La primera vez que se habló de La casa de papel fue en estas mismas páginas. Un 17 de noviembre de 2016, BLUPER publicaba en exclusiva que, tras su salida de Globomedia, Álex Pina preparaba una serie que giraría en torno a un robo en la Fábrica Nacional de Moneda y Timbre. "Un proyecto que ha entusiasmado mucho en Atresmedia y por el que pretenden apostar desde el primer momento", escribíamos entonces.
Hoy, cinco años después, esa ficción se despide tras convertirse en un fenómeno global y ser un punto de inflexión en nuestra industria audiovisual. Una serie que ha sido un gran vehículo para visibilizar la ficción española en el mundo, como el propio consejero delegado de Mediaset España, Paolo Vasile, llegó a valorar.
Pero para entender este fenómeno hay que retroceder aún más en el tiempo y recordar que, sin la estrategia empredida por Atresmedia en ficción, con Sonia Martínez a la cabeza, este proyecto no habría sido posible. "Hace años entendimos que era hora de que las series españolas salieran de la pantalla de salón de casa para viajar por todo el mundo; que era hora de encontrar nuevas fórmulas para alargar y extender la vida económica de una serie”, defendía por entonces el director general de Atresmedia, Javier Bardají.
Fórmulas como apostar por series más arriesgadas como El tiempo entre costuras, Hispania, El incidente, Refugiados o Vis a vis, esta última también creada por Pina, junto a Daniel Écija e Iván Escobary y verdadero germen de La casa de papel. "Que La casa de papel naciera en Atresmedia y viera la luz en Antena 3 era el paso lógico que teníamos que dar tras haber hecho Vis a vis con el mismo equipo creativo y técnico, encabezado por Álex Pina", comentaba Martínez.
Y fue así como se decidió apostar por un proyecto arriesgado para la televisión en abierto, ofreciendo a Pina todas las herramientas necesarias para ello, incluido el apadrinamiento de su nueva productora Vancouver Media, de la que se reservaron un 20% en acciones.
Proyectos que hicieron que Atresmedia no tuviera ni el más mínimo reparo en enseñar a la prensa sus episodios pilotos, algo hasta entonces poco habitual entre las cadenas generalistas españolas. De hecho, hasta 2019 la prensa especializada en televisión se ha encontrado con que no les enseñaban series como Secretos de Estado u Hospital Valle Norte. Finalmente la presión de los críticos llevó a todas las cadenas a aceptar el sistema.
"Yo tengo en el corazón que La Casa de Papel va a ir bien. Lo estoy disfrutando muchísimo y eso se verá cuando se emita", decía Álvaro Morte (El Profesor) durante la presentación de la serie en el tercer FesTVal de primavera, en Burgos.
"La hostia que el cine necesitaba por parte de la televisión"
Así fue. Los frutos, a nivel de crítica, no tardaron en recogerse. "La hostia que el cine necesitaba por parte de la televisión", titulábamos por entonces desde este medio. "Una trama cardiaca y un embalaje cuidado que da gusto desenvolver. Una de las producciones más arriesgadas que se han visto en la televisión española".
También en audiencia. La primera ficción de Vancouver Media se estrenaba un 2 de mayo de 2017, tras la semifinal de Champions League entre Real Madrid y Atlético de Madrid, y arrasaba con un 25,4% y 4.354.000 espectadores, el mejor estreno de una ficción en dos años.
Sin embargo, poco a poco la ficción fue perdiendo audiencia hasta anotar un 14,7% y un 2.196.000 en el último episodio de la primera temporada. Finalmente, los quince capítulos que conformaron la serie, emitidos en dos tandas entre mayo y noviembre de 2017, se despidieron con una media de un 14,3% y 2,3 millones.
No obstante, tanto Atresmedia como Vancouver estaban contentos con los resultados obtenidos porque, como explicó Pina en su presentación, "no una es una serie pensada para arrasar en audiencias. Ojalá y estrenemos con 3 millones. Sería una alegría".
