Tras las innovaciones introducidas, muchas veces a modo de ensayo durante 1980, las hogueras de 1981 se presentaban con los mejores augurios, Por vez primera se alcanzaron las sesenta comisiones -fue el primero de los dos años en que plantó la foguera de Albufereta-. Se superaban también las cincuenta comisiones infantiles, alentadas por el delegado de dicha parcela en la Comissió Gestora, José Ángel Guirao.
Y el órgano rector lo encabezaría tras elección democrática el desaparecido Jacinto Masanet, en elección abrumadora a primeros de agosto de 1980. Todo pintaba bien, con las aguas de la Festa bien calmadas. Fue el año en que se instauró el acto de proclamación de la bellea del foc y el único, por cierto, en que hubo ocho damas de honor ¡Que falta hacía!
Todo se encaminaba a vivir y disfrutar quizá las mejores Fogueres desde su creación, abiertas la noche del 17 de junio con el pregón del arqueólogo Enrique Llobregat, después de celebrarse la ya participativa cabalgata del ninot, iniciada en la plaza de España.
Llegadas las jornadas centrales se plantaron cuatro magníficas obras en categoría especial, de la que resultaría triunfadora la inolvidable Amanecer creada por Pedro Soriano para Benalúa, Sin embargo, en más ocasiones de las deseables las intenciones y las ilusiones, se dan de bruces con la realidad. Y la Festa de 1981 fue uno de los ejemplos más dolorosos de dicho enunciado.
Recordemos que las hogueras aún amanecían plantadas la mañana del 22 de junio, jornada que se desarrolló a plena satisfacción, con la visita de los jurados, el fallo que fue anunciado a toda España por Radio Nacional y, por la tarde, la ofrenda de flores. El problema se inició a partir de media mañana del 23 en la entrega de premios, entonces aún celebrada en el auditorio de la Explanada.
Se manifestó una tímida lluvia, lo que se solventó adelantando la traca reforzada dispuesta al finalizar el acto. Por desgracia, no fue más que el inicio del drama. Llegada la tarde, el desfile de la provincia tuvo que atrasarse cerca de dos horas y desarrollarse bajo las aguas. La lluvia amainó levemente… pero entrada la noche retornó y no paró hasta amanecer el 24.
De entrada, arruinó la noche grande de las fiestas, pero el panorama que se contempló la mañana de Sant Joan fue pocos menos que desolador. Las hogueras eran mucho más frágiles que en la actualidad. No pocas aún mantenían el telón en sus bastidores, y los destrozos que ocasionó a buena parte de ellas pocas veces lo he vuelto a ver. Remates llenos de boquetes, bases hundidas, ninots en el suelo, sin brazos. La sensación de que buena parte de las obras plantadas habían perdido su vida satírica.
Recuerdo ver en el suelo el brazo del enorme dios Baco que remataba la foguera de Sagrada Familia, realizada por Tomás Gosálbez, y está esa foto tan elocuente de la de Albufereta, de Juan Capella, plantada en la playa, mientras que a su lado discurría una riada de agua que no se si al final se la llevó por delante.
Sin embargo, tengo una imagen muy cercana de la foguera Obra Social del Hogar, realizada por Julio Esplá, que siempre utilizó cartón y papel, aquella mañana. De la misma solo quedaba su armazón de madera, y al pie una masa informe del material que le dio forma los dos días precedentes.