"Mi toque personal es meter alguna pifiada". Así se define Javier Santacruz (Alicante, 1998), el joven músico que ha conquistado a los 'coaches' de La Voz en la novena edición del concurso musical más popular de la televisión. Con su particular versión de Back to Black, de Amy Winehouse, logró captar la atención de Laura Pausini, Luis Fonsi y Pablo López, aunque finalmente se decantó por este último con el que siente una afinidad musical.
Santa, como le conocen desde pequeño, admite sentirse más músico que cantante porque su guitarra es su fiel compañera de viaje. "Después de hacer el solo con la guitarra en el programa me quedé mirando el micrófono pensando que no sería capaz ni tan siquiera de hablar". El alicantino, que se confiesa algo tímido, explica que este sábado, 22 de octubre, estará en la Sala The One, de San Vicente del Raspeig. "Será mi primer concierto en Alicante".
Javier se considera autodidacta porque aunque en su familia hay algunos músicos, y de pequeño asistió durante algún tiempo a clases, todo lo que sabe lo ha aprendido practicando o inspirándose en otros artistas. Para él su guitarra es como una especie de terapia, que le ha ayudado en los momentos de mayor dificultad. Sus padres le regalaron una cuando era pequeño, y desde entonces no ha dejado de tocar. Aunque el instrumento que utiliza ahora es muy importante para él. Su padre se la regaló después de habérsela comprado a un hombre en la calle, y después conocieron su altísimo valor.
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Música en la calle
Entre Valencia y Alicante es donde actualmente Javier pasa más tiempo. Sobre todo actuando, la gran mayoría de veces en las calles de la capital de la Comunitat. "Una vez llegué a ganar hasta 200 euros en poco más de una hora". Esa fue una ocasión especial, pero es una forma de vida que le ha permitido ahorrar para seguir con su sueño musical.
Natural de Alicante, Javier ha pasado su infancia en el barrio de la playa de San Juan. Alumno del Colegio CEU Jesús María, siempre ha sido un niño al que no le ha gustado seguir demasiadas órdenes. "Ya tenía problemas por desobedecer a las monjas", bromea. Ahora estudia marina mercantil para estar cerca de su otra pasión, el mar. Aunque tiene claro que prefiere dedicarse a la música. Entre sus pasiones también están el surf y la calistenia.
Después de vivir varios en diferentes países como Bolivia o Dinamarca, ahora planea trasladarse hasta Madrid y montar un estudio junto a su manager para grabar un EP, su primer disco. "Para luchar por mis sueños iría hasta Miami si hace falta", concluye.