Además, la ficción lideró entre todos los grupos de espectadores menores de 54 años, destacando especialmente entre aquellos de edades comprendidas entre los 25 y los 34 donde La casa de papel logró una media del 20,7% de share. Unos datos que tenían la clave para entender su posterior éxito.
"La casa de papel es una serie que hay que entenderla más allá de su dato de audiencia ya que es una ficción más propia de una cadena de pago o de una plataforma streaming que de una cadena generalista", analizamos entonces.
Un auténtico boom
Sólo unos meses después, este análisis se cumplía. Netflix compraba las dos temporadas de la serie para su emisión internacional, aunque recortando sus 70 minutos originales a 50 minutos, y en apenas unas semanas se convertía en un auténtico boom, siendo la serie de habla no inglesa más vista de la historia de la plataforma y consiguiendo que, periodistas que hasta entonces despreciaban todo lo relacionado con la televisión, se interesaran en ella.
Obviamente, aquel éxito tuvo su efecto. Una vez más, desde estas mismas páginas anunciábamos en exclusiva que Netflix había llegado a un acuerdo con Atresmedia y Vancouver para continuar la historia con nuevos episodios. Poco después, además, la plataforma fichaba en exclusiva a Pina.
Todo aquello hizo que Vancouver registrara unos ingresos de 19,1 millones de euros en 2018, más del doble de los que generó en 2017, lo que impulsó de forma automática su beneficio neto de los 822.000 euros de 2017, a 3,8 millones de euros.
Con su llegada a Netflix, la ficción española se hizo más grande gracias a un mayor presupuesto, lo que quedó reflejado en pantalla. "La vuelta soñada de 'La Casa de Papel': droga pura para sus fans.", titulamos entonces nuestra crítica. "Una especie de Michael Bay".
"Antes teníamos una visión limitada por presupuesto. Contábamos las cosas de una forma más económicas. Yo he encerrado a la gente en un barco, en una prisión… Ahora soñamos historias más grandes”, confesó su creador.
También pasó a seguir las estrategias de comunicación de la empresa de Reed Hastings. Y aunque la serie de Pina no lo necesitaba, también se decidió emplear la táctica de la percepción de éxito al anunciar su renovación por una cuarta parte, cuando en realidad ya estaba firmada. Y lo mismo ocurrió con su quinta y sexta parte, avanzadas en exclusiva por BLUPER.
No era más que un ejemplo más del trato que da Netflix a la prensa, a la que trata como una mera herramienta promocional. Un denigrante trato que llevaba a su cúlmen esta semana cuando la plataforma convocaba a la prensa por la mañana para la rueda de prensa final de la serie y, aunque se preguntó por posibles series derivadas, se decidió negarlo y hacer el anuncio por la tarde en un evento con fans.
Sólo unas semanas antes, no obstante, también desde estas páginas habíamos revelado en primicia que Netflix había barajado un spin-off de La casa de papel centrado en los atracos de las exnovias de Berlín.
El éxito de la ficción nacional
Paralelamente a todo este fenómeno, las plataformas internacionales empezaron a ver el potencial del talento de nuestros creadores, hasta el punto de que Netflix decidió abrir su primer centro de producción en Europa en Madrid.
"Apostamos por España porque aquí las historias se hacen muy bien, hay buenos profesionales y porque la gente quiere ver contenido español", dijo Reed Hastings en abril de 2019, aclarando que la compañía ya empleaba a 13.000 personas, 25.000 a fin de año.
"En España éramos una aldea pequeña que hacía frente a la ficción americana en prime time como en ningún otro país. Sólo Ally McBeal, Doctor House y CSI han conseguido buenos datos. Siempre ganábamos nosotros”, recordaba, por su parte, Pina. "El reto ahora era saltar y competir. Y nos hemos dado cuenta que funcionamos fuera. El reto es mantenerlo con nuestra idiosincracia", añadía.