Nunca olvidaré el acto de presentación de Un lugar en el fuego, aquel insuperable libro sobre les Fogueres auspiciado por José Luis Ferris, en el que tantos vertimos nuestro entusiasmo. Fue una cita que se celebró en enero de 1997, y en la que se contó con la irrepetible presencia de grandes figuras de la Fiesta, hoy tristemente desaparecidas.
Nombres como Tomás Valcárcel, Ramón Marco, Remigio Soler, Conrado Albaladejo, José Ángel Guirao, Pepe Gutiérrez… asistieron a una cita en la que el entonces alcalde Luis Díaz Alperi pronunció unas palabras que se me quedaron grabadas. Aludiendo a la novela de Ray Bradbury Farenheit 451, contraponía como en dicho relato los libros se quemaban, con la presencia de publicaciones que, en Alicante, surgen a partir de nuestro fuego.
Una hermosa metáfora que, sorprendentemente, ha tenido una curiosa variación cuando el pasado septiembre, un total de 52 comisiones de foguera y barraca presentaran en fecha insólita sus respectivos llibrets, como vehículo de unas fiestas que no se celebraron, participando en la convocatoria de la Direcció General de Política Lingüística de la Generalitat Valenciana, como promoción al uso del valenciano.
Con una dotación extraordinaria de 114.500 euros -en 2020 no se realizó la misma debido a la pandemia- se concedieron un total de 45 premios, el principal de los cuales -dotado con 7.000 euros- lo obtuvo la publicación de la foguera Puente-Villavieja.
Lo cierto es que, pese a la ausencia de la Fiesta, la considerable dotación de esta edición animó a numerosas comisiones a elaborar sus ediciones, reiterando con ello el enorme aporte de cultura popular que vienen legando año tras año en Alicante a través de sus fiestas oficiales.
La iniciativa ha albergado un insólito efecto balsámico para unas comisiones necesitadas de motivaciones, prodigándose actos de presentación y celebraciones paralelas. Con ello, han consolidado la apertura del ejercicio foguerer 2021/2022, en el que prácticamente nos jugamos la supervivencia. Solo por ello, hay que valorar positivamente esta arriesgada convocatoria de notable repercusión.
Dicho esto, quedan en el aire no pocos interrogantes en torno a la edición de junio 2022, en donde su dotación descenderá a sus habituales parámetros. De entrada ¿Por qué no establecer una modalidad exclusiva para los llibrets de barraca, que evite esa inclusión forzada de estos a modo de cuota, distorsionándola? En Castellón hay modalidad de premio para gaiatas y collas.
Sería igualmente aconsejable retrasar las fechas del plazo de entrega, lo que evitaría prisas innecesarias, así como plantearse ser más concreto en las temáticas de dichas publicaciones, que en ocasiones se alejan no solo del ámbito de la Fiesta, sino incluso del contexto del pasado y presente de nuestra ciudad.
Pero más allá de ello, esta convocatoria anómala y dotada con suculentos premios en metálico, ha avivado cuestionables situaciones apoyadas por algunas hogueras y barracas que han utilizado la misma con un claro objetivo de beneficio económico.
Para ello, se ha utilizado a algún especialista de lo que podríamos denominar el copia-pega, distanciándose de aquellas comisiones que apuestan con nobleza y a pecho descubierto en esta faceta. El retorno a los premios habituales, y una temible y anunciada subida de los costes de imprenta, llevarán a que la cordura vuelva en los llibrets de 2022, esta vez sí, esperemos que con fuego al fondo.