¿Qué experimentan los niños al morir? El inaudito estudio mundial en el que participa un científico de Alicante
El investigador del Instituto de Neurociencias, Álex Gómez-Marín, es el único español en un estudio pionero sobre la “lucidez terminal” en niños.
27 mayo, 2023 06:20Vuelve la sección 'En los márgenes de la consciencia' con el físico teórico del Instituto de Neurociencias de Alicante Álex Gómez-Marín tras un primer capítulo dedicado a fenómenos como los sueños lúcidos, las experiencias psicodélicas o la visión intuitiva. Con este científico del CSIC nos adentramos ahora en la lucidez terminal en menores, un campo, el de la experimentación de los niños cuando mueren, que aún no está explorado, avanza. De ahí su participación en una investigación internacional de la que también va a dar buena cuenta.
Antes de hablar de la lucidez terminal, cabe contextualizar el tabú que sigue existiendo en Occidente donde, si bien nos cuesta hablar de la muerte en general, ni me imagino lo que supone hacerlo en el caso de niños y niñas.
En efecto. Si al tema de la muerte le sumas la sensibilidad necesaria a la hora de hablar de menores, la conversación se hace aún más espinosa. Los niños tienen una visión del mundo diferente a la de los adultos. Cabe pensar que a medida que crecemos vamos acumulando conocimiento. Pero ¿qué capacidades latentes "podamos" y dejamos de expresar? Cuando observas la mente de un niño puedes descubrir fenómenos que a nosotros, los adultos, quizás nos queden ya demasiado lejanos y olvidados.
Usted participa en un estudio internacional sobre la consciencia en niños que están en el proceso de morir. ¿Por qué en niños? ¿Hay un vacío académico?
Efectivamente. Estudiamos fenómenos cercanos a la muerte que son ignorados o poco conocidos. La “lucidez terminal” (también conocida como “mejoría de la muerte”) es uno de ellos. Se trata de aumentos repentinos e inesperados de claridad mental en los últimos minutos, horas, o días antes de la muerte de una persona.
Más personas de las que nos imaginamos han presenciado estos fenómenos en sus seres queridos, pero a menudo no pueden entender lo que ha sucedido. Resulta sorprendente, incluso confuso. Debemos romper el tabú y normalizar lo que sucede. Que se pueda hablar de ello. Que los moribundos, sus familiares, los cuidadores, y el personal médico-sanitario puedan integrar estas experiencias de manera coherente y tomar decisiones informadas al respecto. No se trata simplemente de curiosidad científica. Hay mucho en juego. También nuestra comprensión de la relación entre mente y cerebro.
No se trata simplemente de curiosidad científica. Hay mucho en juego. También nuestra comprensión de la relación entre mente y cerebro.
Esta lucidez terminal, por lo tanto, en niños, ¿dirías que es mayor, por lo poco que se sabe, que en adultos?
Se sabe tan poco… Hay tanto por conocer… La “lucidez terminal” se ha observado y estudiado sobre todo en personas de edad avanzada que padecen demencia. Pero no se sabe prácticamente nada de ella en niños que están en fase terminal de una enfermedad.
Por eso hemos empezado lanzando una encuesta a nivel internacional en inglés y en español para documentar la fenomenología, es decir, recopilar testimonios detallados de personas adultas que hayan presenciado estos episodios en niños. Para empezar a delinear en qué enfermedades, grados, aspectos cognitivos y condiciones se da la lucidez terminal. Entiendo que se suela poner el énfasis en la gente mayor, pero no hay que descuidar a los más pequeños.
¿Quién encarga esta investigación?
Somos un grupo internacional liderado por la doctora Natasha Tassell-Matamua de la Universidad de Massey en Nueva Zelanda. Tenemos el honor de contar en el equipo con Bruce Greyson, psiquiatra de la Universidad de Virginia en Estados Unidos, una autoridad mundial en el estudio científico del proceso morir (es el creador de la Escala de Greyson para medir intensidad de las experiencias cercanas a la muerte). Hay también investigadores del Reino Unido y Alemania.
En España, además de usted, ¿hay más profesionales?
En este estudio en concreto soy el único español. En este país nos estamos poniendo las pilas con el estudio de la consciencia. Estoy en contacto con varios hospitales y con la Fundación Metta Hospice y la Fundación Icloby. Seguro que hay más científicos y médicos que quieran colaborar en esta aventura hacia lo desconocido. Para llegar lejos hay que viajar bien acompañado.
¿No será complicado recoger estos testimonios dado lo tabú del tema?
Sí y no. Cuando uno sale del armario, otros se permiten hacerlo. Contarnos lo que nos sucede hace que cuente… Nos permite darle forma y tener la oportunidad de entenderlo. Nombrar las cosas, dejarlas salir (“ex-preso”), encontrar un lugar a esas experiencias extrañas y hasta dolorosas pero a la vez increíbles y maravillosas. Se trata de tomar consciencia.
Si lo miramos en retrospectiva, hacia atrás, algunos niños también cuentan experiencias que podríamos llamar, como hipótesis, de vidas pasadas. La pregunta por la “vida después de la vida” tiene su imagen especular: la “vida antes de la vida”.
