Las 35 ruinas de Zamora: monumentos en alerta roja y a punto de desaparecer
Patrimonio abandonado de la provincia: castillos, iglesias o palacios que son un pedacito de la historia de Zamora
13 octubre, 2023 07:00Noticias relacionadas
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La Lista Roja de la asociación Hispania Nostra es una herramienta creada para concienciar sobre el patrimonio en riesgo en España. Creada en 2007, busca la participación pública en la protección y preservación de bienes culturales y naturales en peligro y se ha convertido en un referente nacional sobre la protección patrimonial.
Cualquier persona o asociación puede solicitar la inclusión de un elemento en la lista si considera que está amenazado. Después, el Comité Científico de Hispania Nostra analiza las denuncias y decide la inclusión si existe un riesgo real de pérdida de valor. La Lista Roja representa un esfuerzo colectivo para preservar la historia y la educación, y enriquecer nuestro patrimonio como parte de nuestra identidad y sociedad.
Desde su creación hace ya dieciséis años, la asociación ha incluido en esta Lista Roja hasta 42 elementos patrimoniales de la provincia de Zamora. De estos, siete han logrado salir de esta alerta gracias a la intervención de las diferentes Administraciones públicas o sus dueños particulares.
El 16 diciembre 2007 una iglesia fue la primera de la provincia en ser incluida en esta lista de la vergüenza: el templo dedicado a San Nicolás en Castroverde de Campos. Aunque esta iglesia data del siglo XIII, de la construcción original solo se han conservado la portada y los primeros cuerpos de la torre. La historia de esta iglesia es una amalgama de construcciones y reconstrucciones de diferentes épocas, y en 1969 sufrió el colapso de su techumbre del siglo XVI.
El retablo mayor, que en ese entonces constaba de un banco, tres cuerpos con cinco calles y un ático, adornado con diversas esculturas y diez tableros pintados, fue desmontado y trasladado en varias ocasiones, primero a la iglesia parroquial de Santa María del Río, luego a la casa rectoral, y finalmente al edificio del Ayuntamiento, donde se mantuvo hasta su restauración entre 2011 y 2013.
En el año 2007, la iglesia recibió una subvención de 823.021 euros del programa 1% Cultural para consolidar sus ruinas, con el propósito de transformar el templo en un centro sociocultural. Dos años después, en 2009, el Consejo de Gobierno de la Junta de Castilla y León aprobó una subvención adicional de 120.000 euros destinada a la restauración de la torre.
Finalmente, en 2012, la iglesia reabrió sus puertas al culto después de completar su proceso de restauración, y como resultado de estos esfuerzos, se retiró de la Lista Roja en reconocimiento a la preservación de su legado histórico y cultural.
Menos suerte han corrido los siguientes dos edificios zamoranos que se incluyeron apenas un mes más tarde en esta Lista Roja. El 28 de enero de 2008 el convento de Nuestra Señora del Valle, en San Román del Valle; y el castillo de Castrotorafe, en San Cebrián de Castro pasaron a considerarse en ruinas. Ambos llevan desde hace 16 años en esta Lista Roja de Hispania Nostra sin que sus respectivos propietarios, el Arzobispado de Astorga y la Diputación de Zamora hayan conseguido rehabilitarlos.
En el caso del convento este goza de protección como Bien de Interés Cultural. En el siglo XIV fue un destacado centro franciscano que custodiaba la venerada imagen de Nuestra Señora del Valle y servía como el panteón de los primeros condes de Benavente, pero tuvo un destino lamentable después de su cierre. Tras la exclaustración, el convento fue desmantelado rápidamente, y sus piedras se utilizaron en la construcción de edificios en el pueblo.
La iglesia, por su parte, se mantuvo en pie hasta después de la primera mitad del siglo XX, pero ahora se encuentra en un estado de ruina progresiva. La falta de techo en la iglesia es evidente, y la nave está cubierta por los escombros de las bóvedas del siglo XVIII que se derrumbaron. A pesar de estas dificultades, los residentes del pueblo siguen haciendo esfuerzos continuos para mantener y limpiar lo que queda de este monumento religioso.
