Un hombre viendo porno en su ordenador

Un hombre viendo porno en su ordenador iStock

Salud

Radiografía de un adicto al sexo: así son las personas que padecen este trastorno y luchan por controlar sus impulsos

Publicada

La adicción al sexo es un tema bastante complejo. A pesar del problema que supone para quien la sufre, no se incluye en los manuales de trastornos mentales ni hay consenso sobre su diagnóstico. "Ni siquiera hay un acuerdo sobre como llamarla", señala Marta Ortega, doctora en psicología y sexóloga. Esta conducta compulsiva afecta enormemente a la vida de quienes la sufren. Además, se ve agravada por el tabú y el estigma que la rodea, explica Paula López de Juan Abad, psicóloga y, también, sexóloga miembro del centro lasexología.com.

Los adictos al sexo muestran un deseo descontrolado y, sobre todo, una pérdida de control total de la conducta, explican las dos profesionales. Para Ortega, emplear términos como 'excesivo' respecto a la frecuencia o la cantidad de relaciones sexuales o masturbaciones que tienen estas personas es algo ambiguo. "¿Cuánto es demasiado?", se pregunta. Indica que lo importante para diagnosticarlo es ver el motivo por el que lo hace. Si se trata de algo que quiere de verdad o de una conducta que no puede evitar, aunque lo intente y si la motivación es evadirse de emociones o vivencias negativas.

Esto último es algo muy común entre estas personas, coinciden las sexólogas. Primero el sexo es un elemento para la satisfacción personal, pero con el tiempo lo usan para eliminar un malestar emocional. "Manifiestan este tipo de comportamientos para buscar cierto alivio que no saben lograr de otra forma", detalla Ortega. 

Este problema, como cualquier tipo de adicción, tiene que ver con el sistema de recompensa del cerebro, que se activa cuando se realizan cosas placenteras (como tener sexo o comer chocolate). También funciona como una especie de motor que impulsa a repetir esas conductas y lo acaban asociando a otros estímulos o situaciones, explica la profesional de lasexología.com. 

Pone el ejemplo de alguien que se masturbe y comience a hacerlo cuando se estresa o tiene algún problema. "Le quita esa sensación de malestar y lo acaba asociando [el comportamiento] a ese contexto". En ese momento, es mucho más probable que se produzca una adicción, apunta la especialista.

La adicción al sexo conlleva mucho malestar y angustia para quienes la padecen, lamenta López de Juan Abad. Tiene muchas repercusiones en ámbitos como el trabajo, los estudios y la pareja. Este problema lleva a algunas personas a cometer numerosas infidelidades, lo que puede acabar con su relación, explica la doctora en psicología. Incluso, puede suponer un problema económico si el afectado o la afectada acaba consumiendo prostitución.

Muchas veces, aunque ellos mismos saben el impacto negativo que tiene esta conducta, "son incapaces de ponerle fin", cuenta la profesional de lasexología.com. Acaban dedicando mucho tiempo a planear y llevar a cabo este tipo de actividades y pueden perder la noción del paso de las horas, añade. 

Mario (nombre ficticio para preservar su identidad) conoce bien lo que es. Es un adicto al sexo en recuperación y ha sufrido este problema durante treinta años. Reconoce que este problema de conducta le hacía sentir vergüenza, culpa y miedo. "Era un comportamiento que no podía parar", se queja. 

López de Juan Abad explica que puede darse a cualquier edad. No obstante, esta conducta compulsiva suele iniciarse en la adolescencia y la juventud y tiene una tendencia a mantenerse en la adultez. También agrega que  Mario no sabe exactamente cuando empezó su problema, lo sitúa sobre los 12 años: "Probablemente, cuando empecé a consumir pornografía". Mal utilizada puede ser, perfectamente, el detonante de esta adicción, agrega Ortega.

La profesional enuncia que este tipo de contenido muestra una imagen del sexo que no es real. Esto puede hacer que haya personas que sientan "cierta angustia o ansiedad al enfrentarse a los encuentros sexuales", porque consideran que deben cumplir una serie de estándares. Por lo tanto, cabe la posibilidad de que derive en conductas compulsivas para probar si cumple o no esas expectativas y cómo mejorarlas, continúa.

El control de otros impulsos

La doctora en psicología cuenta también que los adictos al sexo pueden experimentar también dificultades en el control de sus impulsos a otros niveles. "Pueden tener atracones de comida o consumir otras sustancias [alcohol o drogas]", aclara. López de Juan Abad añade que es habitual que se solape con otro tipo de adicciones e, incluso, con trastornos mentales, lo que se conoce como patología dual. De hecho, pueden llegar a consumir sustancias como alcohol o drogas para desinhibirse si sienten vergüenza para lograr mantener relaciones sexuales.

Las expertas hablan también de la relación entre esta conducta compulsiva y el chemsex (el consumo de drogas con fines sexuales). Ortega reconoce la "clara correlación" entre ambas, pero no sabe bien en qué orden influye una práctica en la otra. "No sé qué va antes, la gallina o el huevo". A veces, algunos adictos buscan prácticas más frecuentes, más duraderas y más intensas porque desarrollan tolerancia y les cuesta más lograr la satisfacción. Para eso, amplía, consumen drogas que les ayuden. 

En este comportamiento compulsivo no hay un perfil concreto de paciente, aunque las especialistas reconocen que afecta mayoritariamente a los hombres. López de Juan Abad reconoce que influye un componente sociocultural en cuanto a la educación recibida y los roles de género.

Confusiones habituales

La especialista desgrana que es importante no confundir la adicción al sexo con el concepto de deseo sexual. Es decir, que alguien lo tenga elevado no significa que suponga ningún problema para su vida. Puede ser algo normal, siempre que sea "totalmente consciente, deliberado, y sin condiciones que impidan controlarlo". 

Otra cosa con la que se podría confundir es la hipersexualidad. Es un aumento notable del deseo sexual en un momento concreto, que puede derivar en malestar, pensamientos muy persistentes relacionados con el sexo o excitación, expone la sexóloga. 

López de Juan Abad aclara que las personas en esta complicada situación suelen presentar adicción a algunos componentes, pero no a todo el sexo. Alguien puede tener un problema con la masturbación y hacerlo de manera compulsiva, pero ser capaz de mantener relaciones sexuales con otra persona con total normalidad, y viceversa. 

Cómo tratarla

En cuanto al tratamiento, Ortega explica que depende del profesional que lo aplique y que debe ser "totalmente personalizado". Normalmente, se suele trabajar con una terapia de aceptación  y compromiso. El objetivo es que el paciente sea consciente de para qué usa el sexo y aprenda a convivir con sus impulsos sin que condicionen su vida. Para ella, lo ideal es que, en lugar de establecer una frecuencia concreta para estas actividades, sea la persona quien elija y sepa por qué. 

Mario recibe ayuda profesional de un psicólogo para tratar su adicción, entre otros problemas, y también forma parte de Adictos al Sexo y Amor Anónimos (ASA). Este programa funciona de forma parecida a otros como Alcohólicos Anónimos y le ayuda controlar esta conducta compulsiva. En ASA emplean un programa de 12 pasos y el primero, cuenta, es reconocer el problema. "Solo no se puede, pero si lo trabajas, se puede salir".