Los 'bombazos informativos' son uno de los recursos que mejor funcionan en Sálvame. Las tardes de Telecinco generan una expectación que llevan a que miles de espectadores se queden paralizados frente a la pantalla durante horas, todo para conocer una noticia que es guardada celosamente por el programa. Si bien es cierto que a lo largo de los casi trece años que el formato lleva en emisión han sido muchas las primicias que han regalado a la prensa del corazón, en los últimos tiempos esta herramienta se ha ido degradando. Una desvirtuación que roza, en alguna ocasiones, el engaño.
Cada vez es más frecuente ver cómo en Sálvame que se ceban desde el comienzo del programa noticias que, sin embargo, ya llevan horas publicadas en medios digitales. Informaciones a las que se les intenta dar ínfulas de exclusiva y que tan solo son el eco de lo que otros medios, o las propias redes sociales, ya han sacado a la luz. Un ejemplo de esta práctica la pudimos ver hace unos pocos días, cuando Kiko Hernández reveló, tras varias horas de titubeos, la separación de Tamara Gorro y el futbolista Ezequiel Garay. Una novedad que la propia protagonista había hecho pública a través de su perfil de Instagram hacía ya más de cuatro horas, por lo que la inmensa mayoría de diarios digitales ya la llevaban en sus respectivos portales.
¿Considera Sálvame que su público está totalmente al margen del reguero informativo que proporcionan las nuevas tecnologías? Todo apunta a que los directores del formato así lo creen, ya que cada vez es más habitual ver cómo se lleva a cabo esta práctica. Una postura, la de considerar que su público objetivo no maneja las herramientas digitales, que está muy lejos de la realidad.
Es necesario recavar varios datos para evaluar si esta idea tiene o no sentido, dado el tipo de espectador que consume el programa de las tardes de Telecinco. Cierto es que el grueso del público que ve el formato con más asiduidad supera los 65 años, realidad que no significa que esta sea esta la única franja de edad que siempre predomina en su consumo. Concretamente el martes cuatro de enero, día que se difundió la citada noticia de la separación de Tamara Gorro, en cuota de pantalla la franja de edad que va de 25 a los 44 hizo un 16%, el grueso de su total.
Por otro lado, el tramo que va de los 44 a los 65 hizo un 15% y de los 65 años en adelante hizo un 14%. Números que desvelan que en cuota de pantalla no ganan siempre los espectadores mayores de 65, sino que también poseen un porcentaje importante los que van desde los 25 a los 65 años. Generaciones para las que el manejo del móvil es bastante generalizado, por lo que no es tan fácil colarles una noticia como exclusiva cuando ya lleva varias horas publicada.
Si bien es cierto que hace apenas cinco años las redes sociales e internet estaban relegadas a una franja social de poca edad, la llegada masiva de los smartphones ha hecho que una gran parte de la población tenga conocimientos básicos de cómo manejarse por internet y en las redes sociales. Muestra de este fenómeno es que en los últimos años la edad media de los usuarios más activos de la red social Facebook ha aumentado considerablemente. Un campo antes reservado para los más jóvenes en los que ahora también cohabitan generaciones más maduras. Nuestras madres, tíos, e incluso abuelos, forman parte del motor de este espacio en concreto, una plataforma que dota a que la información digital, buena o mala, llegue cada vez a más personas.
Resulta evidente que llevando a cabo este tipo de prácticas, Sálvame cuenta con que parte de su audiencia no hace uso de dispositivos que les puedan arruinar la intriga que generan en torno a una información ya dada. Se da por sentado que su público es mayor y que no cuenta con habilidades que le hagan recibir noticias por otros canales. Una táctica que les puso funcionar en el pasado pero que hoy carece de sentido.
Lo que sí hay que reconocer al formato de La fábrica de la tele es su talento para hacer dudar hasta al más informado de que la noticia 'bomba' es la que ya conocen. Semblantes serios, muecas de sorpresa, música intrigante y un sinfín de elementos disuasorios que hacen que en alguna ocasión el 'engaño' cuele. Todo un triunfo momentáneo para sus creadores pero que a la larga puede generar desconfianza y descrédito por parte de los espectadores. Dos virtudes que si bien no son las únicas en las que se ha basado el éxito de Sálvame durante sus más de 12 años de emisión, resultan importantes de conservar.