Marina Marroquí (Elche, 1988) llega a la entrevista en la librería Ali i Truc de Elche con una camiseta con el lema y diseño de la portada de su nuevo libro 'Eso no es sexo' (Croosbook). "La gente se ha parado al verme con ella por la calle cuando venía hacía aquí", dice, ya que está hecha para recordar a una de las web pornográficas más consumidas del mundo. De eso va su nuevo libro, que llega tras los éxitos 'Eso no es amor: 30 retos para trabajar la igualdad (Destino) y 'Eso no es sexo (Crossbooks). "Aunque ahora me ha costado más, he podido incluir 21 retos", añade.
Educadora social, divulgadora y activista, su vida cambió cuando Jordi Évole la entrevistó en Salvados donde Marroquí confesó cómo la violencia física y psicológica del que fue su pareja le había convertido en una firme defensora de la Igualdad. Y en esas sigue, impartiendo charlas, talleres y monólogos a más de 120.000 adolescentes y jóvenes hasta la fecha, a los que dirige este libro para que se den cuenta de cómo el consumo masivo del porno les hace creer que el sexo que luego practican "no es en realidad sexo".
Dedicas el libro a tu hija. ¿Cómo te ha influido el hecho de tener descendencia a la hora de percibir esta visión que ya veías, machista, de la sociedad?
Sí, digamos que tienes esa alerta de madre más preocupada y te hace ser más activista aún. Me ha influido en mi defensa de la igualdad desde el momento que estaba embarazada. Yo tuve una crisis existencial muy grande poco antes de dar a luz y me planteé dejar todo lo que hago. Es más, busqué empresas para borrar mi huella digital. Porque de repente me di cuenta de que había cientos de vídeos contando cómo me maltrataron y me violaron. Y qué hija escucha eso de su madre. Y después de una crisis muy bestia, su padre se dedica a lo mismo, me dijo que cuando ella lo pudiera entender, ya se lo habíamos explicado. Y que a lo mejor ese era el antídoto: contar tus heridas para evitar sus cicatrices.
Se lo dedico a Emma, primero porque es a la que más tiempo quito yendo de ciudad en ciudad, yendo a talleres con adolescentes. Y le pongo que ‘ojalá cuando seas mayor este libro no haga falta’. Tener una hija me ha puesto el cronómetro para correr más, porque en los talleres que hago hay cola de niñas llorando contando cómo las han violado, cómo las acosan, cómo rulan vídeos suyos con un sticker con su cara. Tanto sufrimiento, en cada día, en cada ciudad a la que voy…. Así que sufro un poco más, sí.
"Si en la violencia sexual nos centramos en las manadas, es como si en la violencia de género te centras solo en las mujeres asesinadas"
En el libro mencionas lo que ya has contado en otras ocasiones, las violaciones sufridas por tu antigua pareja, unas 300 llegas a enumerar. Como has mencionado, ¿es necesario ese relato para que muchas chicas, mujeres de todas las edades con pareja, con esa supuesta estabilidad emocional, se den cuenta de que eso, como tú dices, no es sexo?
Hay que destapar la violencia sexual. Si en la violencia sexual nos centramos en las manadas, es como si en la violencia de género te centras solo en las mujeres asesinadas. Estamos dejando un paraguas que además en esta adolescencia es mucho más peligroso. Porque estamos hablando de que la violación de la manada de Pamplona hace 7 años, ya la conectábamos directamente con la pornografía. Pero es que estas niñas que hoy tienen 14, tenían 7 años en aquel momento.
Por eso lo que me estoy encontrando ahora es que una chica de 13 años piensa que la violen es que cinco chicos la metan en el portal. Y cuando la ves llorando, una chica de 14 años te dice, ‘¡Ay, qué tonta! No sé por qué lloro, si tengo suerte. Solo me ha violado uno’. O sea, creo que hay que destapar de verdad de la violencia sexual, que también está dentro de la pareja. No podemos estereotipar una violación y decir que es cinco tíos o uno solo que te pillan en un descampado. Porque entonces invisibilizamos el 90% de la violencia sexual. Y la pornografía, que es gran parte de este libro, también influye en cómo se ha normalizado.
Y ya no hablo de parejas de 14, hablo de parejas de 14, de 25, de 35... Prácticas de la pornografía como coger del cuello, coger del pelo, llamar puta. Cosas que no nos hacen sentir cómodas y que hemos adaptado, normalizado y fingido que deseamos solo para seguir excitando a nuestra pareja. Y ahí obviamos nuestra sexualidad y nuestro disfrute. Y al final esas vejaciones, que aunque parezcan tan pequeñas e invisibles, que digas, bueno, no pasa nada, a mí no me cuesta nada, es parte de esto. Poco a poco van doliendo.
