un espejo para imaginarse que tiene la varicela, y cómo lograron que un niño actor, que tenía miedo a la lluvia, consiguiese hacer una toma corriendo bajo el agua. “Me dijo: lo hago porque confío en ti. Ese es el trabajo de un director. La gente está contigo porque confía en ti y confían en tu historia”, añadían.
Al ser pareja y también trabajar juntos, Javier Calvo y Javier Ambrossi reconocían que en el pasado discutían en los rodajes, como por ejemplo, en la tercera temporada de Paquita Salas. “En Veneno y la mesías no discutimos nada”, desvelaban. Sobre esto, Javier Ambrossi contó cómo, al principio, se sentía mal cuando Calvo brillaba en algo y él quería hacerlo también, “y no le daba espacio a él ni a mí. Y poco a poco me di cuenta de que tenía que enfocarme en lo que sé hacer bien. Aprendí a valorar lo que él hacía y a brillar yo”. “La clave cuando trabajas en pareja es saber en qué el otro es mejor y en vez de competir, atesorarlo y pensar: voy a aprender de ti y voy a dejarte que brilles”, terminaba Calvo.