En cuestión de horas se cumplirá el primer mes de concurso en Secret Story. La casa de los secretos. Durante este primer tramo de concurso, la audiencia ha decidido con sus votos expulsar a Chimo Bayo, Bigote Arrocet y Miguel Frigenti. Dos muebles y un generador de contenidos.
Por otra parte, la organización del concurso decidió expulsar a Sofía Cristo de la convivencia por una conducta violenta contra Frigenti. La misma organización decidió meter como revulsivo y sustituta de Cristo a Adara Molinero, ganadora de la última edición de GH VIP, que se ha convertido en concursante de pleno derecho.
La azafata no ha sido muy bien recibida en la casa, a excepción del erróneamente llamado 'grupo minoritario', formado por Cristina Porta, Luca y hasta hace una semana, Miguel Frigenti. Estos le han recibido con los brazos abiertos, conocedores seguramente del fenómeno que llega a mover la madrileña. Al fin y al cabo, todo es repetitivo e interesado. Ya lo veremos más adelante.
Por otra parte, Lucía Pariente se ha erigido como una de las grandes revelaciones del concurso. Honestamente, habiendo un perfil como el suyo en la casa, me sobra uno como el de Adara. La madre de Alba Carrillo partía como una de las favoritas cuando se fue anunciando el casting ya que, a fin de cuentas, todos conocemos la faceta televisiva de la avilesa. Y a juzgar por su paso por la casa, Pariente ha cumplido con creces ya que son ese tipo de concursantes que mantienen la expectación y cumplen con sus deberes. ¿Cuántos fichajes ha habido en realities que partían como favoritos o eran la gran esperanza y fueron la nada más absoluta? Muchos casos se podrían contar. .
Me alegra que Pariente esté cumpliendo con las expectativas: directa, concisa e inteligente. Son cualidades perfectas para cualquier concursante de un reality como Secret Story. Ayer me escandalizó que se quejaran algunos compañeros de que Lucía era muy estratega. ¿Y qué esperan? ¿Dónde se creen que están? Es que Lucía debe ser estratega, ella y cualquier concursante. Están peleando por un premio de 100.000 euros. Prefiero a una Lucía peleona, perspicaz y pícara que a una Adara que no sea capaz de hilar un discurso coherente y aún así se las da de abanderada de muchas causas de las que no la han llamado.
Lucía es el auténtico fichaje bomba de la edición. La gala de ayer fue absolutamente suya, marcándose un jaque mate en toda regla (y bien merecido) a Cristina Porta. La reservista del ejército logró destapar el secreto de la periodista y no sólo mantuvo a salvo su esfera, sino que se ganó las tres esferas de Porta. Justicia, sin más.
Otra de las cosas que más me gustan de la madre de Alba Carrillo es la valentía que tiene. No le preocupa recocer ser la autora de una broma que de coger dos utensilios de la cocina y usarlos como platillos para despertar a toda la casa a las dos de la mañana.
Si tuviera que definir a una concursante perfecta es ella. Con ella se entiende el dicho 'de tal palo, tal astilla'. Su concurso no tiene similitudes con el de su hija de hace dos años en la misma casa. El carácter sí que tiene sus paralelismos. Y, honestamente, viendo a Lucía en la casa, no se me hace repetitivo y monótono, pues no se puede comparar con el concurso de su hija. No puedo decir lo mismo de Adara, que ha venido a marcarse otra vez el mismo concurso. Y eso, amigos, sí que gasta y desgasta.
Pariente también tuvo ayer la oportunidad de hacer la curva de su vida. En comparación con lo densa y emotiva que fue la de su hija, la suya fue escueta. Además, me dio la sensación que no quería explayarse demasiado, que quería acabar cuánto antes. No conozco a Lucía más allá que igual que todo el público, así que no puedo juzgarla como persona.
Ahora, basándome en estos cinco años ya de recorrido televisivo, he llegado a una conclusión: la madre de Alba Carrillo es muy hermética. No obstante, no por eso no quiera decir que no disponga de sentimientos. El haber madurado antes de tiempo quizá haya provocado ese carácter que tiene. No nos olvidemos que sus tiempos no son los de ahora. En esa época tenía que endurecerse para hacerse respetar, pues era un mundo, por desgracia, muy de hombres. De ahí, este duro carácter.
También creo que en determinados momentos Lucía se ha sentido incomprendida. Ella entiende la vida de una manera, quizá poco convencional. ¿Y qué? Aún recuerdo cómo se la juzgó en la época de Supervivientes por su percepción del matrimonio. ¿Que nos daba derecho para juzgarla como mujer o madre? Cada relación sea de la afectividad que sea, tiene sus propios códigos y son respetables, siempre y cuando sean consentidos. Honestamente, me gusta la gente poco convencional. La gente común me aburre mucho. De ahí que empaticé mucho con Lucía.
En definitiva, Lucía se ha erigido ya como una de las favoritas del concurso. Aúna todo lo que se pide para un concursante. Así que desde ya, pido campaña para hacerla ganadora llegado el momento. Preferiré a una Lucía juguetona, transparente y torpe, que a una Adara, Cristina o Luca, que sean sibilinos y falsos.
Miguel Frigenti, ¿defensor o concursante?
Ayer me estuve fijando insistentemente en Miguel Frigenti. De cada diez intervenciones buscando el aplauso del público, once veces no le aplaudieron. Bromas a parte, la defensa ultranza de Miguel a Adara, ya diciendo que se perfila como ganadora, me recuerda a esa defensa incondicional y sin fisuras que hizo en 2019. Miguel, 2021. Supéralo. Creo que, más como compañero, se ve más como fan de Adara. Y allí están en las mismas condiciones. Bueno, ahora no, que le han expulsado.
A Miguel le ha cegado su vanidad y su prepotencia. De ahí que el jueves pasado durmiera en su casa. Ha formado su grupo, intentando importar que es el grupo marginado por el resto de la casa y, desde ahí, ha ido dinamitando la convivencia de la casa.
Si seguimos dando cancha a esta idea del grupo minoritario, estaremos condenando a los siguientes realities. Al fin y al cabo, si ven que ha funcionado, los que entrarán replicarán la misma estrategia. ¿De verdad que luego nos quejaremos de monotonía? ¡Pero si les estamos dando ala! Que ese grupo no cante victoria, que la audiencia es muy avispada y aún queda mucho que contar.