Desde que el arqueólogo Felipe Mejías descubrió la ubicación de una gran fosa común a finales de 2017 en Albatera, los trabajos de excavación no han parado. A finales del pasado mes de octubre, comenzaba la cuarta campaña de exploración de la zona donde se ubicaba uno de los campos de concentración del franquismo más macabros de España. "Indagar sobre memoria histórica es una cuestión de humanidad y es algo que beneficia a la sociedad", apunta el arqueólogo.
Esta "gran fosa común" correspondía en realidad a los restos de un campo de concentración que el franquismo había mandado reabrir tras ganar la guerra en 1939 y que anteriormente había servido de campo de trabajo para los detenidos por el Gobierno de la República. Durante sus 7 meses de actividad, ocurrieron tantas atrocidades que los arqueólogos que lo han estudiado lo consideran como "el campo de concentración más importante y cruel que hubo en España".
Desde este hallazgo, Felipe Mejías se encuentra realizando su tesis doctoral sobre esta cuestión. Unos trabajos que han ido cogiendo forma, hasta transformarse en diferentes campañas arqueológicas que culminan con esta cuarta, financiada por la Conselleria de Cooperación y Calidad Democrática tras unos acuerdos firmados por el anterior gobierno. Una Conselleria ahora desaparecida tras la instalación del nuevo gobierno autonómico tras las elecciones del 28 J.
Por sus instalaciones, un antiguo campo de trabajo de la República, se estima que llegaron a internar a unos 15.000 presos, entre los que destacaron numerosos soldados, figuras de la sociedad republicana e incluso políticos, como la presencia de un alcalde de Madrid de la época. Unas personas que no habían podido escapar a la represión desde Alicante, la última provincia que resistió en la guerra civil.
Nuevos hallazgos
En esta cuarta campaña iniciada el 23 de octubre, el equipo de arqueólogos de Felipe Mejías ha empezado los trabajos de prospección en la zona del que fue el campo de concentración más cruel e importante de España. A falta de más presupuesto para esta nueva campaña para poder realizar excavaciones, los arqueólogos han tenido que optar por este método de trabajo que consiste en recorrer la zona con detectores de metales, con el fin de encontrar objetos de la época.
Rokiski: emblema del ejército del aire franquista
Este emblema que figuraba en el pecho de todos los soldados del ejército del aire franquista saca su nombre de Luis Rokiski, un afamado grabador que entre el año 1939 y el de su muerte hacia 1965, realizó los emblemas para los soldados.
Un hallazgo extraño debido a que en su fase republicana, el campo no recluyó a militares golpistas uniformados.
Municiones del siglo 19
También se han encontrado municiones de calibre 16 mm para fusiles de avancarga, un tipo de munición que se usaba en el siglo 19 y que, según las hipótesis del arqueólogo "podrían pertenecer a paramilitares falangistas, lo que confirmaría su presencia en el campo", una hipótesis que está estudiando en el marco de su tesis doctoral, afirmando que todavía no se puede confirmar al 100 %, debido a que "en arqueología tenemos que ser prudentes".
Municiones
El campo está "sembrado de munición". Algo fundamental para los arqueólogos a la hora de georreferenciar los puntos donde aparecen y comprobar, junto con los testimonios de las víctimas si el lugar de la munición coincide con un posible lugar de fusilamiento. Según apunta el arqueólogo: "Esa información nos abre los ojos sobre las dinámicas represivas empleadas en el campo y explica muchas cosas".
Anillo
Aún faltaría estudiar en profundidad el significado de este anillo, que podría pertenecer a algún prisionero o guardia del campo.
Monedas marroquís
Entre los descubrimientos de esta cuarta campaña, que finalizará en una semana, figura una moneda marroquí, un pieza relevante que podría explicar varias cosas. La pieza, datada del año 1930, confirmaría la presencia de soldados Regulares en el campo. Durante la Guerra Civil Española, estos los soldados, afincados en el norte de Marruecos, zona que se encontraba bajo dominio español en aquella época, colaboraban con el ejército franquista. Según los testimonios de víctimas que ha recogido Felipe Mejías, en el campo de Albatera podrían haber estado estos soldados.
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Además, la localización de esta moneda, encontrada en una zona que coincide con uno de los bordes del campo, confirmaría que estos soldados hacían de guardias de vigilancia. Unos soldados que, según lo recogen las investigaciones del arqueólogo, obtenían una prima por disparar a los prisioneros que intentaban huir del campo.