Sobre el castillo de Castrotorafe cabe destacar que en 1931 fue oficialmente designado como Monumento Histórico-Artístico, una distinción que lo incorporó al Tesoro Artístico Nacional. Esta categorización se llevó a cabo en conformidad con las disposiciones establecidas en la Ley 12/2002 de Patrimonio Cultural de Castilla y León, así como en la Ley 16/1985 de Patrimonio Histórico Español. Las ruinas del castillo, la ermita y las murallas del Despoblado están bajo la responsabilidad de la Diputación de Zamora, después de haber sido cedidas por el Estado con el propósito de asegurar su preservación.
La villa de Castrotorafe fue erigida a orillas del río Esla con el objetivo de fortalecer un punto estratégico para cruzar este cauce. Su importancia radicaba en su ubicación estratégica, sirviendo como un punto de conexión vital entre León, Castilla, Galicia y Portugal. Además, tenía un gran valor estratégico debido a su puente sobre el caudaloso río Esla, que era un vínculo fundamental entre Castilla y Galicia.
Su fundación data de 1129, cuando se le otorgó el Fuero de Zamora. Se erigió sobre un asentamiento previo que se cree que podría corresponder a la antigua mansión romana 'Vicus Acuarius', un núcleo de población ubicado en la Calzada romana de la Vía de la Plata (que conectaba Mérida con Astorga). Cincuenta años más tarde, la Orden de Santiago recibió el permiso para establecerse en la villa, y así permaneció hasta 1493.
Con el paso del tiempo, la fortaleza cayó en estado de deterioro, convirtiéndose en ruinas a finales del siglo XVII. Después de dos siglos y medio de abandono, las propias ruinas de Castrotorafe fueron declaradas Monumento Nacional en 1931.
En el año 2005, se llevaron a cabo trabajos de restauración, consolidación y excavación en el castillo de la villa, que se encontraba en un estado de progresiva decadencia. No obstante, no se abordó la consolidación de las murallas hasta 2009. Lamentablemente, debido a una falta de previsión en las primeras etapas de las obras de limpieza y en la construcción de un canal de drenaje, se produjo el derrumbe prácticamente total de uno de los cubos defensivos del castillo.
A este le acompañan ochos 34 monumentos ruinosos que se reparten a lo largo y ancho del territorio zamorano. Algunos de ellos desde hace 15 años como el convento de Nuestra Señora del Valle en San Román del Valle; el castillo de Alba de Aliste en la localidad de Castillo de Alba; el castillo de Alfaraz y la ermita de Santa María de Torremut, ambos en Alfaraz de Sayago; el convento franciscano de Nuestra Señora del Soto en Villanueva de Campeán; el castillo de Granucillo de Vidriales; o el castillo de Villalpando, que entró ya en 2009.
La Lista Roja de Patrimonio en Zamora sumó la mayor parte de sus edificios en los siguientes diez años cuando se alertó de su situación de ruina la iglesia de Sta. María de la Asunción de Quintanilla del Monte; la torre de la iglesia de Santa María de Mombuey; la iglesia de San Pedro de Villalpando; la iglesia de San Pedro del Olmo en Toro; el castillo de Peñausende; la iglesia parroquial de San Juan Bautista en Santibáñez de Vidriales; la iglesia parroquial de San Román del Valle; la iglesia de Santa María de Villaobispo de Vidriales; la iglesia de las Santas Justa y Rufina en Calzadilla de Tera; el priorato de San Salvador de Villaverde de Vidriales en San Pedro de la Viña; la iglesia de San Pedro de la Viña en Cabañas de Tera; la iglesia de Santa Marina en Tardemézar de Vidriales; y la iglesia de San Jorge en Carbajales de la Encomienda.
Aceñas de Gijón o el poblado del Salto de Castro
En los últimos años la Lista Roja ha seguido creciendo en la provincia de Zamora. Destacan especialmente dos construcciones muy importantes como son las Aceñas de Gijón, en Zamora capital; y el poblado del Salto de Castro, muy popular en los últimos tiempos por su venta fallida a un constructor toledano para, precisamente, restaurarlo como hotel rural.
En el caso de las Aceñas de Gijón, estas entraron en la lista en junio de 2019 por su "falta total de mantenimiento y la acumulación de troncos y ramas", según Hispania Nostra, que provoca que con las crecidas del río "puedan derrumbarse cualquier día" por los tajamares rotos y en grave riesgo, que presenta la construcción.
