Segundas partes (o terceras) nunca fueron buenas. Televisión Española puso fin este jueves a uno de los culebrones de cada año por estas fechas haciendo oficial la vuelta de El Grand Prix. El mítico programa que presentaba Ramón García a finales de los noventa y que enfrentaba a dos pueblos en diferentes juegos será la apuesta de La 1 para su programación estival. La Corporación aprobó la producción de siete entregas por un presupuesto de 3,8 millones de euros. O sea, cada programa tendrá un coste de una cantidad superior a medio millón de euros.
El formato regresa con cambios sustanciales. El más relevante es la ausencia de la vaquilla, que podría ser sustituida por un falso dragón. El animal protagonizaba los juegos más espectaculares (y polémicos). Los concursantes de los dos pueblos que se enfrentaban tenían que lidiar con él en la plaza de toros, que tampoco estará. Hoy día, con la Ley de Bienestar Animal esto sería imposible. Pruebas como Los Sumos, Los bebés golosos, La vaca pichichi o La Caperucita y el lobo desaparecerán. Otras como La cucaña, Los Troncos Locos, Los bolos y La patata caliente sí podrían tener cabida.
Otra de las incógnitas que generan esta nueva etapa de El Grand Prix es si Ramón García será su presentador. El bilbaíno dio la sorpresa hace un año anunciando con Ibai Llanos que iban a recuperar el formato. Sin embargo, el proyecto no llegó a salir adelante por su elevado coste. Ahora bien, lo cierto es que Ramontxu siempre ha estado en contra de que el espacio regresara sin vaquilla, aunque ahora la conocida Ley Belarra obliga a hacerlo. "Era el programa de la vaquilla, no el de los troncos locos. El logotipo era la vaquilla. Si la quitas, El Grand Prix se convertiría en otro programa, un un programa de juegos, que de esos hay miles", dijo en una entrevista para Ecoteuve en 2019.
El Grand Prix fue uno de los espacios que mayores datos de audiencia dieron a La 1 primero, y a los canales de la FORTA después. El efecto nostalgia ha hecho que la nueva cúpula de RTVE diera el paso a rescatar este formato después de 15 años. Pero, ¿aciertan los directivos de la cadena pública dejándose llevar por la fiebre revival? Muchos creen que se trata de un formato caduco y que los programas familiares de entretenimiento han experimentando una evolución que nada tiene que ver con el Grand Prix que arrasaba en las noches de verano en La 1. Eran tiempos, por cierto, en las que las privadas pasaban por apostar por estrenar formatos en verano.
Pues bien, existe un precedente que demuestra que la apuesta de los directivos de TVE es arriesgada. Juegos sin fronteras fue el 'Grand Prix' europeo de Mediaset España. Presentado por Lara Álvarez y Joaquín Prat, versionó la mítica competición europea entre distintos pueblos del continente emitida entre 1988 y 1992 en TVE. Sin embargo, el grupo audiovisual nunca confió en el producto y lo relegó a su plataforma de pago Mitele PLUS a principios de 2020.
En plena pandemia, la compañía decidió 'sacar del cajón' el programa. Coincidió con un momento en el que las cadenas necesitaban ahorrar debido a la crisis económica que provocó el coronavirus. Pero Juegos sin fronteras no llegó a cuajar en Telecinco. Tras una puesta de largo prometedora con un 12,4% y 1.973.000 espectadores, el programa cayó por debajo de los dos dígitos en su segunda semana (9,6%), muy lejos de su rival, Maestros de la costura (16,9%), lo que hizo que la cadena lo retirara de la parrilla ante el inminente estreno de MasterChef en La 1. La audiencia se aburrió con pruebas sosas y con una realización que le faltaba ritmo.
Las seis entregas de 140 minutos se grabaron en 2019 en los míticos estudios Cinecittà de Roma. España compitió contra Italia, Alemania, Grecia, Rusia y Polonia. Ciudad Rodrigo (Salamanca), Mérida (Extremadura), Monforte de Lemos (Lugo) y Astorga (León) fueron los pueblos que representaron a nuestro país.
En conclusión, está claro que todos nos alegramos por la vuelta del programa "del abuelo y del niño", pero TVE tiene entre manos una misión complicada. Para que el nuevo Grand Prix tenga éxito, debe reunir público de distintas generaciones y crear un evento en torno a él. Los juegos tienen que ser frescos, dinámicos y divertidos para que así el espectador conecte y se enganche a ese espíritu de pueblo que cada verano invade nuestros corazones.