Los cuatro caminos que pueden llevar a la victoria a Donald Trump o a Kamala Harris
- Las matemáticas presentan muchos escenarios, pero la lógica apunta a otra cosa: si Harris o Trump ganan Pensilvania y Carolina del Norte tendrán pie y medio en la Casa Blanca. Si se reparten ambos estados, surgen los problemas.
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Puede ser una noche muy larga o puede que acabe antes de lo previsto y podamos irnos relativamente pronto a la cama. A las dos de la mañana, cierran los colegios electorales en Pensilvania. Para entonces, el recuento en Carolina del Norte debería llevar media hora en proceso. Aunque los dos últimos recuentos electorales han sido arduos y lentos, lo cierto es que, para esa hora, si las “exit polls” (sondeos a pie de urna) aciertan, ya podemos hacernos una idea de quién va a ser el próximo presidente de los Estados Unidos.
Los dos estados son clave por la cantidad de delegados que aportan al Colegio Electoral (19 en el caso de Pensilvania, 16 en el de Carolina del Norte) y por su importancia demográfica. Si cualquiera de los dos candidatos gana en los dos estados, puede ir celebrando la presidencia, por mucho que aún haya opciones matemáticas y escenarios posibles que desgranar el resto de la madrugada. El problema para los que no quieran trasnochar es si los dos candidatos se reparten ambos estados. Ahí es donde entran en juego demasiadas combinaciones que vamos a tratar de reducir a las más relevantes.
Lo que Harris necesita para llegar a la Casa Blanca
El Partido Demócrata ha ganado el voto popular en todas las elecciones presidenciales desde 1992 con una excepción: el holgado triunfo de George W. Bush ante John Kerry en 2004. Las encuestas no se ponen de acuerdo en qué va a pasar esta noche y eso, en principio, es una mala noticia para Kamala Harris: Hillary Clinton ganó en 2016 por más de dos puntos y aun así perdió el Colegio Electoral por 74 delegados. Joe Biden se impuso en 2020 por siete millones de votos (un 4,5%) y tuvo que esperar a que acabaran los tortuosos recuentos en Wisconsin, Michigan, Pensilvania, Arizona y Georgia para poder celebrar la victoria.
Ahora bien, estas tendencias no tienen por qué repetirse en 2024. Harris podría ganar por los pelos a nivel nacional, sea por una mayor aceptación de Trump en estados como Nueva York o California que mueven a millones de votantes o por un mayor dominio republicano en zonas rurales de la América profunda. Podría incluso no ganar y daría igual si consigue una décima más en los estados que realmente cuentan. Recordemos que el sistema electoral estadounidense otorga todos los delegados de un estado al ganador, sin atender a proporciones. Maine y Nebraska son las únicas excepciones, pero solo dos de sus delegados se eligen proporcionalmente.
¿Qué necesita Harris para ganar, entonces? Por supuesto, como decíamos antes, si a las dos de la mañana las encuestas la dan como vencedora en Carolina del Norte y Pensilvania… y si después el recuento confirma esos sondeos, tendrá tres cuartos del camino hecho. ¿Por qué? Porque son dos estados que reflejan demografías muy distintas y que influyen en los de su entorno. En otras palabras, si Harris gana en la industrial Pensilvania, es muy improbable que pierda Michigan y Wisconsin, donde las encuestas le dan una ligerísima ventaja.
Del mismo modo, si gana en la multirracial Carolina del Norte, donde republicanos y demócratas han ido alternando victorias en las últimas convocatorias, siempre con un margen inferior a cinco puntos, lo más probable es que esa victoria pueda reproducirse en otros estados como Georgia. En cualquier caso, ya que Trump ha ganado en Carolina del Norte las dos veces que se ha presentado, otorguemos al expresidente la victoria en ese estado -lo contrario, ya digo, sería fatal para los republicanos-, ¿qué necesitaría entonces Harris para compensar esa pérdida?
El voto de la clase obrera blanca
Algunos lo llaman “el cinturón del óxido”, otros lo llaman “el muro azul” y, en general, se suele conocer como “el midwest”. Se trata de la serie de estados del noreste famosos por su industria venida a menos y su mayoría blanca de clase trabajadora. Para lo que nos interesa esta noche, vamos a centrarnos en el trío Wyoming-Michigan-Pensilvania. En 2016, Trump se llevó los tres por un porcentaje minúsculo. En 2020, Biden hizo lo propio, también con unos márgenes muy inferiores a su ventaja en el total del país.
