Valga (Pontevedra)
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Desde 1984, la gallega UROVESA es la principal suministradora de transportes militares para el Ejército español. Con más de 6.000 vehículos de alta movilidad tácticos (VAMTAC) diseñados y fabricados desde su fundación en sus instalaciones de Santiago de Compostela y de Valga (Pontevedra), la compañía, fundada en 1981 por el ingeniero José Sierra Fernández y hoy liderada por su hijo Justo Sierra, se ha convertido en un referente internacional en su sector. 

Los ejércitos de veinticinco países cuentan con sus equipos militares, muchos de los cuales hoy ruedan sobre territorios en conflicto, como el frente de Ucrania o la frontera entre Líbano –en el marco de la misión UNIFIL de la ONU que dirige el general español Aroldo Lázaro– e Israel. Su actividad les reporta una facturación anual que no baja de los 100 millones de euros.

Sierra recibe a EL ESPAÑOL | Porfolio en los 39.000 metros cuadrados de instalaciones situadas en el municipio valgués. Allí, en su fábrica, el equipo gallego diseña y fabrica en torno a 500 vehículos anuales, 100 de los cuales son camiones y 400 constituyen VAMTAC, su producto estrella. Estos últimos los empezaron a producir en cadena en 1998, fecha en la que estrenaron su primer modelo. Hoy son el buque insignia de la compañía del uro.

Justo Sierra, CEO de UROVESA.

Justo Sierra, CEO de UROVESA. Vicente Domínguez E. E.

Vista aérea de las instalaciones de UROVESA, la fábrica de VAMTAC gallega.

Vista aérea de las instalaciones de UROVESA, la fábrica de VAMTAC gallega. Vicente Domínguez E. E.

"Hicimos un análisis de mercado, de las necesidades transversales que tenían nuestros clientes. Desarollamos un prototipo, presentamos una licitación y la ganamos. Eso hizo que dobláramos la facturación. Con los años, el VAMTAC fue ganando en relevancia, porque es nuestro producto de mayor consumo. Tanto es así que hoy supone entre el 70% y el 75% de nuestras ventas". En 2023, UROVESA facturó 109 millones de euros, de los cuales 15 millones fueron beneficios netos, una facturación "modesta en comparación con otras empresas europeas".

La historia familiar de los Sierra

El padre de Justo Sierra, el ingeniero gallego José Sierra Fernández, fallecido en 2023, fundó UROVESA en 1981. El nombre de la compañía es el acrónimo de URO Vehículos Especiales S.A. La primera parte apela al uro, un animal salvaje y ancestral que, se dice, vivió en la Península Ibérica hace 800.000 años, antes de extinguirse por completo en 1627.

"Era el toro salvaje que vivía en Europa, casi todo Asia y el norte de África. Se extinguió como animal salvaje porque se domesticó. Genéticamente está demostrado que es el antecesor de todas las razas de bovino. El taurus primigenius. Era un animal mítico. En la época de las Galias se decía que un joven se hacía un hombre cuando mataba un uro. Adoptamos este nombre porque queríamos heredar las características de robustez, de todoterreno, de vida en estado salvaje del animal".

Inicialmente, UROVESA nació enfocada a la actividad civil. De hecho, uno de sus primeros diseños fue un automóvil 4x4 destinado a la lucha contra el fuego en entornos rurales y forestales, el TT URO. "Sin embargo, uno de los objetivos era diversificar e introducirnos en el mercado militar. Había un nicho de vehículos no cubierto y nos orientamos directamente a ello", continúa el CEO.

Sierra recuerda que UROVESA es una fábrica de integración cuya filosofía es apostar por la producción de cercanía que lleve el sello de la marca España. De hecho, la marca del uro da trabajo, en su mayoría, a vecinos de Valga, Santiago de Compostela y alrededores. "Las cabinas de los vehículos se fabrican en Vigo y en Lugo; todo el soporte inferior se crea en un entorno de 5 kilómetros a la redonda. Hay componentes que vienen de fuera, pero eso nunca es el alma del vehículo. Lo interesante es lo que hacemos aquí: la suspensión, la tracción, todo lo que tiene que ver con la usabilidad".

