Después de ganarse por méritos propios la renovación por una segunda temporada, HIT regresaba el pasado 21 de octubre a La 1 de TVE con nuevos alumnos y un nuevo escenario, un instituto público en Puertollano (Ciudad Real) en el que se imparte Formación Profesional.
Lo hacía con un capítulo titulado Melapela en el que la accidentada llegada de HIT a Puertollano era un presagio de lo que le esperaría este curso. Y es que, tras atropellar a uno de sus alumnos y sufrir un encontronazo con el piquete de los afectados por el ERE de la fábrica que daba trabajo a media ciudad, el nuevo profesor de Formación Profesional Básica del IES León Felipe se topaba con un panorama desolador: iba a tener que impartir clase a una jauría de adolescentes firmemente instalados en el fracaso, a los que sus profesores dan por perdidos.
Un inteligente planteamiento ya que, en su función de servicio público, la serie abandonaba Madrid para meterse de lleno en el mundo rural y así tratar de reflejar la realidad de esos jóvenes habitualmente olvidados por las ficciones.
Una realidad que no dista mucho de la de los jóvenes de la gran ciudad -bullying, homofobia, xenofobia, acoso sexual, paternidad, política-, pero que cuenta con la dificultad añadida de las pocas oportunidades que se presentan en la España vaciada y que obligan en muchos casos a emigrar.
Un gran paso por parte de la televisión pública para dar voz a esos ciudadanos que, hartos de no ser escuchados por las administraciones, han empezado a movilizarse para hacer ver que hay vida más allá de la capital, y que es necesario un nuevo modelo territorial que reequilibre el país con una financiación adecuada.
Pero, además, sin pretenderlo, la serie se adelantaba a la huelga del metal en Cádiz para mostrar cómo esos jóvenes creen que están abocados al fracaso, al igual que sus padres, que se ven en la cuerda floja después de que cerrase la fábrica de la que vivían la mayoría de familias de la localidad.
Es así como Joaquín Oristrell y su equipo de guionistas explicaban muy bien en el primer episodio que, esa desilusión y esa falta de futuro, puede terminar llevando a la violencia, tal y como está sucediendo estos días en la Bahía de Cádiz, donde está habiendo graves disturbios y enfrentamientos.
Un necesario relato que viene a ejemplificar perfectamente lo que debe hacer la televisión pública, tal y como hizo en el pasado con series como Anillos de oro o Brigada Central: mostrar la realidad social de nuestro país para que en un futuro recordemos en qué punto estábamos.
"Quiero que dentro de cinco años se nos quede un panorama bonito, que nos queden unas series y películas de las que sentirnos orgullosos", decía hace unos días Javier Calvo en una entrevista con BLUPER a raíz del estreno de la sobresaliente Cardo. "A nivel industrial quiero tener la cabeza bien alta", añadía su compañero Javier Ambrossi".
HIT no estará teniendo grandes audiencias, pero sí pasará a la historia de nuestra televisión por ser una ficción de la que sentirnos muy orgullosos y que hace que la radiotelevisión pública pueda tener la cabeza bien alta. Ésta sí es la TVE que queremos.