Detrás de las lágrimas en su saludo a Ana Rosa Quintana el día de su vuelta a la televisión tras once meses alejada de las cámaras para tratarse un cáncer de mama, había algo más que un sentimiento de cercanía con la enfermedad. El consejero delegado de Mediaset España, Paolo Vasile, ya sabía que estaba ante sus últimas en el grupo.
Y es que hace ya tres años, el italiano comunicó a Italia que quería regresar al año siguiente a su país. Le pidieron que se quedara. Sin embargo, la pandemia le obligó a aguantar dos años más al frente del grupo. Por eso, una vez superada, tocaba elegir el mejor momento para anunciar su salida.
En Fuencarral sabían desde hace un par de semanas que sería en breve tras presentar los resultados trimestrales. Sin embargo, esa prensa que tanto ha detestado en los últimos años se le adelantó y Media For Europe (MFE) tuvo que salir al paso con un comunicado negando que hubiera despedido a Vasile como CEO de Mediaset España.
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Y así es. La realidad es que se marcha tras, efectivamente, haber conseguido unos resultados de gestión en 23 años que "son únicos y extraordinarios". Y es que si hay una palabra que mejor ha definido la gestión de Vasile al frente de Telecinco primero y, Mediaset después, ésa ha sido rentalibidad.
La otra ha sido polémica. Porque aunque durante muchos años a Telecinco se le conoció como "la cadena amiga", también ha generado una fuerte corriente de antipatía, que se ha hecho evidente cada vez que ha protagonizado algún tipo de polémica. Y controversias ha habido muchas a lo largo de los años. No obstante, tres han destacado por encima de otras: las fugas de anunciantes con el caso La Noria; el caso del presunto abuso sexual en GH Revolution y la Operación Deluxe.
Objetivo: liderar las audiencias
Pero, como decía Thomas Harris en Hannibal para entender el final hay que acudir al principio, vayamos al inicio de su gestión. Vasile llegó a Telecinco en 1999 después de que su mujer le convenciera de que aceptara el encargo que le había hecho su amigo, Silvio Berlusconi, de dirigir la filial española.
El italiano llegaba para sustituir a su compatriota Maurizio Carlotti, quien había conseguido alcanzar grandes audiencias, pero no el liderazgo. Así que el objetivo estaba claro: intentar convertir a la cadena en líder. Y Carlotti le había dejado precisamente un formato que estaba llamado a romper los audímetros y que, a la larga, terminaría sirviendo para hacer girar de forma exitosa el modelo de Telecinco hacia la telerrealidad y el corazón: Gran Hermano.
Y es que el formato de Zeppelin supuso un punto de inflexión no solo en nuestra televisión, sino en la sociedad. Cualquiera podía ser famoso. Y como ejemplo de ello, la imagen de los tres finalistas de la primera edición del reality sorprendidos al ver que protagonizaban las portadas de las principales revistas del corazón.
Vista su rentabilidad, dado que esos nuevos personajes no tenían el caché de los clásicos famosos, poco a poco la parrilla del canal empezó a llenarse de realities y programas del corazón. Y más cuando esos programas retroalimentaban a otros. Era una jugada maestra. Pero, además, Vasile encontró otra fórmula para hacer esos programas aún más rentables: las productoras de confianza. Fueron así naciendo Mandarina Producciones, Bulldog TV y, por supuesto, La Fábrica de la Tele, la joya de la corona.
Llegamos así a 2009 cuando, en medio de una crisis por haber dado de lado al corazón y haber cancelado Aquí hay tomate, Vasile decidió que ya había dado una oportunidad a otro modelo de televisión y lo mejor era volver a lo que mejor sabían hacer.
Así nació Sálvame, el que ha sido su mayor buque insigna durante los últimos trece años. Nacido en marzo de aquel año como un debate nocturno para comentar el reality Supervivientes, sus buenas audiencias hicieron que se convirtiera en un magacín diario presentado por Jorge Javier Vázquez y Paz Padilla.