Y ahora cuántas mujeres de 30, 35 me encuentro diciendo, ‘Ostras, pero ¿por qué he hecho esto?’ Y creo que explicárselo antes de que pase es una tarea necesaria. Creo que necesitan una educación sexual real, adaptada, basada en el disfrute, en lo que de verdad es el sexo.
Esto no va de ponerle un condón a un plátano o de no tener una infección de transmisión sexual. Nos estamos jugando mucho más ahora mismo en esta batalla. Nos estamos jugando que si la educación sexual, las familias y la sociedad no les enseñan lo que es el sexo real, lo va a hacer la pornografía. Y las manadas entre menores no va a ser lo más grave que nos vamos a encontrar.
"El vídeo más visto en todo el mundo en las páginas porno principales desde 2016, cada año, es una violación múltiple"
¿Qué correlación real hay entre el consumo exacerbado de porno que hay en la actualidad con esas manadas?
Hay una relación directa. El vídeo más visto en todo el mundo en las páginas porno principales desde 2016, cada año, es una violación múltiple. El año pasado con 220.000 billones de visitas. Billones. Pero para estas nuevas generaciones, las manadas es el porno más flojo que ven. En los monólogos que hago tres preguntas cuando ya llegamos casi al final. A los chavales, además siempre contesta el macho alfa del lugar, el que mola del instituto. ¿Cuántas tetas ves en 24 horas? Si alguna vez te has salido de un grupo porque te hayas enfadado por un vídeo que te hayan mandado una chica, y ¿qué es lo más bestia que te han mandado? Cuando tú escuchas eso día tras día, ostras, la media de tetas está en 350 y 300 tetas cada 24 horas que ven los chavales de 13 y 14 años. El vídeo más visto, Emilio, si te lo dijera, perderías toda la humanidad que tienes… Te aseguro que al final los vídeos que me cuentan hablan de mujeres descuartizadas y violadas, de mujeres, de muchos vídeos que les llegan de bebés.
¿Y eso lo consumen los chavales?
Sí. Es que tenemos que ver cómo les encuentra el porno. Yo entiendo que las familias desconectan cuando escuchan. Los niños empiezan a tener acceso al porno a los 8 y lo consumen de forma habitual a los 12. Pero lo que tienen que saber es cómo les llega, que el porno les encuentra, que les bombardea y les atrapa.
Y es imposible escapar del porno en el momento que tiene un dispositivo móvil o uno de la clase lo tiene. Entonces les llegan vídeos tan bestias, en una edad en la que están construyendo el deseo, en lo que de los 8 a los 12 lo que conectes con la sexualidad y el deseo es lo que te va a excitar el resto de tu vida. Si el 88% de todos los vídeos porno llevan violencia física, y está pasando algo muy importante en el desarrollo cerebral que conecta directamente con este caso de aumento de manadas: de los 8 a los 12 años en nuestro cerebro se está desarrollando la tercera fase de la empatía.
La empatía tal cual la conocemos, la capacidad de sentir el dolor de otra persona. Tener exposición a violencia te impide su desarrollo. Hemos puesto etiquetas de edad a todo lo que se consume. A películas, a videojuegos, a nivel mundial. ¿Qué consenso no hará falta para conseguir eso hoy en día? Vamos a pensarlo. Claro, si ves a violencia, si juegas al GTA a partir de quinto de primaria donde coges a una prostituta y, si aparte de violarla, le pegas una paliza, la matas y le quitas el dinero, te da vida extra. Y esto me lo cuentan entre risas con 12 años. Si es tan brutal la violencia que consumen en todas partes, más aparte, ¿la pornografía les centra la violencia en algo súper concreto? ¿Qué es la violencia contra las mujeres?
Yo creo que lo que tenemos, yo soy educadora social, y yo al final he hecho mucho trabajo en analizar las manadas. La de Pamplona, Callosa, Manresa, Arandina… Y lo que está claro primero es que el perfil de violador ha cambiado. Ha cambiado por completo. No es el politoxicómano de portal y ascensor. Y cuando yo les escucho, ellos siempre se defienden igual: ‘No somos violadores, estábamos haciendo nuestra película porno’. Hemos visto ciudades enteras salir a la calle diciendo ‘que los conocemos y son buenos chicos’. Entonces, yo me tengo que preguntar, ¿y si tienen razón?
