Los millones repartidos por el tercer premio con el número 31938 de la Lotería de Navidad no solo han llevado la alegría al pequeño pueblo de Biar (Alicante). Desde la Administración La Mahoma se repartieron 92,7 millones, la mayoría en la localidad, pero también llevó la fortuna a dos restaurantes de la ciudad con 35 millones distribuidos y, sobre todo, al barrio Virgen del Remedio, uno de los más pobres de España, donde una droguería ha dado alrededor de 20 millones.
Todo el botín del tercer premio se quedó en Alicante, convirtiendo a la pequeña población de Biar, de 3.500 habitantes aproximadamente, en el lugar más agraciado del país. Sin embargo, donde más lo necesitaban era en Virgen del Remedio, la octava zona de las grandes ciudades con menos renta por persona del país con 7.579 euros anuales, según el INE.
Tanto los dueños de los restaurantes como el propietario de la Droguería Toni, eran amigos del lotero de Biar, por lo que compartían ese número "desde hace 20 años", asegura Toni, a quien no le dan las manos para dar abrazos a los vecinos del barrio que vienen a darle las gracias y a pedirle ya que le guarde un boleto para la Lotería del Niño.
A la vez que atiende a una mujer a la que le vendió tres décimos, de 50.000 euros cada uno, señala que se alegra por sus clientes. "A mí me da lo mismo, tengo solo un número, tenía tres, pero dos personas vinieron buscando lotería y les di los míos", asegura.
"Si me hubiesen dicho que iba a tocar a todos el Gordo menos a mí, lo hubiese firmado", añade el vendedor, quien cuenta que siente una gran alegría. "Ayer tuve que cerrar porque me hicieron llorar al venir una abuela a abrazarme. Cobra 500 euros de pensión y tenía que ayudar a sus hijos y nietos".
Toni cuenta que vendió 390 décimos en esta zona de Alicante, "he dado 20 millones de euros, me están hinchando a besos". Ahora espera a que le traigan más lotería del Niño. "Cuando tengas me guardas dos", le dice una vecina.
¿Tranquilidad o preocupación?
Las calles de este rincón alicantino están cargadas de emoción. Ana, la dueña del bar situado a escasos metros de la droguería no puede contener las lágrimas al recordar el momento de conocer que había ganado. "No me lo creía, salí gritando y me volví loca de alegría, porque soy la propietaria y está la cosa muy floja. Nos ha tocado a mucha gente que nos hacía falta".
La ganadora comenta que en el barrio "hay gente muy pobre que debemos muchas cosas, no va para ningún lujo, tan solo para tapar agujeros del bar y de casa". Sin embargo, no todo el mundo está tranquilo con la noticia. Un cliente del negocio se muestra preocupado debido a que "por esos 50.000 euros que han tocado la gente perderá sus ayudas, y son personas muy necesitadas".
El hombre, que indica que no le ha tocado, pero que se dedica a ayudar a los vecinos con el papeleo y los trámites necesarios para que le concedan algún sustento, apunta que "cuando se refleje que hay tantos ingresos, les quitarán la ayuda, y al año estás pelado y sin paga".
"No hay derecho a que una personas que le tocan 50.000 euros pierdan todo, con eso no solucionas nada, te puede aliviar, pero perder una paga en un barrio tan necesitado no puede ser, con lo que cuesta que te las aprueben", resalta.
Lo normal, para él, es que no haya dinero del Estado para los ganadores el próximo año, pero que se vuelva a activar en los siguientes. El cliente apunta que, como consecuencia, la gente buscará otras formas de conseguir el dinero sin tener que declararlo. La dueña del bar lo confirma y declara que "hay mucha gente que no quiere ir a cobrar el premio por miedo a esa situación".
Los dos lamentan que la mayoría de los vecinos están tratando de encontrar otras formas de obtener las cantidades. Las fórmulas más probables, coinciden junto a otros consumidores, serán a través del narcotráfico o con algún intercambio. Lo que debería ser motivo de felicidad se ha convertido en un problema.
"Ahora se arriesgan a que llegue un sinvergüenza y te dé billetes falsos o que se quede con el décimo", sentencia el hombre, que, junto a los demás clientes, critica el funcionamiento de los servicios a personas vulnerables y el abandono del barrio.