Justo Sierra comprueba el interior de uno de los motores de un VAMTAC.

Justo Sierra comprueba el interior de uno de los motores de un VAMTAC. Vicente Domínguez E. E.

Detalle de los VAMTAC elaborados por UROVESA.

Detalle de los VAMTAC elaborados por UROVESA. Vicente Domínguez E. E.

VAMTAC: la joya de la corona

El URO VAMTAC es un todoterreno de tracción a cuatro ruedas destinado eminentemente al ámbito militar. Es el principal vehículo de dotación de las Fuerzas Armadas de España. Su coste oscila entre los 150.000 € para unidades básicas y rebasa los 500.000 € en aquellos casos que llevan blindajes especiales específicamente diseñados para evitar calibres perforantes y minas. Tiene capacidad para cuatro personas, puede llegar a pesar 8 toneladas con blindaje y 4 sin él y sus cristales son prácticamente indestructibles.

"Es un vehículo preparado para conflictos urbanos en los que puede haber francotiradores o dispositivos explosivos", continúa Sierra. Los VAMTAC son una extraordinaria plataforma para incorporar cualquier tipo de sistema en el ámbito militar o civil que necesite ser llevado a zonas de difícil acceso, con garantías y en el menor tiempo posible.

"Tenemos más de 100 aplicaciones diferentes desarrolladas. Pueden ser ambulancias blindadas, vehículos con laboratorios móviles para amenazas químicas, nucleares o bacteriológicas; pueden llevar sistemas de comunicaciones avanzados o misiles antiaéreos y contra carro; incluso que sea utilizado para la guerra electrónica o para la detección y toma de control de drones, que es una aplicación recientemente desarrollada. Podemos mencionar el PITON, la versión de VAMTAC que incorpora sistema de detección y análisis de amenazas químicas, biológicas y radiológicas".

¿Qué hace diferente a UROVESA de otras empresas del sector dedicadas al ámbito militar? Principalmente, el expertise que han volcado los Sierra en pulir el sistema de tracción y suspensión de sus equipamientos. "Intentamos que las prestaciones del producto estén por encima de las de nuestra competencia. Los VAMTAC van dotados de un sistema de tracción que permite que, aunque tenga una sola rueda con adherencia, sea capaz de rodar. Un vehículo que evoluciona en zonas de riesgo, donde la gente se juega la vida, y que debe llevar muchos equipamientos y sistemas, no puede permitirse fallar".

Justo Sierra (d) durante la entrevista con EL ESPAÑOL en las instalaciones de UROVESA, en Valga (Pontevedra).

Justo Sierra (d) durante la entrevista con EL ESPAÑOL en las instalaciones de UROVESA, en Valga (Pontevedra). Vicente Domínguez E. E.

Además de este tipo de vehículos tácticos, el equipo humano de más de 300 personas que coordina Justo Sierra también fabrica camiones todoterreno, principalmente destinados al ámbito militar, pero también al policial y de bomberos. En la línea de producción de UROVESA se ven varias filas de ambulancias, vehículos de servicio de recogida de residuos municipales. "Lo que nos diferencia de unas instalaciones de automoción es que aquí todo lo hacemos a mano, no tenemos sistemas automatizados", se enorgullece el CEO.

PREGUNTA.– ¿Qué ha posicionado a UROVESA como la principal contratista de vehículos militares del Ejército? ¿Cuál es su régimen de contratación?

