Que la influencia del presidente de la Generalitat, Ximo Puig, sobre el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez -ambos del PSOE-, es escasa, se sabe desde que Puig apoyó al resto de barones socialistas en otoño de 2016 para provocar la dimisión del entonces secretario general federal socialista. Concretamente a Susana Díaz y Tomás Gómez, hoy fuera de la política.
Pero ayer llegó a su punto culminante cuando el Gobierno nombró a A Coruña y Sevilla como sedes nacionales de las futuras agencias de la Inteligencia Artificial y el ámbito Aeroespacial, por las que competían Alicante y Elche respectivamente. Según se había pregonado por la Generalitat, cumpliendo de sobra con todos los requisitos, incluso por delante de otras ciudades en las comunicaciones.
En la decisión no se puede observar un sesgo partidista porque aunque Inés Rey y Antonio Martínez son alcaldes socialistas, la propuesta para ambas sedes ha partido de las comunidades autónomas de Galicia y Andalucía, ambas gobernadas por el PP. Y en el caso de la provincia, Alicante está gobernada por el popular Luis Barcala y Elche por el socialista Carlos González.
No obstante, estas dos decisiones se unen a los continuos agravios del Gobierno central con la provincia de Alicante, que en este año se han agudizado. Primero, colocando a Alicante a la cola de inversión per cápita en los Presupuestos Generales del Estado, algo que se ha intentado parchear con enmiendas.
Este agravio presupuestario ha provocado dos manifestaciones durante el pasado mes a las puertas de la Subdelegación del Gobierno, pero aún así el presidente de la Generalitat no se ha opuesto frontalmente a Sánchez alegando que intentará completar las inversiones con sus presupuestos auntonómicos, aunque no tenga competencias sobre las principales infraestructuras que necesita la provincia.
Y segundo, con los continuos recortes al trasvase Tajo-Segura que la semana pasada terminaron con la abstención de la Comuniad Valenciana en el Consejo Nacional del Agua mientras que salían en apoyo de Alicante Galicia, Madrid, Murcia y Castilla y León. Una abstención.
La abstención fue recibida como un bofetón por el empresariado alicantino y el presidente de la Cámara de Comercio, Carlos Baño, le recriminó en persona y explícitamente al presidente Puig en la Noche de la Economía Alicantina que "no valen los cálculos partidistas en los foros donde se decide el futuro del trasvase, ni podemos vivir con continuos sobresaltos y con la incertidumbre cada vez que se deciden las cuestiones del agua".
Elecciones Municipales
Todo ello, por no hablar del malestar con el PSOE -nacional y autonómico- en la Vega Baja de Alicante desde la DANA que anegó la comarca en 2019. Ante la escasa respuesta del Gobierno central, Puig decidió asumir las consecuencias del desastre climático con un plan propio (Plan Vega-Rehace), pero los municipios no están viendo ningún resultado.
Es en esta comarca donde está creciendo exponencialmente en los sondeos la derecha (y muy particularmente Vox), pese a que Puig obtuvo unos muy buenos resultados en 2019 igualando al PP en alcaldías.
Además, la poca influencia de Ximo Puig en Madrid y el escaso interés del Gobierno central por la provincia de Alicante, se unen a la necesidad del PSOE de ganar terreno en comunidades autónomas gobernadas por el PP de cara a las municipales. Por eso, las designaciones Sevilla y A Coruña sirven para apuntalar dos feudos socialistas de cara a las municipales.
Ni siquiera Elche, que es la mayor ciudad gobernada por el PSOE en la Comunidad Valenciana, ha tenido nada que hacer frente a Sevilla. Por lo que puede convertirse en la puntilla del Gobierno Botánico en la provincia de Alicante, donde los sondeos ya vaticinan el peor resultado para la izquierda de toda la Comunidad.
Este viernes Ximo Puig se verá con Pedro Sánchez en Alicante, en la Cumbre Europea que se celebrará en la ciudad. Y todas las miradas estarán puestas en los dos líderes socialistas.