Alicante

Dos derrotas consecutivas y la pérdida del liderato han desenterrado viejos fantasmas en el Rico Pérez. Otra vez el mes de enero aparece como un iceberg en plena travesía herculana para amenazar con desestabilizar o hundir un nuevo proyecto. Tres puntos de nueve y una salida pendiente a Torrent, donde espera un rival áspero en una superficie sintética, amenazan agrandar una leyenda negra que regresa periódicamente, aunque no siempre fue así.

El pasado año, pese a la zozobra final, el Hércules vivió en el primer mes del año su mejor momento del curso, ya que sumó 10 puntos de 12, lo que llevó de estar a 10 puntos de la zona de promoción a sólo dos. El despegue coincidió con el efecto efervescente que provocó la llegada al banquillo de Lolo Escobar, bajo cuya dirección el equipo estuvo seis jornadas sin perder y protagonizó varias remontadas épicas.

Fue la excepción que confirma la regla, porque el desplome herculano en enero es ya casi una tradición alicantina más. No hay una sola causa que explique por qué el Hércules se cae a pedazos en el primer mes del año, aunque sí hay un denominador común en todos los casos: el mercado de invierno.

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El vestuario, un ecosistema vivo y complejo, no metaboliza siempre bien la entrada y salida de jugadores ni la inestabilidad emocional que se genera durante estas semanas de rumores. A veces, y según reconocen los técnicos, la salida de futbolistas aparentemente intrascendentes, cuyo papel parece secundario, afecta más de lo que se puede sospechar.

El impacto de los fichajes

También la inclusión de varios refuerzos puede desestabilizar al grupo porque, a no ser que su adaptación sea inmediata y el salto de calidad indiscutible, se pone bajo amenaza roles que ya estaban adjudicados desde hace meses.

El Hércules, pese a ser colíder, ya lleva tres fichajes y dos salidas en el mercado invernal. Y posiblemente llegarán aún dos nuevos jugadores. Entrenadores tan reputados como José Rojo Pacheta, David Cubillo y Manolo Herrero no sobrevivieron a enero en el Hércules, mientras otros como Claudio Barragán, Vicente Mir o Luis García Tevenet quedaron heridos de muerte y fueron despedidos en febrero.

Ni siquiera con Lluís Planagumá, en la temporada 2018-19, la mejor desde el descenso del fútbol profesional, el Hércules se libró de los resultados negativos en el inicio del año, si bien pudo corregir posteriormente el rumbo y pelear por el objetivo. El caso que más recuerda al actual es el que protagonizó el equipo herculano que dirigió Sergio Mora en el curso 2021-22.

Aquel grupo logró un récord de triunfos consecutivos y ser campeón de invierno, como el actual, para entrar a mediados de enero en una depresión de la que ya no logró recuperarse ni en la promoción, disputada a partido único y como local.

Que haya sucedido otras veces no tiene por qué significar nada, pero sí debe tener en alerta al club. El Hércules de Torrecilla ha dado muestras de fiabilidad, por lo que no cabe caer en el histerismo, sino concederle un margen de confianza.

Además, el Hércules tiene la suerte esta Liga de que sus rivales directos por la primera plaza también tiemblan de vez en cuando y que, a diferencia de otros ejercicios, la promoción de ascenso, salvo hecatombe, no debería peligrar. No hay mejor forma de exorcizar espectros del pasado que ganar en Torrent y cerrar cuanto antes las puertas giratorias del vestuario para centrarse únicamente en la pelea por la primera plaza.