Ni 'El padrino' ni 'Casablanca': la película preferida de Clint Eastwood es este clásico del cine ganador de 3 Oscars

Ni 'El padrino' ni 'Casablanca': la película preferida de Clint Eastwood es este clásico del cine ganador de 3 Oscars

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Ni 'El padrino' ni 'Casablanca': la película preferida de Clint Eastwood es este clásico del cine ganador de 3 Oscars

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Hay algunos actores y directores de cine que, lo pretendan o no, acaban encasillados en un tipo de género concreto. Es el caso de Humphrey Bogart con el cine negro, de Hugh Grant con las comedias románticas y Clint Eastwood con los wésterns. Sin embargo, aunque esta relación sea casi instintiva al pensar en ellos, lo cierto es que hay actores que no tienen predilección por el tipo de películas que suelen rodar.

Es el caso de Clint Eastwood, que a la hora de escoger cuál es su película preferida tiene claro que no es ninguna que tenga que ver con el Salvaje Oeste. De hecho, cuando se le preguntó, eligió una comedia negra revolucionaria dirigida por uno de los mejores guionistas de todos los tiempos. Un largometraje realmente trascendental que además dejó huella en Eastwood como creador.

Se trata de El crepúsculo de los dioses, una película escrita por Charles Brackett, Billy Wilder y D.M. Marshman Jr. que dirige Billy Wilder y que se estrenó en el año 1950. Sigue a Joe Gillis (William Holden), un joven escritor de segunda fila que, acosado por sus acreedores, se refugia casualmente en la mansión de Norma Desmond (Gloria Swanson), antigua estrella del cine mudo, que vive fuera de la realidad, acompañada únicamente de su fiel criado Max (Erich von Stroheim). A partir de ese momento, la actriz pretende que Joe corrija un guion que ella ha escrito y que va a significar su regreso al cine.

Durante una entrevista que concedió Clint Eastwood junto a su hijo Scott para la revista Esquire, el cineasta contaba que su largometraje preferido era este, algo relativamente sorprendente si tenemos en cuenta lo oscura que es la película y que también se puede clasificar como cine negro, dos estilos o géneros poco habituales en la carrera del director y actor.

Para él son "dos estilos diferentes: el de la actriz de cine mudo y, luego, el del personaje de William Holden, alguien más contemporáneo". También observó que "los dos estilos funcionan muy bien juntos", expresando que "siempre me gustó Billy Wilder".

El cine dentro del cine

Una de las escenas más icónicas de 'El crepúsculo de los dioses'

Una de las escenas más icónicas de 'El crepúsculo de los dioses'

El crepúsculo de los dioses es uno de esos clásicos que, aunque se estrenase hace más de setenta años, aún sigue siendo un ejemplo digno de análisis. En ella se cuenta cómo Joe Gillis acaba trabajando para la exsuperestrella del cine mudo Norma Desmond, que a pesar de que fue una de las estrellas más grandes de su generación, le cuesta hacer la transición al cine sonoro.

Vive anclada al pasado y es prisionera de sus propios recuerdos, y ahora que ya no le ofrecen papeles que interpretar, no sabe a dónde recurrir y está sumida en un estado de desesperación que le está haciendo perder la cordura. Es ahí cuando Gillis cae en sus redes, creyendo que gracias a ella alcanzará la fama y el éxito que tanto ha buscado.

El año de su estreno, El crepúsculo de los dioses fue nominada a 11 premios Oscar y se terminó llevando tres, incluyendo los de Mejor guion, dirección artística en blanco y negro y banda sonora. También fue nominada en las categorías de interpretación, Mejor película y Mejor director, aunque en aquella edición competía con Eva al desnudo de Joseph L. Mankiewicz.

Sin duda alguna, lo que hace que esta película sea tan trascendental es que ofrece una mirada única de lo que ocurre tras las cámaras. Algo que no se había visto hasta entonces en otras películas. Norma Desmond no es solo una estrella que ha comenzado a desvanecerse, también es una mujer que ha perdido completamente el control de la realidad.

Mientras permanece en su mundo perfecto dentro de casa, se percibe a sí misma como una estrella de Hollywood, pero cuando pone un pie fuera, la realidad se interpone como un jarro de agua fría. 

Es, sin duda, uno de los mejores largometrajes de la historia del cine, un relato sobre la fama, el delirio y la desesperación, pero lo suficiente ligera como para no adoptar un peso dramático aplastante. También es una visión muy crítica de la Edad de Oro de Hollywood que no pasa de moda y que apetece ver una y otra vez.