"Hay gente que para distraerse se pone una serie o sale a correr. A mí me gusta mucho trabajar". Así se arranca el periodista Juan Soto Ivars que llega a la ciudad de Alicante este jueves 13 de abril con libro nuevo bajo el brazo y dispuesto a hablar de los límites de la libertad de expresión.
La devoción por el trabajo la demuestra haciendo promoción incluso la mañana de un Viernes Santo. Y ahí reitera risueño su entrega que, como matiza, también reparte con su familia. Lo que le permite conjugar ambas facetas es que "escribo rápido y no necesito corregir muchas veces, con lo que haces más trabajo del que parece razonable. Pero no me cuesta nada".
Su visita a Alicante forma parte de la serie de foros que organiza Espacio Séneca, donde charlará con este entrevistador y el también periodista Daniel Terol. Y como avanza aquí, en su caso ha hecho profesión de decir las cosas que los demás se piensan dos veces. "Al principio lo hacía por imprudencia, la verdad", reconoce.
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"Y uno tiene polémicas y se equivoca también a veces en voz alta porque te la juegas", añade. De hecho, cuenta un caso reciente que le sucedió con una de sus columnas de opinión. "Leí un dato en una revista americana y lo puse en el artículo y el dato era falso. Cuando te pasa eso, que es el riesgo de hablar de cosas de las que habla poca gente, que a veces habla poco porque es mentira, tienes que hacer la muestra de respeto con tu público y decir que 'me la han colado, lo siento'".
Pero Soto Ivars sabe que en el filo que se mueve el peligro se mantiene. "Sí volverá a pasar porque es el riesgo de trabajar la información u opinión en un mundo lleno de bulos, muy bien construidos", razona. El peligro de esas falsedades es uno de los temas que avanza quiere desarrollar en la charla porque "la opinión que uno tiene sobre el mundo a veces le hace menos inmune a ciertos bulos que concuerdan con su opinión".
El arma frente a ello es la honestidad. "En un mundo como este hay que ser honesto y eso a veces pasa por aceptar que cometes errores. Y decirlo públicamente, no ocultarlo ni hacer el moonwalker, como Michael Jackson bailando hacia atrás".
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¿Cómo se construyó el Soto Ivars que hoy conocemos? Aunque insiste en que fue inconsciente, recuerda también la vez que cruzó esta frontera con un artículo sobre las denuncias falsas en violencia de género. "Era un tema que en aquel momento se tocaba para decir que no existían. Y esa cifra de la fiscalía de que son el 0,001 es un bulo y está publicado en todas partes ya que solo habla de las que son condenadas por falsedad, pero no sabemos cuántas hay. Ni en este delito ni en muchos otros porque no existe el dato. No se puede saber".
Al escribir aquel texto "respondiendo al mito de que no existen" sintió que "me metía en un terreno muy poco transitado". Al comprobar la respuesta que obtuvo sintió por primera vez que se encontraba frente al elefante en la habitación, el hecho del que nadie habla pese a su evidente presencia. Y decidió que ese era su terreno, como el niño que se atrevió a decir que el emperador iba desnudo.
Uno de los límites para abordar estas cuestiones es el miedo al rechazo social. "Los humanos somos seres sociales. Puede que biológicamente tenemos una especie de antena que nos permite saber dónde nos tenemos que callar para no ser apartados de la comunidad. Y esa es una fuerza muy grande. No hace falta escribir en un periódico. La gente va a enviar un whatsapp y lo borra porque sabe que en ese grupo eso que iba a decir le puede causar un problema. Y eso es lo que nos hace humanos", razona recordando el papel de Elisabeth Noelle-Neumann en esta teoría con La espiral del silencio.
La corrección como censura
El problema, como prosigue, es que "eso institucionalmente se traduce en medios que dejan de hablar de cosas que casi todo el mundo sabe". Y en eso tiene claro un ejemplo: "A mí me hacen gracia los titulares que dicen que un joven hace no sé qué. La gente cuando lo lee ya sabe que si pone joven en el titular no es blanco. La gente ya lo sabe porque es lo que tiene la corrección política: no se dice, pero todo el mundo lo entiende".
El racismo y el sexismo son dos áreas que identifica dentro de este campo en el que considera que hay muchos más temas. "Cada grupo tiene sus límites, es muy tribal. Cada política tiene su corrección. Nadie que presuma de ser libre lo es desde todos los ángulos porque siempre hay un grupo que tiene más influjo sobre ti".