Alicante

La ministra de Transición Ecológica, la socialista Teresa Ribera, anuló ayer in extremis la reunión prevista con el presidente de la Generalitat Valenciana, Ximo Puig, prevista para ayer. "Con los billetes de tren comprados", afirmaban desde el entorno del castellonense.

Sin embargo, en el Palau de la Generalitat insisten en que se debió única y exclusivamente a un problema de agenda. No quieren pensar que tenga que ver con la aprobación por Decreto Ley del cambio de reglas del trasvase Tajo-Segura -aprobado en la Comisión Nacional del Agua- al que la Generalitat se opone. 

"Es irrenunciable", reiteró ayer Puig en Vinaroz cuando pensaba que iba a reunirse con Ribera en unas horas. Y es que el cambio de estrategia, endureciendo el discurso después de que sus socios de Compromís a través de la consellera Mieria Mollà, hayan hecho cambiar la hoja de ruta PSOE, nada tiene que ver con lo dicho la semana anterior.

Puig calificó de "aquelarre" la reunión del presidente de Andalucía, Juan Manuel Moreno Bonilla (PP) y el presidente de Murcia,  Fernando López Miras (PP), en defensa de un trasvase atacado por el PSOE nacional y castellanomanchego cada vez que hay ocasión. Poco después, forzado por Compromís, el presidente valenciano volvió a la senda de la reivindicación.

Diálogo y tribunales

Ximo Puig volvió ayer a apelar al diálogo para defender el trasvase y a los regantes alicantinos. Pero también a la desalación, la bestia negra de los agricultores del Levante español la con que la anterior ministra socialista, Cristina Narbona, derogó el trasvase del Ebro y el trazado original del Júcar Vinalopó en 2005. Una "bestia" que multiplicaría sus gastos de producción y les impediría ser competitivos.

Recientemente desde el PSPV-PSOE en la Comunidad Valenciana se volvió a enarbolar la bandera de la desalación como "agua para siempre", lema del lobby ecologista Nueva Cultura del Agua al entrar en las estructuras del Ministerio. Lo hizo el presidente de la CHS, Mario Urrea (nombrado por el PSOE de Pedro Sánchez), en una reunión de trabajo con el director general del Agua, Manuel Aldeguer.

Y mientras socialistas valencianos allanan el camino para cumplir con la voluntad del PSOE nacional, Puig mantiene que la única forma de rechazo a las decisiones gubernamentales pasa por los tribunales. Como han hecho recientemente, ratificando el recurso contra el trasvase 'cero' de septiembre.

Frente a él, incluso los nacionalistas parecen más beligerantes. Ayer, la propia Mollà  instó a Ribera, a que "recapacite" sobre la decisión de reducir el trasvase Tajo-Segura y espera que sea "consciente" de que la nueva planificación "no puede ser la tumba para la agricultura de la Comunidad Valenciana".

Aseguró que Puig mantendrá ante el Gobierno una posición "sin fisuras y contundente" respecto a un trasvase que es "necesario" para la Comunidad y que espera que la ministra tenga una actitud "receptiva, cosa que en los últimos tiempos no ha sido así". "Esperemos que recapacite", añadió.

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