"Esto que tengo en mi mano derecha es un test de embarazo, pero no cualquiera, es un test positivo". Con esta frase alertaba Carlos Sobera a la audiencia de Secret Story: cuenta atrás este martes 2 de noviembre del supuesto estado de buena esperanza de una de las concursantes.
"Escuchadme bien porque sí, hay un embarazo en la casa de los secretos y esta noche os desvelamos de quién se trata", añadió el vasco, despejando cualquier posible duda de que se pudiese haber malinterpretado su mensaje anterior.
Los espectadores más duchos en este tipo de artimañas desconfiamos desde el primer momento de la veracidad de la noticia, aunque la rotundidad del anuncio hizo asomar la duda sobre si realmente Telecinco iba a ser capaz de pregonar a bombo y platillo, sin juegos de palabras ni medias tintas, una noticia falsa.
Mientras las redes ardían con todo tipo de teorías sobre el posible embarazo en Guadalix, el programa seguía alimentando el morbo comunicando a los concursantes la buena nueva. "Las dos rayitas significa positivo y pertenece a uno de vosotros. Yo no quiero obligar a nadie que confiese porque entiendo que es algo muy personal", aseveró Sobera al mostrar el test de embarazo a los habitantes de la casa.
Finalmente, los peores presagios de los más desconfiados se cumplieron y todo se trató de una broma para anunciar la nueva prueba semanal de Secret Story. Una jugarreta que, para quienes llevaran toda la tarde sintonizando Telecinco, se sumaba al otro gran engaño a la audiencia perpetrado en Sálvame ese mismo día.
El programa envió a Kiko Hernández a Málaga para encontrarse con la supuesta familiar de Antonio David Flores que iba a ofrecer un testimonio clave tras la separación del ex guardia civil y Olga Moreno. Esta persona llevaba varios días mensajeándose con el colaborador y ofreciéndole todo tipo de detalles sobre su experiencia junto a Antonio David, dejando claro que estaba dispuesta a dar la cara, pero a la hora de la verdad no fue así.
Al conectar con el hotel en el que se produjo el encuentro, Kiko Hernández aparecía solo en pantalla para informar de que su testigo estaba "con un ataque de nervios". Paradójicamente, pese a que no había desvelado aún su identidad aseguraba estar recibiendo "todo tipo de presiones por parte de la familia".
Tras intentar sin éxito tranquilizar a la informadora, finalmente, la dirección de Sálvame se metió en la piel de un alto mando en una misión de riesgo y dio una orden clara y concisa a su colaborador: "Desapareced".
Se iniciaba entonces un surrealista protocolo para sacar a la testigo del hotel sin que su identidad quedase a merced de los medios que, supuestamente, se agolpaban a las puertas del edificio. Kiko Hernández, ayudado por el equipo del programa, cubría a su informadora con una sábana y la llevaba hasta el coche que les esperaba fuera.
Sálvame decidía entonces cortar la comunicación, quizás al comprobar que la dantesca escena se les estaba yendo de las manos. Sin embargo, con lo que no contaba el programa es con que enfrente del hotel aguardaba el periodista Diego Arrabal, dispuesto a desmontar al programa vespertino de Telecinco.
El paparazzi, además de demostrar que no había ningún medio más en la puerta del hotel, protagonizó una larga persecución que acabó con el colaborador de Viva la vida declarando en comisaría y la supuesta familiar de Antonio David huyendo por fin de su suspicaz objetivo. Sin embargo, Arrabal tenía un plan b y, según él mismo ha contado, un compañero en moto pudo seguir el rastro del coche de Sálvame y descubrir el domicilio de la 'testigo protegida'.
"Yo soy más familiar del Papa que esta persona de Antonio David", ha aseverado Diego Arrabal, que asegura que el programa ha engañado a los espectadores. "No hay ningún familiar, os lo puedo asegurar. Se puede jugar mucho en este tipo de programas, pero creo que se están pasado ya. Al final la Justicia es la que manda y la que tendrá la última palabra en esto", advierte el fotógrafo.
Curiosamente, este testimonio de vital importancia de pronto ha quedado eclipsado por otros contenidos en el programa y, pese a que Kiko Hernández asegura haber grabado cuatro horas de conversación, apenas se han adelantado frases como "algo gordo ha tenido que pasar", "los hijos están traumatizados" o "todo lo que [Rocío Carrasco] ha echado por esa boca es verdad", consideraciones que poco tienen que ver con alguien que dice haber compartido dos décadas de vivencias junto a Antonio David Flores.
Independientemente de que el testimonio sea cierto o no, el programa ha vuelto a jugar con su audiencia, vendiendo un riesgo que no era real y montando la puesta en escena de una huida para justificar el silencio de una persona que, minutos antes, estaba dispuesta a hablar sin tapujos. Mientras Diego Arrabal mantiene que esa familiar de Antonio David no existe, Sálvame se enfrenta ahora al desafío de demostrar que el fotógrafo miente, algo que por el momento no ha sucedido.
Sobre el programa de Telecinco ya pesa la losa de vender humo cada tarde. No obstante, no conviene traspasar la línea entre exagerar noticias e inventarlas, por fina que sea. Telecinco es experta en cebar bombas que no lo son, pero no puede permitirse dar un paso más y convertirse en divulgador de falsedades. Normalizar la mentira para ganar audiencia no es una estrategia televisiva, es una artimaña inaceptable y un insulto para los espectadores.