¿Y si la tienen? ¿Y si con una educación sexual real, con una cultura que dejase de erotizar la violencia sexual en cada canción, en cada película, y sin ese acceso tan sádico del porno a edades tan tempranas, hubieran hecho lo mismo? Yo esta frase la digo en teatros con mil chavales. ¿Y si vieras como me dicen que no? No desarrollar tu empatía, no poder desarrollar tu empatía, tiene un nombre, y es que te convierte en un psicópata. Y no podemos enfrentarnos a una generación de chavales ecologistas, animalistas, que tengan una conciencia social increíble, pero que cuando vean a una chica contando cómo la violaron, su cerebro desconecte y busque excusas. Y diga, ‘que no, que no, que se lio también conmigo, que ha quedado con varios, que no’. Y no sientan el dolor de una mujer. En este libro lo que intento no es criminalizar a la adolescencia, es destapar y desmontar el porno.
"Yo a la familias les estoy diciendo, de verdad, ‘si tienes un adolescente que está callado, sin protestarte, solo en su habitación, pide cita en psiquiatría’".
¿Cómo detenerlo, pues?
Esto no se puede parar, porque no hay control parental que lo consiga. Les llega por el chat de la Play Station, enlaces, Instagram, stickers, whatsapp, Telegram, Twitter... No puedes pararlo. O sabemos lo que les llega antes de que les llegue, para prepararlos para que el impacto emocional sea mentor y que no lo interioricen en su manera de cuestionarse, o…
Hostia, es que Elche ha llorado mucho. Es que Elche el año pasado, un chaval de 16 años, mató a su hermano, a su madre, esperó dos horas y mató a su padre. Y cuando le preguntaron por qué, joder, sin pestañear, dijo, ‘es que había tenido una quedada en el Fortnite y me habían quitado el wifi’. Y cuando, además fue del campo, como yo, y me decía mi familia que tiene un negocio muy popular en esa zona, ‘pero si era un chaval supercallado’. Yo a la familias les estoy diciendo, de verdad, ‘si tienes un adolescente que está callado, sin protestarte, solo en su habitación, pide cita en psiquiatría’. Es imposible que la adolescencia esté callada, que no te cuestione, que no te rebata, que no quiera reinventar el mundo. Si eso no pasa, hay problemas mucho más graves de lo que te cuentan.
La solución, entiendo, pasa por la prevención, ¿no?
Creo que una educación sexual reglada como asignatura, con herramientas para todas las edades, es un primer paso. Muchos se escandalizan cuando oyen lo de educación sexual, ‘cómo se va a dar esto en infantil o en primer ciclo de primaria’. En este país, una de cada cinco niñas sufre abuso sexual infantil, y uno de cada 12 niños. La mejor prevención, para que puedan verbalizarlo, y no hablar con 30 años de que abusaron sexualmente de él, su padre, su tío, su abuelo, es una educación sexual sana, que conozcan su cuerpo, su intimidad, que se vaya adaptando. Claro que a ti te da miedo hablar con 7 años de eso, pero es que con 8 les van a llegar estas imágenes, y su cerebro tampoco está preparado para recibirlos.
Y se puede legislar contra el porno. Tú no puedes hacer nada en tu casa para que no le llegue, pero el gobierno sí puede legislar. Simplemente puedes hacer una legislación que no permita ningún vídeo que escenifique un delito. Si quitas esa incitación al odio contra las mujeres, esa incitación a cometer delitos, te quitarías el 88% del porno que existe. O sea, creo que al final no se quiere legislar, y es otra cosa, porque la pornografía mueve muchísimo dinero. La prostitución, que al final es la misma raíz, también la mueve.
Y creo que aquí nos tenemos que poner las pilas ya, en educación, en prevención, en formación y en legislación. Los chavales con los que yo trabajo no se meten en web porno, no les hace falta. Sobre todo a través de enlaces, de stickers… ya lo tienen. Cuando los padres revisan el móvil a sus hijos, no se dan cuenta, tú ves letritas azules, incluso cuando te metes en fotos, los enlaces están en otras pestañitas a lo que no te sueles meter. Y los stickers no se guardan como imágenes, se guardan como iconos. Y luego qué decir de que estamos en un sistema en el que las apps promueven este tipo de consumo.
¿Por qué WhatsApp ha puesto el circulito con el 1 para enviar una foto que se destruye cuando la ves una vez? ¿Por qué? Claro, es que tenemos que conectar… Y tenemos que saber que a lo mejor esto empieza mucho antes. Porque antes del porno está 365 y está ‘La que se avecina’. Cuando en un teatro pongo esta serie, hay mil adolescentes que me dicen... ‘No, no, con esto no te metas’. Pero yo no pregunto quién lo ve; les pregunto cuántas horas lo ven. Desde las 2 que llegan a casa hasta que se acuestan. Es por ello por lo que le pido a las familias que vean aleatoriamente 10 minutos de cualquier capítulo. Por eso digo que esto empieza mucho antes. Empieza con cada canción.
