No hace falta decir que han sido las mejores hogueras de la historia -una afirmación por otro lado totalmente inexacta- para valorar positivamente el reciente reencuentro con nuestra Festa. Como tampoco señalar que han venido un millón de visitantes -¡Pero si no cabrían en la ciudad!- en un ‘Viva Cartagena’ que se viene reiterando año tras año de manera cansina.
Lo importante. Lo que interesa, es asumir que esta vivencia se saldó manera positiva. Máxime desarrollándose esencialmente entre semana. Las diez mil plazas hoteleras de la ciudad se cubrieron. La ciudadanía llenó barracas, racós, inundó el centro, no tanto los barrios, y una cierta aura de normalidad se extendió, pese al susto de la tormenta de la noche del 21.
Artísticamente, hay que felicitarse por un notable nivel general, que nos permitió la admirable foguera triunfadora en Florida-Portazgo, con la que Pere Baenas ratificó un nuevo ‘doblete’ en Valencia y Alicante.
La sorpresa de ver a Palacio y Serra en primera división con La Ceràmica, la continuidad de la égida del desaparecido Algarra con Gallego y Toni Pérez en Sèneca y, a nivel personal, el logro artístico de Martínez Aparici con Diputació-Renfe, actualizando con magisterio la estética de bastidores de nuestras fogueres. Una faceta esta en la que destacaría la modesta pero estimulante apuesta de Fran Santonja, con diseño de Alejandro López, en Polígono de Babel.
Sin embargo, la procesión -o la traca- va por dentro. Este año se han observado demasiadas hogueras indignas en nuestras calles. Algunos artistas locales -por fortuna, pocos- han fallado. Al igual que sucediera en Valencia en sus dos últimas ediciones, se han vivido en Alicante inquietantes episodios de vandalismo, quizá propios de una sociedad pospandémica demasiado escorada a la violencia.
Al mismo tiempo, se han puesto en práctica decisiones que no se acaban de entender, como suprimir los premios de ofrenda, supuestamente por solidaridad para aquellas comisiones que se vieron afectadas por la lluvia. ¿Alguien se imagina que se suprimieran los premios de hogueras porque se cayeran algunas? O en este mismo apartado, la apresurada retirada de los motivos florales ofrendados, por decisión municipal, que afectó a no pocas comisiones que habían expuesto elementos que deseaban recuperar.
Son, sin embargo, elementos secundarios, de una fiesta que, ahora sí, se enfrentan a una de las más duras pruebas de fuego de toda su historia. La de encarar un ejercicio de normalidad, en medio de una situación de crisis social, que al mismo tiempo ha acentuado gravemente una fiesta que ya se encontraba en crisis en los años previos a la pandemia.
En diversas plataformas he podido establecer la realidad de la carencia de peso social real de nuestras hogueras -y hablo con ello del verdadero músculo de las comisiones- al tiempo que intentar proponer soluciones, basadas ante todo en referentes que nos rodean y han funcionado durante décadas.
Es el momento que, tras el fuego de hace dos días, se imponga evitar el fuego real -y definitivo- que nos puede venir si no se actúa con altura de miras, pedagogía y sacrificio, por parte de todos los sectores de la Festa. Y es algo a lo que no va a contribuir nada, la auténtica ratonera temporal que aparece como nuevo calendario, que obliga a todas las comisiones a acelerar la puesta en marcha del ejercicio 2022/2023, cuando estos serán precisamente momentos para el relax, la reflexión y una planificación más o menos sosegada.
Por el contrario, en pleno verano esta nueva disposición de actos va a ser letal, sobre todo para las comisiones más modestas, determinadas en una carrera casi a contra reloj para programar sus presentaciones de belleza, cuando no había necesidad alguna de ello.
Intentemos ser optimistas. Se habla de la creación de una nueva foguera -y de cierto nivel- en el PAU 5 de la Playa de San Juan, al tiempo que por redes se viene anunciando la creación de una nueva comisión en la Albufereta.
Ambas en una de las zonas donde la Fiesta ha tenido secularmente menor presencia. Con la esperanza en ambas incorporaciones ¿Qué va a suceder con esa quincena de hogueras que casi agonizan en nuestra ciudad? Es esa una de las más dolorosas interrogantes que les Fogueres albergan, cara a 2023.