Para algunos, la homofobia es cosa de un pasado muy lejano, y que las series tuvieran representación LGTB y ello provocara protestas de los espectadores, prácticamente algo de otra vida. Pero no hay que irse tan lejos para encontrar con uno de estos vergonzosos casos con la que fue la primera serie española protagonizada por un personaje homosexual.
Hablamos de Tío Willy. Corría el año 1998 cuando TVE estrenaba esta comedia protagonizada por Andrés Pajares, que daba vida a un ATS que, debido a su orientación sexual se ve obligado a ‘exiliarse’ a San Francisco, Estados Unidos. De regreso a España, se encuentra en la tesitura de ejercer de padre de sus sobrinos.
Sin embargo, no hizo falta ni que se estrenara para que el hecho de que la serie estuviera protagonizada por un hombre gay provocara la ira de la Agrupación de Telespectadores y Radioyentes (ATR). Esta asociación aseguraba, en un discurso ya intolerante para la época, que la cadena debería tener en cuenta “la debida protección a la infancia y la juventud”, preocupada por “el riesgo de daños al desarrollo físico, mental y moral de los menores".
La asociación, además, ponía el foco en "la socialmente indeseable magnificación de conductas patológicas, cuyas consecuencias en víctimas infantiles y adolescentes saltan con dramática frecuencia en los medios de comunicación”. Hace tan solo 23 años de terrorífico discurso.
Más allá de los comentarios de esta asociación concreta, lo cierto es que tanto la productora como la cadena recibieron cartas y notas en protesta por la existencia de esta serie. Sin ni siquiera ver el resultado. A este respecto, el productor de la ficción Valerio Lazarov aseguró que “parecía como volver a vivir la censura de la época de Franco (...) hay que dejarle al público la posibilidad de ver si tiene que estar defendido o protegido por determinadas asociaciones o no. Al público no se le ha dado el tiempo necesario".
Pedro Zerolo, el que fuera uno de los activistas LGTB más importantes de la Historia de España, aseguró a través de la Federación Gay-Lesbiana, que “esta serie supone un avance más hacia la normalización, con los riesgos que ello pueda comportar. El protagonista puede que esté estereotipado, pero esto también sucede en otro tipo de obras”.
Lo cierto es que la serie, que duró un total de 29 capítulos, no era perfecta, ya que abusaba de ciertos tics de la época que estereotipaban demasiado al personaje de Willy, pero poseía encanto gracias a un personaje tierno, siempre bienitencionado y con sus convicciones muy claras. El personaje, de hecho, terminaba casándose con su novio Marcelo, en Dinamarca, siete años antes de que se aprobara en España el matrimonio igualitario.
Por ello, hay que alabar la valentía de TVE por abrir la veda hacia la normalización apostando por una serie con un protagonista homosexual al que le pasan más cosas en su vida que ser simplemente gay. Un buen punto de partida en el camino hacía la normalización del siglo XXI.
El camino hacia la normalización
Desde este Tío Willy a la actualidad, la ficción ha evolucionado de forma asombrosa en ese sentido, gracias a la introducción de personajes que se han convertido en verdaderos referentes para el colectivo.
Porque a pesar de que 1998 marcase el año en el que España tuvo a su primer protagonista principal gay en una serie, lo cierto es que algunos años antes las ficciones españolas ya comenzaron a abrirse a personajes no heterosexuales. En 1997, Santi de Al salir de clase fue uno de los primeros personajes en mostrarse abiertamente gay en una ficción, sin que eso afectara a todo el transcurso de sus tramas. Es cierto que el personaje sufría ciertos episodios de homofobia, pero su condición no le definía y no era el centro de su conflicto en la ficción ya que ser homosexual no era importante para la mayoría de sus tramas.
Unos años más tarde, en 2003, Fernando y Mauri en Aquí no hay quién viva pusieron sobre la mesa algunos debates importante como el matrimonio homosexual o la adopción entre personas del mismo sexo. Al igual que Santi, Fernando y Mauri eran dos personajes más del edificio, su homosexualidad, aunque era el eje de algunas tramas, no era el punto más importante de su desarollo como personajes.
Mientras que Mauri abrazaba con orgullo su condición, Fernanado estaba en el armario y era más reacio a mostrarse, enseñando así una realidad que viven tantas personas. Un historia universal que explicaría porqué hoy en día siguen siendo personajes recordados con tanto cariño.
Aquí no hay quién viva tampoco se libró de las críticas por parte de los sectores más conservadores. La asociación ultraderechista Hazte Oír criticó con dureza una de las escenas en las que Fernando y Mauri quieren adoptar a un niño y critican que el Gobierno tiene que aprobar la ley para que los homosexuales puedan adoptar. “¿Vais a ir a la contramanifestación del sábado? Para defender a los matrimonios gays. La cosa va a estar calentita: curas contra drag Queens”, se oía en uno de los momentos.
Hazte Oír aseguraba que el lobby gay estaba “utilizando” la serie para ponerse en contra de la familia tradicional. Sin ir más lejos, la organización pidió encarecidamente que la cadena les diera un espacio en prime time a quienes organizaban la manifestación contra los matrimonios homosexuales “para defender sus posturas en defensa de la familia”.
De esto hace 16 años. Por suerte, en los últimos años hemos visto multitud de series, dentro y fuera de nuestras fronteras, protagonizadas por chicos gays, mujeres lesbianas o personas trans. Desde Élite a Vis a vis, pasando por Veneno o Luimelia, o la reciente Maricón Perdido, la representación LGTB es hoy en día mejor que nunca.
Eso no quiere decir, por supuesto, que esté todo el camino hecho. La representación en la ficción, ya sea en televisión o en el cine, es uno de los pasos idóneos para la normalización del colectivo entre todos los sectores y concretamente en el caso del colectivo trans, queda mucho que hacer. Pero gracias a personajes como Willy, Mauri o Santi, entre muchos otros, estamos cada día un poco más cerca de conseguirlo.