RESPUESTA.– Desde 1984 somos proveedores oficiales de Defensa. Funcionamos con diferentes figuras contractuales que derivan de un 'acuerdo marco'. Es una licitación. Firmamos una serie de condiciones generales que van a regir el suministro de un producto. Suelen durar entre 4 y 6 años. El 'acuerdo marco' no tiene un contenido contractual vinculante. Tú te comprometes a una serie de condiciones de suministro. A partir de ahí, en función de los Presupuestos Generales del Estado (PGE) asignados cada año a la ejecución de ese acuerdo, se firman documentos que sí tienen contenido contractual vinculante, y que son los que firman los propios organismos de contratación, como el Ejército de Tierra, el de Aire o la Armada.

P.– Ustedes venden VAMTAC y otros camiones todoterreno a España, pero también a otros ejércitos, como el de Arabia Saudí, Marruecos, Indonesia, República Dominicana u Omán. ¿Cómo se distribuye su producción? ¿Y cuáles son sus principales clientes?

R.– Más allá de España y de Europa, nuestros principales mercados son Oriente Medio y Asia Pacífico, donde estamos teniendo contratos de forma recurrente. Portugal también es importante. Del total de nuestra producción, dos tercios son exportaciones. Lo normal es que tengamos un 55% exportación y un 45% de mercado español, aunque según el año varía. En la pandemia, por ejemplo, las exportaciones se dispararon frente a las ventas en España.

P.– ¿Qué líneas rojas éticas hay respecto a la venta de equipamiento militar a países conflictivos o que no respeten los derechos humanos?

R.– Hay dos variables. La primera es que hay una serie de países donde no puedes vender cierto material porque no obtendrías una licencia de exportación. Quizás sí una unidad civil muy básica, pero este VAMTAC, si llegase a la aduana para embarcarse a un país y no estuviera cubierto por una licencia de exportación expedida por el ministerio de Comercio, su transporte sería inmediatamente paralizado y podría ser exportado. Algo así ocurriría con Rusia o Irán, por ejemplo. Hay países inestables donde se pierde la trazabilidad del material. Eso no nos lo podemos permitir. No interesa, por imagen ni por principios. Si cuando tramitamos un proyecto vemos el riesgo de que exista una limitación legal, o si no nos sentimos cómodos con la utilización del material, no lo hacemos.

P.– ¿Cómo es el proceso de diseño y fabricación de un vehículo militar?

R.– Debemos tener claro cuál es la necesidad operativa del Ejército y ver cómo podemos cubrirla. Nos apoyamos en el conocimiento que tenemos y en las buenas relaciones que mantenemos con el Ejército. Si sabemos que necesitan llevar un contenedor para comunicaciones, debemos diseñar un vehículo con alta capacidad de carga y dimensiones. Nos ayuda mucho todo aquello que esté estandarizado dentro de nuestro Ejército y, sobre todo, dentro del territorio OTAN, que tiene una serie de normas y requisitos de funcionamiento, como los rangos climáticos en los que deben funcionar los vehículos, el tipo de conexiones que usan, la alimentación del sistema eléctrico, o algo tan básico como el gancho de remolque que se utiliza.

P.– ¿Cuál es su principal competencia? 

R.– En Europa hay bastante competencia, pero en España, para este tipo concreto de vehículos, no. Tenemos un nicho muy específico. Pero en otros países como Francia, Suiza o Italia se fabrican otros vehículos similares.

P.– ¿Cómo gestionan la exclusividad de su contenido? ¿Tienen patentes?

R.– Es difícil patentar un vehículo. El VAMTAC, por ejemplo, lleva una suspensión independiente y bloqueos de diferencial, pero nada de eso es patentable. Nosotros apostamos por que la robustez del vehículo sea diferente, que pueda aguantar hasta 11 toneladas con el material incluido y que responda campo a través. Ahí sí que hay secretos industriales que tienen que ver con el diseño, la fabricación y la integración final. Un vehículo así consta de 4.000 y pico referencias de fabricación. No es fácil.

Justo Sierra frente a un hangar con varios VAMTAC en la fábrica de UROVESA.

Justo Sierra frente a un hangar con varios VAMTAC en la fábrica de UROVESA. Vicente Domínguez E. E.