Alicante

La historia de Alicante la cuentan sus mapas. Y en el Archivo Municipal de Alicante se puede aprender de ella. Desde los callejeros más antiguos que solo se centraban en un barrio, como el de San Roque, hasta los cambios que se han hecho en el siglo XX con la demolición de los balnearios en la playa del Postiguet.

El técnico Santiago Linares se encarga de guiarnos por este recorrido que inicia con un fragmento de callejero de San Roque de 1689. En él aparece la descripción de la calle, las casas que había y quienes eran sus propietarios. Y ahí bromea al comparar este protocatastro con un Google Maps del siglo XVIII.

El siguiente mapa cambia de siglo y nos lleva a 1709. Lo dibuja el Chevalier d'Asfeldt porque estamos en la época de la guerra de la Sucesión y franceses e ingleses tienen en Alicante uno de los escenarios de esta batalla internacional. Por tanto, los intereses militares son los que marcan esta representación, indica Linares, señalando las murallas que rodean, y rodearán, el casco antiguo de la ciudad por lo que se ve que el origen de la ciudad era la fortaleza protegida.

En 1709, los mapas tenían una importancia crucial para los militares.

De hecho, la huerta llegaba hasta la actual avenida de la Constitución, que entonces se llamaba barranquet porque era una vía natural de caída de agua. O en la que aparece denominada como The Hill Tosal aún no existe la otra fortaleza que tendría la ciudad, el castillo de San Fernando. El puerto solo tiene construido un brazo, que ya ejercía de protección del viento de levante, recuerda Linares.

Los cambios económicos que se vivirán en el siglo XVIII, destaca el técnico, determinarán los cambios en el siguiente mapa. La exportación y el gran crecimiento económico de Alicante por el comercio se traducirán en el puerto, la principal vía de conexión que aprovecharán las colonias de genoveses y franceses.

Estamos en el 28 de enero de 1803, cuando se publica un proyecto para la realización de obras de ampliación en el puerto, donde ya aparecen dos brazos. A pesar del crecimiento económico, la muralla se mantenía y la huerta seguía rodeando la ciudad. Y tendría mucho sentido esa protección porque cinco años más tarde España sufriría la guerra de la Independencia con la llegada de las tropas napoleónicas.

Francisco Coello se encarga de este mapa de Alicante en 1853.

La guerra marcaría la fisonomía de la ciudad y así quedaría reflejado en el plano de 1853. El barrio de San Antón, extramuros, fue derrumbado ante el temor de que las tropas francesas lo pudieran aprovechar así que a sus vecinos los realojaron en la plaza nueva del que sería barrio nuevo. En este plano de mediados del XIX, una vez se piensa que ha pasado el peligro de la guerra, lo reconstruyen aplicando los criterios urbanísticos que se aplicaban en las ampliaciones de las ciudades, con calles paralelas más alargadas en las que se buscaba una mejor circulación del aire porque otro peligro recurrente asolaba las ciudades, las pandemias.

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Este plano de 1853 muestra que ya se ha empezado a ampliar la ciudad y que todavía no existía la Explanada en la fachada marítima. En la actual plaza de la montañeta, lo que había era eso, una colina, que tenía un molino en lo alto.

El fuerte de San Fernando, construido por la guerra de la independencia ya estaba en el Tossal y el teatro Principal, que este año celebra su 175 aniversario, destaca como un atractivo del Alicante decimonónico.

La muralla por fin se derrumbará y llegará a la ciudad el ferrocarril, así que por fin se logrará la ansiada expansión de la ciudad y la aparición de inversores dispuestos a construirla, como pasó con la aparición del barrio de Benalúa.

A principios del siglo XX la Enciclopedia ilustrada Seguí recoge en 1912 el plano del nuevo Alicante, donde el castillo de San Fernando aún está a las afueras de la ciudad y donde el cruce de Alfonso el Sabio con la avenida de Luchana, que luego sería doctor Gadea aún no tenía la plaza de Luceros. El barranco de San Blas es la actual Óscar Esplá.

Con el siglo XX el mapa de la ciudad ya es plenamente un callejero. Y como bien se ha visto en la última década, cada época elige unos nombres para que aparezcan en las placas de las calles. Estamos en 1934 y la plaza del ayuntamiento era la de República. La actual Calvo Sotelo era la del 14 de abril y antes lo fue de la reina Victoria. La plaza de Luceros ya existe pero bajo el nombre de la Independencia.

En este trabajo de las gráficas Gutenberg aparece un campo de fútbol al lado del actual museo Marq donde aún no estaba construido el hospital en el que se encuentran sus instalaciones desde 2001, como tampoco aparece el Palacio provincial, pese a que la Diputación de Alicante ya tenía más de un siglo. La calle de San Fernando era la de García Hernández y Virgen del Socorro era Mare Nostrum. En este mapa aparecen los balnearios en el Postiguet. En el de Seguí se ve que en el lugar de la actual casa Carbonell aún se encontraba el mercado municipal antiguo.

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Se destaca el tamaño del nombre de Barrio de Benalúa por encima de todo mientras que en el de Carolinas aún había mucho por hacer. Lo que sí había llegado eran las casas a la falda del Tossal donde el castillo de San Fernando ya no estaba aislado de la ciudad. Había tantos cambios de nombres que en el plano aparecía un callejero con los nombres antiguos y modernos.

El estudio de estos cambios se ha disparado en este siglo. La responsable del Archivo Municipal, Susana Llorens, ya lo recogía en el Catálogo de mapas, planos, dibujos y grabados (1630-1970) editado por el Ayuntamiento. Y como concluye Linares, "estos mapas son muy consultados porque hay mucha gente que estudia la evolución urbana y en el Archivo pueden venir a hacerlo perfectamente".