Con el verano llega la contención del gasto en televisión. Las cadenas, al contrario que hacían antaño, deciden mantener en gran medida los programas de siempre, aunque sea con repeticiones o con presentadores sustitutos. Estrenan muy poco, como mucho series, alguna película u optan por rescatar viejos fracasos emitidos en temporada alta, como es el caso de Idol Kids en Telecinco. Es precisamente en esta cadena dónde hemos sido testigos de un nuevo espacio veraniego que ni ha suscitado especial interés entre la audiencia, ni tampoco ha tenido una aplaudida acogida en redes sociales: Sálvame Sandía. Una nueva vuelta de tuerca al frutero por parte de los directivos de La fábrica de la tele.
Sálvame Sandía en realidad no es un estreno de verano, es un ejemplo más de la absoluta desesperación de Telecinco en la franja de 20 a 21 horas. La cadena ya no sabe que emitir para hacer frente al todopoderoso Pasapalabra. Este pasado jueves, por ejemplo, el concurso de Antena 3 conseguía 1,9M y un 23,8% de share. Una audiencia apabullante pero que ni tan siquiera es una de sus mejores marcas. Enfrente, Telecinco emitía Sálvame Sandía con 837.000 espectadores, ni tan siquiera la mitad de espectadores que la competencia, y un 10,2% de cuota, más de 13 puntos menos que el formato que presenta Roberto Leal. De hecho estuvomás cerca de luchar por la segunda y tercera plaza con Aquí la tierra (605.000 espectadores) que pugnar por el liderazgo.
Telecinco lo ha intentado con Ya son las ocho, pero la versión vespertina del programa de Sonsoles Ónega tampoco ha funcionado, convirtiéndose así en el enésimo fracaso de la cadena en esa misma franja. Sálvame Sandía logra una audiencia similar al programa de Ónega y a otros intentos por reflotar una franja que se las ve y se las desea para conseguir algo que les ayude a mejorar la tarde. Además está lastrando al informativo de Pedro Piqueras a firmar su peor temporada histórica.
[Cuando en los veranos de televisión se testaban programas para la temporada alta]
Sálvame Sandía no es más que un relleno veraniego que, cuando termine la temporada de playas y bañadores, posiblemente pasará al cajón de los olvidables. Un cajón que empieza a estar demasiado lleno ya. Y no nos engañemos: Sálvame Sandía es barato, mucho. No necesita más plató que una mesa de playa, de fondo una camioneta de vinilo y Carlos Lozano, en otro intento por resucitar profesionalmente.
Un parche que no hace bien a la imagen de Telecinco, aunque ésta tampoco es que le haya importado mucho a la cadena cuando se trata de emitir espacios, secciones o programas de absoluto relleno. Algo que no emitirían en absoluto La 1, laSexta o Antena 3 como en su día pasó con La caja fuerte o la sección Lo de Belén. Telecinco alarga Sálvame, pone a despotricar a los bañistas contra los colaboradores con el objetivo de crear discordia y ya tiene la tarde hecha.
Lo malo del estreno de Sálvame Sandía no es su baja calidad, a la altura de una televisión local de ciudad mediana. Lo malo es que Telecinco tuvo en su haber formatos como Alta tensión o El precio justo que, sin paciencia alguna, decidió eliminar rápidamente de la cadena principal y mandarla a Cuatro, cadena convertida a veces en un desguace de su hermana mayor.
El peligro de estirar un 'Sálvame' en crisis '
La versión Sandía no es lo que necesita Telecinco en la franja de las 20 horas, ni es un programa que a estas alturas del año se pueda permitir con la temporada 2021/2022 perdida por primera vez a favor de Antena 3 y con una clara ventaja de ésta para repetir la hazaña como la cadena más vista de 2022. Incluso hasta emitir una serie internacional o una producción turca como arrastre para los espectadores enganchados a Tierra Amarga, hubiera sido seguro una mejor opción. Pero Telecinco no tiene la misma ambición que Antena 3 a la hora de elegir series otomanas. Y adquiere producciones que no están a la altura de las que suele comprar la competencia más allá de éxitos sorpresa como Kara Sevda o, en menor medida, Huérfanas.
Telecinco ha perdido una oportunidad para ser más ambiciosa y emitir un contenido relevante de 20 h a 21 horas, sea un concurso, una serie o un programa de actualidad, que enganche con paciencia al espectador. Y, de paso, le ayude a nivel imagen. Sálvame Sandía se convierte por momentos en un bochorno de baja calidad que nos recuerda más a la Telecinco de los 90 que a la de 2022.
Carlos Lozano hace lo que puede, necesita y quiere estar en televisión y sabe que su nombre -dada su exposición pública como personaje del corazón y concursante de reality- ya no suena en los despachos de La 1 y Antena 3, por lo que le pueda ofrecer Telecinco y La fábrica de la tele, bienvenido sea. Aunque sea protagonizando enfrentamientos sin piedad como el que tuvo lugar esta semana entre él y Rafa Mora con insultos y faltas de respeto incluidos.
Estirar el chicle de Sálvame tantas veces ya no funciona. El formato no pasa por su mejor momento, de hecho, el año pasado por estas fechas conseguía 1,4M de espectadores cada tarde tanto en su versión Limón como en la Naranja. Hoy, apenas supera el millón. Fue durante estas fechas cuando Sálvame empezó una crisis de la que no levanta cabeza, a no ser que haya alguna trama puntual que levante el share aunque se trate de un espejismo de una semana o dos. Por lo que estirar un producto en crisis para rellenar una hora, es rentable sí; pero perjudica ya no solo a la imagen de la cadena por su nivel low cost, sino también a la ya de por si debilita salud de Sálvame.