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El arte es una manifestación universal de la belleza, una expresión que trasciende el tiempo y las culturas. Desde pinturas rupestres hasta las obras de los grandes maestros del Renacimiento, el arte ha sido un vehículo para plasmar emociones y contar historias. Nos conecta con lo más profundo del ser humano, recordándonos que la búsqueda de la belleza es inherente a nuestra naturaleza.

"La belleza salvará el mundo" escribió una vez Dostoievski. Rusia está muy lejos de Italia, pero el arte consigue acortar distancias. Roma, cuna del Renacimiento, es un lugar donde el arte alcanzó su apogeo. La Capilla Sixtina, ubicada en el Vaticano, es uno de los máximos exponentes de este periodo. Miguel Ángel, en su techo, creó una obra maestra que no solo representa escenas bíblicas, sino también la lucha del hombre por entender su lugar en el universo. 

Pero el arte no es solo de una época o de un lugar. En Aragón, la historia ha dejado su huella a través de estilos tan diversos como el románico, el gótico y el mudéjar. Y hablando del Renacimiento, en Tarazona encontramos lo que algunos se han atrevido a calificar de "Capilla Sixtina Aragonesa".

En la Catedral de Tarazona se encuentran diversos estilos, y se ha ido modificando y renovando a lo largo de los siglos. Fue la renovación de Alonso González en el Renacimiento, la que trajo una decoración más elegante y refinada. Destacan sus pinturas murales en la bóveda, hechas entre 1562 y 1564, que muestran figuras bíblicas anunciando la llegada de Cristo.

Estas pinturas restauradas hace unos años, recuerdan a los frescos de Miguel Ángel en la Capilla Sixtina de Roma, y, de ahí que a la bóveda de la catedral de Tarazona, se le haya llamado "Capilla Sixtina aragonesa".

Capilla Sixtina aragonesa

En el corazón de Aragón, la Catedral de Santa María de la Huerta, ubicada en Tarazona, es una joya arquitectónica que guarda en su interior la "Capilla Sixtina aragonesa". Este título no es casual, ya que se trata de uno de los conjuntos pictóricos renacentistas más impresionantes de España. La construcción de la catedral, iniciada en el siglo XII, combina estilos gótico, mudéjar y renacentista, siendo un reflejo de la riqueza cultural y artística de la región.

Uno de los mayores atractivos de esta catedral es su cimborrio, que alberga unas excepcionales pinturas murales del siglo XVI, decoradas con un programa iconográfico de gran complejidad. Las pinturas, que fueron descubiertas en una restauración reciente, capturan la majestuosidad del Renacimiento español. A través de estas imágenes, el visitante es transportado a un tiempo en el que el arte y la religión se entrelazaban para explicar la historia de Cristo.

Interior de la Catedral de Santa María de la Huerta. Catedral de Tarazona

La Catedral de Santa María de la Huerta no es solo una maravilla artística, su historia también cuenta con aportaciones barrocas, como su imponente pórtico mayor y el trascoro, donde se pueden admirar las obras del pintor Vicente Berdusán.

Esta mezcla de estilos arquitectónicos y artísticos hacen de la catedral un lugar único, reflejo del paso del tiempo y de las corrientes artísticas que han dejado su huella en Aragón.

Qué visitar en Tarazona

Tarazona es una ciudad rica en historia y cultura, situada en la provincia de Zaragoza, esta localidad te invita a recorrer su casco histórico, plagado de monumentos y rincones llenos de encanto. Entre ellos, destaca su plaza de toros octogonal, una joya arquitectónica del siglo XVIII, única en su estilo. Junto a esta obra singular, el Ayuntamiento renacentista cautiva por su imponente fachada, siendo uno de los edificios más admirados de la ciudad.

El paseo por Tarazona se enriquece al descubrir las casas colgadas sobre la vega del río Queiles, un testimonio visual de la estrecha relación de la ciudad con el agua. A esto se suma la visita a la iglesia de Santa María Magdalena y el convento de la Concepción, dos emblemas religiosos que ofrecen tranquilidad y belleza arquitectónica.

Judería de Tarazona. Turismo de Aragón

Tarazona también es conocida por su barrio histórico, donde destaca su antigua judería, integrada en la Red de Juderías de España, y su morería, ambos símbolos de la convivencia de culturas que define la identidad de la ciudad.

Pero Tarazona no es solo historia. Su fiesta más célebre es la del Cipotegato, una tradición en la que cada 27 de agosto los habitantes lanzan tomates al protagonista enmascarado, una festividad que combina humor y folclore.

Si buscas naturaleza, la ciudad es punto de partida para rutas de senderismo y ciclismo. La más famosa es la que lleva al Santuario de la Virgen del Moncayo, una excursión que conecta con el majestuoso Moncayo, el pico más alto del Sistema Ibérico.

Otra ruta popular es la Vía Verde del Tarazonica, que sigue el antiguo trazado ferroviario entre Tarazona y Tudela, perfecta para recorrer en bicicleta o a pie. Además, el Camino de Santiago Castellano-Aragonés cruza por esta localidad, haciendo de Tarazona un destino imprescindible para los peregrinos.