Cada mes que pasa más claro queda que los próximos comicios autonómicos y municipales se van a dirimir en función de los bloques ideológicos en la Comunidad Valenciana. Bloques que dividen el electorado por la mitad. Así que acertar en las alianzas preelectorales y tener éxito a la hora de movilizar a los suyos, será el principal trabajo de quienes quieran ocupar el Palau y los ayuntamientos.
Esto, que resulta tan obvio, es sin embargo el mayor quebradero de cabeza para PSPV y PPCV en estos momentos. ¿Cómo acertar? Tanto Ximo Puig como Carlos Mazón tienen que tener en cuenta muchos y diferentes parámetros a la hora de presentarse en las urnas.
Puig debe conjurar el peligro de que Podemos se quede fuera de las Cortes Valencianas, como apuntan algunas encuestas. Pero al mismo tiempo, los socialistas saben que hay electores a su izquierda que nunca les votarían a ellos, por lo que es necesario que esos votos se vayan a otra formación en la que en principio se sientan más cómodos los actuales podemitas y esquerraunistas.
Esa coalición no es otra que Compromís, aunque parezca absurdo que nadie que se acerque al comunismo (internacionalista por definición) preste a su voto para que sea laminado por el identitarísimo pancatalanista de Iniciativa del Poble Valenciá y Més Compromís (antiguo Bloc Nacionalista Valencià). Claro que en política muchas veces la lógica no tiene cabida. Y si no, que se lo digan a los votantes socialistas que en los últimos 40 años han visto como el antiguo partido de Pablo Iglesias y Felipe González es de todo (feminista, nacionalista, ecologista, lgtbi...) menos el adalid del obrero.
Sin embargo, los de Compromís están dejando claro que no quieren ningún pacto preelectoral con los de Irene Montero o Ione Belarra. ¿Y con Yolanda Díaz? Más que un pacto prefieren convertirse en su sucursal valenciana por más que la defenestrada Mireia Mollà se dedique a pregonar por Elche (ahora que no tiene trabajo) que es preferida por Díaz para liderar su proyecto en la Comunidad Valenciana.
Mientras tanto, en el otro lado del espectro político, Mazón debe gestionar con inteligencia la disolución de Ciudadanos (Cs) si quiere asaltar el Consell. Lo mismo que entre la izquierda, hay votantes del partido liberal que nunca volverían a votar (porque en este caso antes sí lo hacían) al PP. Por eso, la propuesta de integración de los de Inés Arrimadas como una corriente dentro de la gran casa de la derecha que ha propuesto el director de este diario, Pedro J. Ramírez, para una de las mejores salidas.
Con Vox no hay problema. Parece que el partido de Santiago Abascal no tiene inquietudes municipales y cuando llegue el momento de votar, no tiene más opciones que apoyar al PP para que no vuelva a gobernar la izquierda. Además, con el presumible gran volumen de votos que obtendrá la formación por el tirón del partido nacional, la existencia de dos opciones en la derecha no les penalizará en la representación. No como en la izquierda.
Las cartas están echadas. Ahora es cuestión de tener inteligencia y estrategia.