En apenas unos meses, el formato consiguió arrasar en las tardes y, como 'quién gana la tarde, gana el mes', ayudó a Telecinco a liderar tras la crisis que empezaba a vivir La 1 de RTVE. Pero, además, tal y como sucediera con Gran Hermano, terminó cambiando la televisión.
Los colaboradores empezaron a convertirse en los protagonistas y sus historias eran las que realmente importaban a los espectadores. De simples mediadores o polemistas, los colaboradores pasaron a convertirse en participantes de reality. Y así, el público ha ido decidiendo quién se quedaba y quién se levantaba de la silla a través de su mando a distancia. Y los votos se han ganado dando juego y creando polémica. Una vez más, controversia y rentabilidad de la mano.
Las fugas de anunciantes
Sin embargo, aunque Vasile siempre defendió que "no se hace un programa para que te denuncien, ni se deja de hacerlo porque te pueden denunciar. Si vas al límite de velocidad, te mandan la multa y la pagas", hacer una televisión que pisaba la línea continua tuvo sus consecuencias.
Y es que, más allá de las grandes multas de la CNMC a las que ha tenido que enfrentarse Mediaset España en los últimos años, el grupo ha tenido que resolver grandes crisis que han amenazado con llevarse por delante su más que controvertido modelo de televisión.
Una de ellas fue el caso de La Noria. El programa de Telecinco pagó entre 9.000 y 10.000 euros por una entrevista a la madre de El Cuco, el menor implicado en la desaparición y muerte de Marta del Castillo, y aquello desató un movimiento en redes sociales que terminó con la fuga de sus anunciantes y su posterior cancelación.
Sin embargo, salvar de forma efectiva aquella crisis, hizo que Vasile ganara la batalla al consejero delegado de Publiespaña, Giuseppe Tringalli, quien defendía en Italia que no podía vender publicidad con ese modelo de televisión, y se le nombrara sustituto en el cargo del área comercial del grupo.
No obstante, en 2019 se producía un nuevo caso de fuga de anunciantes que a la larga ha terminado contribuyendo a la crisis del canal. Y es que a finales de aquel año, las marcas abandonaron GH VIP al publicarse nuevas informaciones sobre el presunto abuso sexual a Carlota Prado dos años antes en GH Revolution.
Pero la cosa no se quedó ahí. Ante la amenaza que suponía este caso para la producción de la nueva edición de GH DÚO, cuyo estreno estaba previsto para enero de 2020, Mediaset España decidió cancelar temporalmente dicho reality, pasar La isla de las tentaciones de Cuatro a Telecinco y adelantar el estreno de Supervivientes al mes de febrero.
Aquella jugada le terminó saliendo perfecta ya que las Tentaciones se convirtió en el formato revelación de la temporada y la pandemia del COVID hizo que Supervivientes fuera el único gran programa en antena, disparando aún más sus datos de audiencia.
Sin embargo, a la par, el juicio de GH Revolution se retrasaba, lo que obligaba al grupo a seguir manteniendo en barbecho la marca Gran Hermano ante la negativa de los anunciantes a promocionarse en un programa con un caso así pendiente. Tanto es así que, incluso después de anunciar la octava edición de GH VIP para otoño de 2021, Mediaset tuvo que dar marcha atrás, cancelar su producción y apostar por Secret Story, un reality a imagen y semejanza de Gran Hermano, pero sin dicha marca.
Sin embargo, este nuevo formato de telerrealidad no obtuvo ni por asomo los datos de GH, lo que unido al mal momento de Sálvame, llevó a Telecinco a una importante crisis de audiencias, que ya se extiende en el tiempo durante un año, algo nunca visto.
Ya este año, la última de las polémicas con las que se va Vasile tiene nombre: la Operación Deluxe. En medio de sus horas más bajas en audiencia y con la fusión con Mediaset Italia en el aire, saltaba la noticia de que la justicia investigaba a su formato estrella por presuntamente haber espiado a famosos. Sin embargo, éste será ya uno de los problemas a los que tendrá que enfrentarse la nueva directiva. No obstante, también le servirá para justificar un necesario cambio de 180 grados en su modelo.