Hemos llevado a Eurovisión una canción que hace alusión clara a un sugar daddy. “Si tengo un problema, no es monetary. Les vuelvo loquito' a todos los daddie'”. Las familias a lo mejor no lo entienden, pero sus hijas, sí. Hay una enorme brecha generacional. Tú yo, que tenemos hijas, habremos hecho no sé cuántos cursos para saber cómo introducir los alimentos a los bebés de 6 meses pero ¿Cuántos cursos damos para introducirlos en la sociedad? Física o virtualmente, me da igual. Porque en el momento que le das un móvil o una Play y está en su habitación, tú crees que está solo, pero no es real. Está en una sociedad en la que hay muchas personas que no conoces enviándoles mensajes. Muchas. Entonces, todo eso lo tenemos que conocer. No se nace con un manual debajo del brazo. Somos la generación de familias más formadas de la historia de este país.
Hay muchos libros y no podemos caer en el error de culpar a la adolescencia. Esta adolescencia está pagando el precio. Y un precio altísimo por una sociedad que no ha sabido acabar con estas reglas morales baratas.
En un país no acostumbrado a los grandes acuerdos, sin que haya un gran pacto por la educación, ¿te sientes esperanzada o eres pesimista con respecto a esa necesaria educación en las aulas?
La educación sexual bien estructurada, desde infantil hasta la educación obligatoria, hasta cuando se pueda. Para prevenir estas conductas. Tiene que ser siempre. Pero eso no está pasando, en la nueva ley de Educación no está. Y una piensa, si no la hacen ellos, los que vengan después no la van a hacer. Ha sido un golpe duro porque tenía una esperanza grande. Pero también porque al final la política tiene que ser escuchar las necesidades sociales y convertirlas en leyes. Y esto es una exigencia.
Otra pregunta que te quería hacer a raíz de todo lo que comentas en el libro. ¿Otro porno es posible en el sentido, no sé si educativo es la palabra, pero respetuoso con la mujer?
Yo no soy partidaria del porno feminista porque al final es un porno exactamente igual, solo que no pega explícitamente a las chicas. Pero el rol de poder, los centros de placer… siguen siendo exactamente los mismos. Al final es penetración, pese a que el hombre no le pegue o escupa… este es el mayor logro feminista dentro de la pornografía. En el libro yo no quería cuestionarles, condenarles, criticarles y desmontarles toda la realidad en la que viven. Quería explicar lo que sí es sexo y cómo aprenden el sexo. Y esa estimulación sexual existe y es un reto y, la verdad, me ha costado un montón encontrarlo. Me ha costado muchísimo porque el porno lo invade todo. Entonces, sí que es cierto que menciono el tema de los relatos o el tema de los sonidos orgásmicos, etcétera.
"Por desgracia, veo cada día los vídeos que ven. Vídeos que siempre incluyen mujeres asesinadas, incluyen bebés… Cuando un chaval de 12 años entre risas, te dice, ‘mira, solo te voy a decir una cosa, un bebé y una lata de Pringles’, tú te quieres morir".
¿Cuánto porno has visto y durante cuánto tiempo para hacer el libro? Y, sobre todo, ¿cómo te ha afectado personalmente?
Por desgracia, veo cada día los vídeos que ven. Vídeos que siempre incluyen mujeres asesinadas, incluyen bebés… Cuando un chaval de 12 años entre risas, te dice, ‘mira, solo te voy a decir una cosa, un bebé y una lata de Pringles’, tú te quieres morir. Y así con todo. Yo para que te hagas una idea, yo le dije a mi pareja, ‘hasta nuevo aviso ni me toques’... hasta me replanteé mi orientación sexual, te lo digo. O sea, cuando tú ves que pones fantasías de padre y hay un millón de vídeos. Cuando ves categorías abuelos con nietas. Cuando ves niños y niñas, violadas… niñas que les ve la cara y dices que no tienes 14 años, que es imposible.
¿El libro está pensado para adolescente, para sus padres o para los profesores?
Es para adolescentes. Y es cierto que a la adolescencia le cuesta pillar un libro, pero hay muchos, muchos institutos que lo están utilizando como asignatura de Igualdad. Hay muchas familias, después de ver un monólogo, son ellos los que se lo compran, porque les apetece seguir. Y buscar ese mismo tono que yo utilizo en los monólogos, el humor, la diversión, la reflexión, me ha costado un montón en este libro. Pero creo que lo hemos conseguido. En mi anterior libro pensaba que no lo leerían y me han demostrado después de seis años que sí lo leen.