En medio de una ola de calor que azota sin piedad la Comunidad Valenciana, ¿cómo se puede dormir por las noches? La experta asesora del sueño Carmen Domínguez propone los mejores consejos para que el descanso pueda ser efectivamente reparador.
Con temperaturas mínimas que superan los 25 grados por la noche, se supera ampliamente el intervalo más adecuado para que nuestro cuerpo se prepare para el sueño. "Para conciliar el sueño y mantenerlo, lo ideal es mantener el dormitorio entre los 18 y los 21 grados", indica.
Así que el primer reto se centra en cómo refrescarlo. Si se opta por el aire acondicionado, Domínguez apuesta por programarlo para unas dos horas y utilizarlo en el modo ahorro que mantiene una temperatura constante para evitar que reseque el aire porque si afecta a las vías respiratorias ya incide en el sueño.
Si se prefiere dormir con las ventanas abiertas, la responsable de Dormir Bien ZZZ aconseja que durante el día el dormitorio esté a oscuras para que no acumule calor y luego airearlo al atardecer. Para evitar despertarse con la primera luz de la mañana, Domínguez recomienda usar antifaz. Y lo recalca porque "el ojo aunque esté cerrado recibe información lumínica y se ha demostrado que incluso la luz de una vela le afecta".
Lo que hagamos a lo largo del día va a determinar lo que sucederá por la noche. El ejemplo más claro es hidratarse. Domínguez recomienda beber mucha agua durante el día, para no tener la necesidad o evitarla antes de ir a la cama para no tener que levantarse para ir al baño, lo que rompería el ritmo del sueño más profundo.
El otro ejemplo es evitar el ejercicio a última hora del día "porque está demostrado que activa y produce calor corporal". Lo mejor es "a primera hora por la mañana y en el exterior porque nos ayuda a regular el ritmo: hacerlo a primera hora reduce los niveles de estrés".
Y hay un par de formas de conseguir que se reduzca esa temperatura. La más sencilla es una ducha antes de dormir. Esta, como recalca, tiene que ser con agua tibia y no fría porque la templada permite ese deseado ajuste y expulsar el calor, mientras que con la helada, conseguiremos el efecto contrario. Y también advierte que no es mejor el agua muy caliente para lograrlo.
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La otra es tener a mano un pulverizador para rociarse las extremidades o la cara. Y no se trata de empaparlas, sino de que esa pequeña dosis sirva para refrescarlas. Una opción que propone antes que dejar que el cuerpo utilice el mecanismo termorregulador del sudor para conseguir ese objetivo.
El otro truco que propone pasa por el congelador de la nevera. En él se introduce la funda de la almohada debidamente protegida en una bolsa. Al sacarla estará fresca y hará que nuestra cabeza, tenga una menor sensación de calor. Cabeza, brazos y pies son nuestros reguladores térmicos, como indica, por eso que estén frescos, "aunque dure poco nos puede ayudar a la relajación y conciliar el sueño".
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