En este caso, desde 2008 la Confederación Hidrográfica del Duero es la propietaria del mismo y fueron sus obras para instalar un sistema con tubos lo que "perjudicó" su estructura. En este mismo 2023 y tras un proceso judicial, la CHD otorgó al Ayuntamiento de Zamora la concesión de aguas superficiales de las aceñas de Gijón para su rehabilitación para uso recreativo, con el objetivo de recuperar y revitalizar este patrimonio histórico y cultural para el turismo local.
Tras este reconocimiento, el Consistorio zamorano tiene un proyecto de recuperación elaborado por el arquitecto Pedro Lucas del Teso por importe de 631.000 euros y que ha obtenido una subvención del 50% a cargo de los fondos europeos.
Las Aceñas de Gijón son un conjunto histórico de molinos harineros que datan del siglo XII y que se encuentran en la ribera del río Duero, en la ciudad de Zamora. El entorno de las aceñas está protegido por el Plan General de Ordenación Urbana (PGOU) de la ciudad y cuenta con un gran valor histórico, cultural y turístico. La concesión de las aguas para su uso recreativo supone un paso importante para su recuperación y para que pueda salir de esta Lista Roja de Hispania Nostra.
El caso del poblado de Salto de Castro fue mucho más mediático tras publicarse el anuncio de su venta al completo en una inmobiliaria de lujo. Esto acabó llamando la atención de posibles compradores internacionales y el propio poblado acabó protagonizando hasta reportajes en televisión. En principio, el empresario toledano Óscar Torres lo adquirió por 300.000 euros, pero un grave problema de salud truncó sus deseos de convertir esta ruina en un complejo hotelero rural con gastos por valor de 4,4 millones de euros.
El poblado entró en la Lista Roja en octubre de 2021, dado su avanzado estado de deterioro y ruina progresiva. El lugar había sido vandalizado desde que fuera abandonado de forma definitiva en 1989, tras la marcha de los trabajadores de Iberdrola. Actualmente es propiedad de un hombre de 85 años, que lo compró allá por el año 2000 a Iberdrola con a intención de hacer un hotel rural, que nunca llegó a materializarse.
Este pueblo se construyó a mediados del siglo XX con la finalidad de proporcionar una vivienda y servicios a las familias de los obreros que trabajaban en la construcción de la presa de Castro y que se prolongó desde 1946 hasta 1952. El lugar cuenta con 44 viviendas, iglesia, hospedería, cuartel de la Guardia Civil, escuela y zonas deportivas.
Junto a estas dos construcciones civiles completan la lista de ruinas en la provincia la alcoholera de Santibáñez de Vidriales; la ermita de Humilladero en Villamor de Cadozos; el castillo y muralla de Belver de los Montes; el castillo y muralla de Castronuevo de los Arcos; la iglesia de San Martín de Molacillos; las ruinas Iglesia de San Salvador en Abezames; el convento de los Dominicos y la ermita de San Lorenzo, ambos en Tábara; la estación de ferrocarril de Castroverde de Campos; el edificio de viajeros de la estación de tren de Villanueva del Campo; la iglesia de Otero de Sariegos; y por último hace solo unos días, el palacio de Bustamante en Toro.
Monumentos que sí se recuperaron
Como señalábamos antes, el objetivo de Hispania Nostra es llamar la atención sobre la conservación del valioso patrimonio histórico y artístico de nuestro país. Y, en varias ocasiones, la inclusión en esta Lista Roja ha servido para que monumentos de Zamora fueran finalmente recuperados a tiempo, antes de desaparecer por completo, como con el templo recuperado en Castroverde de Campos.
En este caso, siete monumentos zamoranos volvieron a la vida tras su inclusión en la Lista Roja: la iglesia de San Nicolás en Castroverde de Campos; la iglesia de Santa María del Río también en Castroverde de Campos; la puerta de San Andrés o puerta de la Villa en Villalpando; la iglesia del Monasterio de San Salvador de Villacete en Belver de los Montes; y más recientemente el puente Mayor de Toro; el Alcázar de Toro y el palomar de Carrascal del Duero.
