A Televisión Española se le ha exigido muchas veces que nutra su parrilla de programas de buena calidad, sin obsesionarse con los datos de audiencia. Esta noche La 1 pone fin al formato de entrevistas Las tres puertas, presentado por María Casado, y que, si bien sus audiencias han hecho llorar literalmente a la presentadora, consiguió hacerse un buen número de fieles espectadores, que disfrutaban por completo con las charlas entre presentadora e invitados.
Las tres puertas nació herido; su primera entrega el 2 de febrero solo conseguía congregar 789.000 espectadores con un 6,4% de cuota de pantalla. Se quedó lejos de los datos que firmaron otros programas del prime time de la cadena en esos días, como La noche de los cazadores (9,2% y 1.208.000 espectadores) o incluso la serie Sequía (6,7% y 917.000); tan solo quedó por detrás de Las claves del siglo XXI, que ese viernes se conformó con 533.000 espectadores y una cuota del 4,1%. Y conste, que el plantel de invitados era variado y de lo más interesante, pues Casado tuvo frente a sí a Antonio Banderas, Carmen Posadas, Nathy Peluso, Mario Alonso Puig y Sara Búho.
El programa vivió entonces unas semanas de pérdida progresiva de espectadores, y aunque logró alguna ligera subida, nunca alcanzó la fortaleza de su estreno. Todo cambió en el quinto programa, durante la entrevista de María Casado al polifacético Pedro Ruiz, escritor, humorista y veterano presentador de televisión. La presentadora rompió a llorar, al no entender qué estaba haciendo mal para que el espacio no tuviese buenas audiencias; Pedro Ruiz la consoló y le dijo que su trabajo estaba muy bien hecho. “Te he dicho más de una vez que es mucho más difícil desintoxicar que intoxicar. Los medios ahora ofrecen más dinero por meterte en una isla y hacer no sé qué tipo de cosas, o promoción por hacer cosas... Y no, es mucho más difícil limpiar que ensuciar. Y este programa limpia”, le dijo Ruiz.
Las lágrimas de Casado y el apoyo del que fuese presentador de La noche abierta se replicaron al día siguiente en todos los portales de televisión, y la audiencia pareció recapacitar; igual sí que había que darle una oportunidad a Las tres puertas. Tres entregas después el formato alcanzó máximo, aunque sin llegar aún a la barrera del millón.
Aquel día María Casado tuvo frente a sí a una honesta Mercedes Milá, que reconoció que en un primer momento le daba pereza dar una nueva entrevista, pero que tras el momento de Pedro Ruiz comprendió que tenía que decir que sí. Para apoyar a una compañera, y demostrar que una televisión de calidad es posible. “Te vi con Pedro Ruiz y te vi llorar, porque estabas muy preocupada por la audiencia. Él te intentó, desde su perspectiva de la televisión, que no es la misma que la nuestra, te intentó ayudar. Yo había dicho que no iba a venir aquí porque hago ya muy pocas entrevistas, llega un momento que ya no sabes qué contar. Pero como te vi así, me dio tal pena y tal empatía, que le dije a mi jefa de prensa 'llama inmediatamente al programa de María Casado y diles que voy”, contaba Mercedes Milá, gesto que Casado calificó como un “ataque de ternura”. “Solo los que trabajamos en esto sabemos lo que es, y encima después el numerito”.
Una semana más tarde, en la séptima entrega, Casado tenía que entrevistar a Raphael y Melendi, pero ambos fallaron por cuestiones de salud. Aunque Las tres puertas es un formato que se realiza en directo, en esa entrega se emitió una entrevista de María a la cantante Rosalía que había sido grabada un día antes, y volvió a marcar nuevo máximo, rozando más que nunca la barrera del millón.
Aunque más tarde de lo que María Casado y Antonio Banderas, el productor del espacio, habrían deseado, Las tres puertas había conseguido su objetivo. Llamar la atención de los espectadores, tenían muy buenas críticas y el respeto de los compañeros de profesión, quienes, como Milá, aceptaban visitar un formato en el que en un primer momento no parecían interesados.
Tras la pausa del concierto de Ucrania de la pasada semana, este 13 de abril el programa dirá adiós con entrevistas a Antonio Resines, Malú, Luz Casal y Paz Padilla, y seguro que dará de qué hablar. Resines ha estado muy malo con el coronavirus, Malú interesa por su vida profesional y personal, Luz Casal siempre tiene alguna experiencia vital que transmitir al público, y Paz Padilla no se muerde la lengua sobre su salida de Sálvame y del universo de Telecinco.
Es difícil imaginar que el programa consiga una segunda temporada, pero la merecería. Porque ha sido un trabajo muy bien hecho, con un gusto muy refinado en el plantel de entrevistados, y María Casado ha demostrado ser una comunicadora que pone su verdad sobre la mesa en cuanto las cámaras se encienden. Las tres puertas nacía como “un programa de entrevistas que propone a la audiencia un respiro para hablar con calma, calidez e inteligencia de temas que nos preocupan”, según lo definió la directora de Contenidos Generales de RTVE, Amalia Martínez, en la presentación del formato. Y ha cumplido con creces con ese cometido, y además, con paciencia, han conseguido que los espectadores encuentren el interés en aquello que RTVE ofrece en su parrilla. Porque la cocina elaborada a fuego lento da un sabor exquisito, y Las tres puertas ha sido televisión hecha a fuego lento.
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