¿Varía el estado de la consciencia entre el final y el principio de la vida?
Esto nos lleva a un tema todavía más complejo, controvertido, e incluso objeto de burla y ridículo. Por un lado tenemos la incógnita de qué sucede en la mente de los niños cuando están cerca, desgraciadamente, del momento de su muerte. Pero si lo miramos en retrospectiva, hacia atrás, algunos niños también cuentan experiencias que podríamos llamar, como hipótesis, de vidas pasadas. La pregunta por la “vida después de la vida” tiene su imagen especular: la “vida antes de la vida”.
¿Te refieres a la reencarnación?
Sí. Ya lo hemos comentado en otras entrevistas. Tanto para la ciencia ortodoxa como para el cristianismo conservador, se trata de una blasfemia. Pero en muchas tradiciones y culturas se da por hecho.
¿Qué puede aportar un abordaje científico?
Otro psiquiatra muy conocido, Ian Stevenson (quien trabajó con Bruce Greyson, antes mencionado) se dedicó durante décadas a viajar por el mundo recopilando meticulosamente multitud de casos que constituyen la evidencia más clara que tenemos de la posibilidad de la reencarnación. El caso típico trata de un niño de entre 2 y 4 años que empieza a hablar de su vida anterior, dando todo tipo de detalles de la persona que cree que fue: nombres de otros miembros de su familia, descripciones precisas de lugares, etc. Esos niños a menudo dicen recordar las causas de su muerte y tienen fobias relacionadas con ello.
Uno de los casos más espectaculares es el de Imad Elewar, nacido en Líbano en 1958, que enumeró hasta 57 detalles no triviales de su supuesta vida anterior ¡Stevenson pudo comprobar 51 de ellos! Otro es el de James Leininger, en Estados Unidos, un niño de dos años que constantemente tenía pesadillas con un accidente de avión “derribado por los japoneses”. James supo decir el nombre de su avión (un “Corsair”) y el navío desde donde despegó (el “Natoma”) y añadió que su nombre también fue “James” y mencionó a un tal “Jack Larsen”. Busquen la historia. Es increíble.
En ocasiones, la evidencia va más allá de recuerdos verificables: los niños tienen marcas o defectos de nacimiento que corresponden con heridas de la causa del fallecimiento de las personas que supuestamente fueron en su vida anterior. En los 49 casos en los que se han podido obtener los informes médicos de la persona anterior, claras correspondencias ocurrieron en un 88% de los casos. ¿Será simplemente casualidad?
Los niños tienen marcas o defectos de nacimiento que corresponden con heridas de la causa del fallecimiento de las personas que supuestamente fueron en su vida anterior.
Entiendo que casos en Europa documentados no existen o no le consta, ¿no?
En Europa habrá bien recopilados, que yo sepa, unos cincuenta casos. En España creo que ninguno (pero como las meigas, probablemente “haberlas haylas”). No todos aportan una evidencia tan contundente como los que acabo de mencionar, pero son dignos de tener en cuenta. En vez de mirar para otro lado, podríamos buscar más y mejor.
Volviendo al tema de la lucidez terminal en menores, ¿se dan las mismas condiciones que en adulto o por ser eso, menores, cambia la viabilidad de que lo perciban de la misma manera o intensidad?
La respuesta corta es esta: no lo sabemos. Es por ello que estamos investigando. Pero, si se me permite especular, diría lo siguiente: si el cerebro no es una especie de lámpara de Aladino que al frotarla hace brotar la consciencia no se sabe cómo (modelo del cerebro como “productivo” de la mente), sino más bien una especie de filtro que sintoniza o recibe parte de “la Mente” (modelo del cerebro como “permisivo”), la intersección de una mente inocente como la de un niño y el proceso de morir nos ofrece una ventana única para estudiar la consciencia humana en uno de sus márgenes más ignotos.
Entonces, ¿hay consciencia antes de nacer o solo al morir?
¡Quién sabe! De nuevo nos topamos con la difícil pregunta (no sólo de responder, sino también de plantear) de qué sucede con la mente no sólo cuando nuestro cuerpo físico se muere sino también cuando se está formando. ¿Qué pasa justo después? ¿Qué pasó justo antes? El misterio es doble: cuando ya nos hemos ido y cuando aún estamos por llegar.
Científicamente quizás podamos aproximarnos a entender algo mejor ese proceso doble de construcción y desarme del ser. ¿Qué forma va tomando la mente en la concepción, el desarrollo del feto, el momento del parto, etc.? Esto nos lleva a temas difíciles como el aborto. Y lo mismo en el proceso inverso, al morir: parada cardíaca, muerte encefálica, trasplante de órganos, eutanasia, etc.
Al final, más allá de consideraciones científicas, debemos afrontar importantes cuestiones morales. De nuevo, hablar de ellos, en vez de hacer ver que no están.
Para acceder a la encuesta de “lucidez terminal” en niños, vaya a este enlace:
https://northampton.onlinesurveys.ac.uk/terminal-lucidity-survey-espanol