Entre ellos destacan los dos monumentos recuperados en Toro, de gran interés histórico y patrimonial para la ciudad. El Alcázar de Toro fue incluido en la Lista Roja de Patrimonio en 2014 debido a su avanzado estado de deterioro. De su estructura original, poco ha sobrevivido aparte de algunos muros, sillares y elementos arquitectónicos.
En el siglo XIX, dos alas del edificio se utilizaron como matadero municipal, pero más tarde se destinaron a una prisión para el partido judicial, adoptando un diseño similar al de otras cárceles de la época. En esta reestructuración, se ubicaron oficinas para el Juzgado de Instrucción en el ala principal, y se añadió un nuevo espacio en forma de rotonda para la capilla, desde la cual se distribuían patios previos a las celdas.
En posteriores reformas, se eliminaron los muros radiales de las celdas para crear un amplio patio. A lo largo de su historia, el edificio ha tenido diversos usos, como sede de asociaciones, instalaciones sanitarias y escuelas taller, entre otros.
Pero, el deterioro del Alcázar se evidenció sobre todo en 2012, cuando una parte del muro exterior colapsó debido a la falta de mantenimiento. Esto condujo a una intervención de urgencia para estabilizar esa sección, aunque otras áreas del monumento seguían en peligro.
Varios grupos municipales solicitaron entonces una solución definitiva para la preservación del patrimonio. Se han propuesto proyectos, como convertirlo en un Museo del Vino o un Centro de Interpretación, pero hasta el momento, ninguno se ha concretado.
En 2015, el Ayuntamiento de Toro comenzó una intervención en el monumento, y para 2016, Hispania Nostra retiró el Alcázar de la Lista Roja en reconocimiento de los esfuerzos realizados. En abril de ese año, se completaron obras de intervención parcial en el interior, creando un Centro de Interpretación de la ciudad, una sala de exposiciones, un espacio cedido a la Fundación Las Edades del Hombre para la exposición magna 'Aqua' y una nueva Oficina de Turismo.
Unos años más tarde, Toro también conseguía sacar de esta indeseable lista su puente Mayor. Esta construcción es un elemento crucial en la historia de la villa, ubicada junto al río Duero. La disposición del río frente a la ciudad proporcionó una defensa natural y estratégica. Aunque se creía que los romanos construyeron el puente, su origen se relaciona más con la época de repoblación de la villa bajo García I. Su forma actual data del período románico tardío, entre los siglos XII y XIII.
Este puente, junto con los de Simancas y Zamora, era uno de los pocos que cruzaban el Duero en su tramo medio, convirtiéndose en una vía esencial para viajeros y comercio. A lo largo de los siglos, el puente ha experimentado reparaciones y mejoras significativas, incluyendo trabajos a cargo de arquitectos destacados como Rodrigo Gil de Hontañón y Valentín Antonio de Mazarrasa.
En las Cortes de 1397, se otorgó a Toro la recaudación de un impuesto llamado la meaja para mantener y reparar el puente y las murallas. El puente también tuvo un papel importante en la guerra civil castellana tras la muerte de Enrique IV.
La estructura del puente tiene 19 arcos doblados y apuntados, pilas al estilo romano, cornisas y tajamares escalonados. Una muralla se conectaba desde el lado de la ciudad, mientras que al sur se encontraba una torre con una capilla. La torre se fortificó en la época de Felipe V y desapareció en el siglo XIX. Cerca de los 'Cinco Pilares, hay una 'bardada', un muro de contención construido después de 1545.
El estado de conservación del puente es lamentable, con erosión, vegetación descontrolada, fragmentación de partes y pérdida de muro perimetral. El entorno del puente también sufre degradación paisajística con problemas de encauzamiento del agua, formación de masas de agua estancada y acumulación de maleza.
El puente tiene un grado de protección legal como Bien de Interés Cultural, pero necesitaba una rehabilitación urgente que comenzó en 2017, con la fijación y colocación de nuevos sillares, la recuperación de los arcos y bóvedas en mal estado. La última intervención que buscaba la recuperación del tablero superior, fue interrumpida por la aparición de restos de un pavimento enlosado del siglo XIII y algunos vestigios de una antigua torre.