El escenario de victoria más probable para Harris consiste en ganar de nuevo para el Partido Demócrata los tres estados. Si lo consigue, y no se tuerce nada, llegará justo a la cifra mágica de 270 delegados electorales. No necesitará nada más. Dicho esto, ¿qué pasa si se le escapa uno de los tres? Ahí, entran combinaciones más o menos improbables. Si la derrota se da en Pensilvania, volvemos al dilema inicial: necesita ganar Carolina del Norte… y sumar Arizona, Nevada o Georgia. Si pierde Michigan, le basta con ganar Carolina del Norte o la combinación sureña de Nevada y Arizona. Si pierde Wisconsin, una victoria en Arizona o Carolina del Norte le bastaría para redondear el triunfo.
En las últimas semanas se viene especulando con que Harris podría sacar mejor resultado entre los blancos de clase media -especialmente mujeres que ya castigaron al Partido Republicano en las midterms de 2022 por su postura respecto al aborto- y peor resultado que Obama o que Biden entre latinos y negros. Todo eso está por ver, desde luego, especialmente tras los desafortunadísimos comentarios del cómico Tony Hinchcliffe en el acto de campaña de Trump en Nueva York, donde calificó a Puerto Rico de “isla de basura flotante”.
La reacción en la comunidad portorriqueña, estado libre asociado dentro de la unión, ha sido inmediata, con varios de sus máximos representantes como el músico Nicky Jam, retirando su apoyo al expresidente. Si, con todo, Harris no consigue los votos de los estados del sur, lo tendrá que fiar todo a la carta del midwest. Trump, en cambio, tiene más opciones. Al menos, en principio.
Allá donde se equivocan las encuestas
La victoria de Trump pasa por cualquier escenario que no esté entre los mencionados para una victoria de Harris. Así de sencillo. Básicamente, como decíamos, se puede resumir en ganar Pensilvania y Carolina del Norte. Si gana los dos estados, podría permitirse perder en Georgia y aun así ganaría si vence en Arizona y Nevada. A la inversa también funciona, es decir, si Trump gana las dos joyas de la corona y además se lleva Georgia, ya da igual lo que pase en Arizona, Nevada, Michigan o Wisconsin.
Ahora bien, todo esto pasa, insistimos, por Pensilvania. Si Trump no gana ahí, donde las encuestas le auguran un mejor resultado, tiene, forzosamente, que ganar en Michigan o en Wisconsin. ¿Con eso bastaría? Vamos a explorar sus opciones: una victoria en Michigan le da la Casa Blanca siempre que también gane en Georgia y en Nevada o Arizona. Si esa victoria se da en Wisconsin, que solo reparte diez delegados, tendría que ganar en los otros tres estados a la vez. Por supuesto, si gana en Michigan y en Wisconsin, además de Carolina del Norte, que lo estamos dando por hecho, solo una debacle le apartaría de la presidencia: tendría que perder en Arizona, en Nevada y en Georgia.
También puede haber sorpresas, claro. Una reciente encuesta de la prestigiosa empresa de Ann Selzer le daba la victoria a Harris en Iowa, un estado tradicionalmente republicano. Si Trump pierde Iowa, es muy improbable que gane en los otros estados de mayoría blanca del noreste. Aunque lo ganara, si la encuesta refleja fielmente un volcado del voto blanco hacia Harris, probablemente perdería las elecciones en los demás estados y con una cierta contundencia. Eso sí, en la candidatura republicana siempre pueden apelar a los groseros errores de las encuestadoras en su contra precisamente en esos estados en 2016 y 2020. Dicho esto, Ann Selzer clavó los resultados en ambas convocatorias.
En cualquier caso, esos son escenarios que habrá que analizar si se complica la cosa. Para empezar, basta con fijarse en Carolina del Norte y Pensilvania y luego ya iremos viendo. Si uno de los dos candidatos se impone en los dos estados, váyase a dormir tranquilo (o no, eso ya depende de usted); si hay división, empezará la fiesta de los recuentos y las impugnaciones. Y entonces, sí, la noche se hará larguísima y enlazará con el día y así hasta que por fin haya un ganador definitivo.