La provincia de Alicante es uno de los destinos favoritos de los narcotraficantes extranjeros que, como los turistas o residentes de otros países, encuentran en esta tierra el lugar donde vivir, aparentemente como ciudadanos con amplios recursos, a la vez que producen en la oscuridad cantidades ingentes de marihuana que envían a posteri a numerosos países europeos.
Así lo confirma a este medio Antonio Sánchez Ruiz. Él es el teniente del puesto de la Guardia Civil de San Vicente del Raspeig, cuya unidad tuvo que repeler los disparos de un narcotraficante el pasado 28 de marzo cuando participaban en una redada contra el cultivo de marihuana en un chalé de la partida de El Moralet, en el término municipal de Alicante.
"Cuando empezamos a trabajar en una investigación, casi siempre tenemos la certeza de que los organizadores importantes del entramado viven todos en la zona de la playa San Juan, les encanta", asegura. "En muchas ocasiones hemos hecho registros en esas zonas porque les gusta vivir muy bien", añade. "Tienen todos los servicios, atraídos por un buen clima, viviendas estupendas, simulan vivir con sus familias e hijos, los tienen de hecho escolarizados, todo muy normal", explica tras aclarar que su alto tren de vida "obedece a sustanciosos ingresos periódicos" por su actividad delictiva" que hace que "el dinero les queme en las manos y se lo gasten en coches de alta gama, bolsos, viajes o joyas".
Asimismo, Sánchez Ruiz destaca una de las últimas tendencias entre los narcotraficantes. "Hemos detectado que gente que antes se dedicaba a traficar con cocaína, ahora también se han pasado a la marihuana porque es una actividad muy lucrativa", avanza. "Usan cada vez más medios sofisticados para cultivar en el interior de viviendas o naves industriales, incluso hemos conseguido desmantelar cultivos que estaban bajo de tierra", apostilla. Cosechas con un alto rendimiento al acelerar el proceso y, de esta forma, lograr cada tres meses tenerlas listas, es decir, cuatro cosechas al año, a las que tratan de dar salida en otros países europeos, donde "el precio del gramo está bastante alto".
Para producir marihuana, la red de delincuentes se hace valer en muchos casos de chalés como el del tiroteo de El Moralet, el cual, recuerda, hace una década se produjo una explosión "cuando intentaron manipular la marihuana para extraer el aceite de hachís utilizando un gas que se utiliza para recarga de los mecheros", rememora este agente." Entones se produjo una acumulación de gas y en parte de un cobertizo de ese chalé se produjo una deflagración que dejó a algunos de sus moradores con quemaduras. "Cuando fuimos hallamos numerosas plantas de marihuana", informa.
Chalés como el de esta pedanía alicantina han proliferado en los últimos años para cultivo de marihuana. No son, en contra de lo que se podría pensar, ocupados ilegalmente, sino que "se realiza un contrato legal, pero normalmente con identidades ficticias". Entonces, el arrendatario, "de buena fe, suscribe el contrato con esa persona que además usan como cebo el poder pagar una importante cantidad económica incluso por adelantado; a veces incluso pagan años completos". Es, insiste este jefe de la Guardia Civil, un modus operandi habitual porque el arrendatario del chalé queda contento y, al recibir tanto dinero, "se garantiza que no mete la nariz por su propiedad".
El problema viene luego. "Se dedican a manipular la instalación, a veces producen grandes daños en las propiedades, rompen paredes para introducir tubos o cableado o, a veces, directamente tiran las paredes y cuando intervenimos y los propietarios toman sus viviendas, se producen escenas muy desagradables"
Regentaban clubes cannábicos
En el caso de la organización del chalet de El Moralet, la Guardia Civil sabía desde hacía tiempo que regentaban dos clubes cannábicos en la provincia, por lo que la plantación de marihuana servía para suministrar a los socios, afirma el teniente de San Vicente. Uno de ellos estaba situado en San Vicente, donde lo desmantelaron a finales de 2019 tras comprobar "que era ilegal y que en su interior se traficaba con drogas", incautando "una importante cantidad".
El siguiente paso era investigar el segundo club cannábico, situado en la playa de San Juan, "pero llegó la pandemia", la cual modifica el modus operandi de estas organizaciones. Sin poder lucrarse por las restricciones de movilidad, "se reconvierten en otro tipo de empresarios, inauguran establecimientos de ocio que son los que, de alguna manera, les permite simular o blanquear la verdadera actividad delictiva", apostilla.
Y, con la pandemia, este grupo organizado introdujo en el chalé un generador eléctrico para evitar que la compañía Iberdrola dectara un consumo excesivo que les hiciera sospechar. Todo, motivado por el bajo precio del gasoil que se produjo durante el Covid. Pero llegó la guerra rusa en Ucrania y el gasoil se dispara, por lo que desconectaron el generador y se engancharon de manera ilegal a la red eléctrica.
Sobre el tiroteo y las "armas trampas"
Antonio Sánchez Ruiz aclara que si bien intervenir en tiroteos "no es algo habitual, sí que es cierto que las últimas informaciones de Inteligencia apuntan a que ha habido en otros lugares sucesos parecidos". De hecho, cuando explotaban esta operación en El Moralet, "uno de los implicados de nacionalidad polaca tenía a mano en la mesita de noche una pistola municionada y con el número borrado". No la pudo usar (y están estudiando si está vinculada con anteriores delitos) "porque fuimos quizá más rápidos, pudimos colarnos y no le dio tiempo".
Este caso, como otros similares, tienen en común que se enfrenta a "delincuentes muy peligrosos" al ir armados porque se temen los denominados 'vuelcos', los robos de la droga por parte de otras bandas. Añade el teniente de la Benemérita que también es frecuente encontrarse con "armas trampas", como "la típica escopeta que se pone una cuerda y cuando accede una tercera persona se dispara".
En todo este tiempo, la unidad de San Vicente de la Guardia Civil ha participado en 34 intervenciones en los últimos cuatro años, "dirigidas en la mayor parte de las ocasiones contra grupos organizados", de los que dos eran grupos de alta criminalidad. "Son los que se dedican, además de la marihuana, a todo tipo de delitos". Hubo en concreto una intervención que realizamos en 2019, también en la zona de El Moralet, donde intervinieron un subfusil con 100 balas, rememora.
Por último, Antonio Sánchez Ruiz reconoce que "una cosa es cuando te dan cursos teóricos sobre instrucción en armas, y otra cosa es vivirlo en la realidad". Y psicológicamente, ¿como se soporta una situación tan extrema? Le preguntamos. "Nosotros estamos bien, conscientes de que se ha cumplido la profecía autocumplida de que a veces piensas que nunca te va a tocar a ti hasta que te toca, pero bueno, somos profesionales y estamos, de hecho, estudiando otras intervenciones". Además, aclara, "el miedo es una sensación muy subjetiva".