"No es que quiera acabar con la prensa cinematográfica, quiero que hagan mejores preguntas y valoren el inmenso trabajo que hay detrás", tuiteaba hace ahora casi dos años el cineasta Paco Cabezas al compartir una entrevista en la que hablaba de la relación tóxica que existe entre directores y periodistas/críticos.
Abría así el debate sobre las entrevistas promocionales, donde se puede encerrar en una habitación durante doce horas a un actor o director para conceder entrevistas en los famosos junkets, un formato donde los periodisas se reparten apenas unos minutos para hacer preguntas. Para Cabezas, esto era surrealista. Para la prensa, también.
Aquello abrió el fuego cruzado entre el cineasta y algunos periodistas. Sin embargo, lejos de pasar por alto la polémica, en las entrevistas promocionales de La Novia Gitana, que se estrena este domingo 25 de septiembre en ATRESplayer PREMIUM, Cabezas volvía a poner en evidencia lo surrealista del asunto.
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"Deberíamos tener más tiempo. Esto parece una subasta de móviles", decía el sevillano al ver las grabadoras de los teléfonos de los cinco medios que se sentaban a compartir unos veinte minutos con él y con la protagonista de la adaptación de la novela de Carmen Mola, Nerea Barros.
¿Cómo se enfrenta uno a la responsabilidad de llevar a la pantalla un fenómeno como ha sido la trilogía de Carmen Mola?
Yo ví una película que me impactó de pequeño que se llama El Silencio de los Corderos. La ví con nueve años, cosa que no debería, y me fascinó. Y cuando leí La novia gitana, tuve ese mismo impacto de que había una historia muy bien contada y que podía ser una especie de semilla que podía plantar y convertir en algo todavía mejor. Llevaba mucho tiempo buscando un proyecto con el que pudiera utilizar todo lo aprendido en Penny Dreadful o en Fear The Walking Dead. Para mí, por ejemplo, Adiós fue una puerta abierta para explorar ese mundo, acoger actores gitanos, hablar de un mundo más realista, el hacer bien de una puñetera vez en este país una escena de autopsia y que haya como tierra debajo de las uñas y pequeñas heridas. Cosas que a mí me fascinan, los pequeños detalles y, sobre todo, era una oportunidad para contar una historia que realmente sorprenda a la gente. Porque lo que mola de la serie es que es una escalera que va subiendo y que el octavo ya es la hostia. Estoy contento de haberlo podido contarlo y, además, con muchísima libertad creativa.
¿Es fiel a la novela?
Tiene que ser fiel y infiel a la vez. Lo bonito es que partimos de la trama de la novela, pero descubrimos nuevas cosas.
¿Cómo fue el proceso para elegir a un personaje tan icónico como Elena Blanco?
Me acuerdo que cuando buscamos a Elena Blanco todo el mundo tenía su idea, pero yo siempre tengo la obsesión de darle al público no lo que quiere, sino lo que necesita. Es decir, cómo sorprenderle de alguna forma. Me acuerdo que un día me vino a la mente Nerea Barros y yo ya sabía que era ella. Tengo un feeling, una intuición y algo te dice que ella es el personaje. Nerea es una energía que ella transmite, una fuerza. Esta actriz pertenece a mi universo y no sabes por qué. Es una cosa muy curiosa.
Hasta hace unos meses no sabíamos quién era Carmen Mola. Entiendo que a ti sí te lo dijeron ya que también son guionistas en la adaptación...
Sí. Yo no conocía la novela cuando me ofrecieron el proyecto porque he estado mucho tiempo viviendo fuera. No sabía quién era Carmen Mola y me dijeron: 'Vas a conocer a los autores'. Y luego ya formamos equipo. Y he de decir que fueron muy abiertos. Ellos venían de donde venían, de la tele, y entendieron que una cosa es una novela y otra cosa es una serie. Y entendieron que tenían mucho más tiempo para contar cosas de los personajes, para desarrollar, para cambiar.... Yo todo el rato quería cambiar cosas y fueron muy abiertos en ese sentido. A la gente que ha leído el libro le diría que se adentren en la serie porque se van a sorprender con un montón de cosas que no están en el libro y es una caja de sorpresas. Es como una caja rusa que en cada episodio te va descubriendo otra cosa. Y es como a mí me ha permitido desarrollar mi universo dentro de otro universo que no era el mío. Y qué suerte de poder contar el mundo gitano con actores gitanos 100%, no con un señor que dice que gitano pero no lo es. Y utilizar el flamenco en la banda sonora. Son cosas que para mí engarzan con lo que ya he hecho y que me permitió expresarme con actores.
¿Qué le diferencia de otras series del género?
No quiero comparar, pero una cosa que no se hace mucho en el cine español es hablar de los colores. La serie tiene una gama de colores. Les dije a los productores de ir a un montón de edificios abandonados, encontrar una gama de colores grisáceos, azules, marrones, y que toda la serie vaya en esos colores.
¿Hay algún guiño a El silencio de los corderos?
Sí. Yo soy un seguidor del género, desde True Detective a Mare of Easttown, y me encanta que las actrices fueran sin maquillaje, que se vea cada poro, cada arruga. Y en El silencio de los corderos hay una escena en el que se hace una autopsia a una chica en un mesa, pero nunca ves el cadáver. Ves las uñas con un poquito de suciedad, un roto. Y ahí hago un homenaje.
Se acaba de confirmar que habrá continuación con La red púrpura. ¿Te gustaría continuar o dar paso a otro director?
Nerea (Barros) no me deja irme. Me tiene secuestrado con una pistola. No puedo confirmar ni negar nada. Es cierto que tengo una agenda muy complicada y que me quieren de vuelta en The Umbrella Academy y en otros proyectos, pero para mí esto es un reto muy personal. Entonces voy a tratar de que si todo se confirma con la segunda, que parece que sí, darle mi sello.
¿Qué tiene La novia gitana para que hayas llegado a decir que es lo mejor que has hecho?
Es una cosa muy curiosa porque realmente los guiones parten del equipo de guionistas que la crearon. Sinceramente, no sé qué es. Pero es curioso cómo uno es más uno mismo viéndose reflejado en la obra de otro. Y eso pasa con Jonathan Demme en El Silencio de los Corderos. Hay elementos ahí que tú los coges, los haces tuyos y, de repente, te representan más que lo que ha salido de manera original tuya. Hay cosas en la creación artística que prefiero no hacerme una pregunta racional, sino que sea una pregunta que sale de aquí, de lo orgánico y mejor no racionalizarlo.
¿Crees que también ha sido bueno el timing de que te llegara en este momento de tu carrera?
La clave está en la libertad creativa. No me han puesto ningún tipo de restricción, ni la violencia, ni la sexualidad, ni a la oscuridad, ni a nada. Yo decía que iba a ser una serie oscura, no solo en estética, sino en todo lo que va a pasar. Pero, eso sí, con elegancia. Lo que aprendí en Penny Dreadful es que la violencia puede ser bella. No es una locura lo que estoy diciendo, pero creo que se puede buscar un sentido y una estética a la violencia si se hace con gusto y con elegancia. ¡Qué bonito que te den libertad! Estamos en un momento en este país en el que eso está pasando. ¡A ver cuánto dura! No la jodamos, por favor.