Al Pacino, en 'Serpico' (Sidney Lumet, 1973)

Al Pacino, en 'Serpico' (Sidney Lumet, 1973)

Cine

'Sonny Boy', las memorias de Al Pacino: el chico del Bronx que se convirtió en una leyenda de Hollywood

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Sonny Boy revela un aspecto de la vida de Al Pacino (Nueva York, 1940) que coincide con lo que contaba sobre su infancia Quentin Tarantino en Meditaciones de cine (Reservoir Books, 2023).

Portada de 'Sonny Boy'

Portada de 'Sonny Boy'

Sonny Boy

Al Pacino

Traducción de Elisabet Bruna. Libros Cúpula. 2024. 376 páginas. 24,95 €

El actor y el director, con la distancia temporal y espacial evidente, fueron hijos de matrimonios rotos que quedaron al cuidado de unas madres que les llevaban a menudo al cine, y que además no tenían reparos en que sus respectivos retoños vieran películas para adultos, con altas dosis de violencia y sexo.

Esto no solo los convirtió en pequeños héroes entre sus amigos –y ellos bien que se encargaron de fanfarronear al respecto–, sino que les acabó ofreciendo a la larga una vocación. Con cinco años, Pacino imitaba la escena de Días sin huella (Billy Wilder, 1945) en la que el alcohólico que interpreta Ray Milland busca desesperadamente bebida por su casa. Su familia se moría de la risa. Ahí sitúa el chispazo original de su carrera.

En estas memorias, el actor dedica los primeros capítulos a rememorar su agridulce infancia en ese crisol de culturas que era el sur del Bronx, marcada por la falta de recursos de su familia, por la xenofobia contra los hijos de inmigrantes, por los problemas mentales de su madre y la ausencia de la figura paterna.

Pero la mirada de Pacino está cargada de nostalgia por la vida en la calle, ese paraíso que construía con sus amigos, haciendo trastadas, recorriendo los tejados, metiéndose en problemas, cada vez más gordos. Sus íntimos, Cliffy, Bruce y Pitey, acabarían muriendo muy jóvenes por culpa de la heroína. A Pacino le salvó el teatro.

Tras su paso por el Living Theatre, por el off-Broadway, por el teatro de provincias y por el Actors Studio, una época en la que estuvo siempre al filo de la indigencia, Pacino recibió la llamada de Coppola para interpretar a Michael Corleone y, el resto es historia: unos años 70 gloriosos, con Serpico (1973), El Padrino. Parte II (1974), Tarde de perros (1975) y Justicia para todos (1979); un bache de una década, en la que sin embargo dio a luz al que considera su mejor filme, El precio del poder (1983), muy incomprendido en su momento; y el resurgimiento en los 90 con el Oscar por Esencia de mujer (1992).

En Sonny Boy, Pacino no escatima detalles sobre los puntos más oscuros de su biografía, desde sus problemas con el alcohol (“Lo tomaba para calmar el dolor y el vacío”) a su mala predisposición a la fama (“Es una extraña forma de quedar apartado del mundo”), pasando por su mala reputación de actor “difícil”, su incómoda relación con Hollywood en sus inicios o su frustración por el fracaso de las películas experimentales que dirigió: Looking for Richard (1996) y Salomé (2013). Tampoco rehuye sus problemas económicos a partir de 2010 (“Acabé haciendo películas realmente malas”).

Escrito con un lenguaje sencillo y funcional, Sonny Boy atrapa por su honestidad, aunque se echan en falta más anecdotas sobre Hollywood. En cualquier caso, interesa conocer que Pacino rechazó a Bergman, Bertolucci, Fellini y Pontecorvo, divierte su primer encuentro con Marlon Brando, comiendo espaguetis, y emociona su relación con su mentor Charlie Laughton.