José Carlos, Berna y un bar de 41 años en un pueblo de Valladolid famoso por su sabrosa tortilla
El mimo y el más cuidado de los cariños son los dos ingredientes claves para que triunfe el sabor de una elaboración típicamente española
16 junio, 2024 07:00Noticias relacionadas
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Cigales es un municipio vallisoletano que se ubica a unos 13 kilómetros al Noroeste de la capital. Cuenta con una extensión de unos 61 kilómetros y en la actualidad registra, según los datos del Instituto Nacional de Estadística (INE) con 5.360 habitantes, que viven en un lugar privilegiado de la provincia de Valladolid.
Se trata de un lugar que atesora una gran tradición vinícola. Es la primera localidad de la Denominación de Origen Cigales y celebra una acción tradicional, como es la Feria del Vino y la Fiesta de la Vendimia, que pone en valor todo el encanto de un pueblo con el vino como protagonista y con miles de personas, tanto vecinos como forasteros, que brindan en el lugar con el mejor de los claretes.
Esta localidad vallisoletana también cuenta con un amplio número de bares y restaurantes que ponen en valor la importancia de la cocina tradicional, combinada con la mejor de las innovaciones y la vanguardia. Un equilibrio perfecto que hace que decenas de turistas, sobre todo los fines de semana, pongan de relieve la importancia del buen comer.
Uno de esos locales, tradicionales y que cuenta ya con 41 años de historia, es el Bar Avenida, que se ubica en la calle que lleva el mismo nombre. Lo apodan, “de forma cariñosa y sin saber realmente el porqué”, como nos confiesa José Carlos, el dueño del mismo, La Moncloa.
Charlamos con él para conocer la historia de un lugar que busca dar el mejor trato al comensal y que hace una tortilla que quita el sentido.
Un “currante” de los de toda la vida
“Me considero una persona normal. Un currante de toda la vida. He tenido que trabajar mucho y mucho duro para salir adelante a lo largo de toda mi vida, pero estoy feliz trabajando en mi bar e intentando dar lo mejor a todos los clientes que traspasan la puerta de mi establecimiento hostelero”, asegura, en declaraciones a EL ESPAÑOL de Castilla y León, José Carlos Domínguez Vallejo.
Él es un cigaleño de esos de los de toda la vida. Nació en el lugar hace 64 años y allí sigue. Le gusta el pueblo y, sobre todo, su día a día. Fue albañil hasta que sus padres, Felisa y Jaime, abrieron las puertas del bar “en una calle sin asfaltar y que no tenía nada”.
“A los 15 años empecé a trabajar en una fábrica de granito. Me operaron la rodilla por unos problemas y en 1983, cuando abrieron mis padres el negocio, decidí adentrarme en este mundo y ayudarles con todo”, confiesa nuestro protagonista.
Un bar familiar, en el que se puso al frente cuando sus padres se jubilaron y que cuenta con el cariño de todo un pueblo.
Bravas y una tortilla que quita el sentido
“Ahora estamos al frente mi mujer, Berna, mi hijo Javi y yo. Los inicios fueron duros hasta que fidelizas a la clientela. Son tiempos de trabajar el doble, pero, por suerte, todo nos fue bien y podemos seguir adelante”, confiesa nuestro entrevistado.
El bar cuenta con un espacio de 100 metros cuadrados, sumando la cocina y demás. Entre las especialidades, las patatas bravas, pero, sobre todo, su tortilla de patatas que es el mejor de los complementos ya sea a la hora del vermú, para almorzar o incluso para comer con un buen refresco, el mejor vino o una cerveza bien fresquita.
“Lo más solicitado en nuestro bar es la tortilla de patatas. Lleva huevo, patata y aceite. Sobre todo, destaca el cariño con el que lo hace mi mujer Berna. Sin ella no podría sacar el negocio adelante y es el pilar más importante, sin lugar a dudas, del negocio”, apunta nuestro entrevistado, ensalzando la labor de su mujer, con la que se casó en 1990.
Las partidas de por la tarde, con el Bar Avenida como lugar perfecto para echarlas, es otro de los puntos claves del negocio.
El futuro
“A mí me queda poquito para la jubilación. A mi mujer algo más. Sin embargo, mi intención es seguir, a un ritmo más pausado. No tengo ninguna intención de cerrar un bar y un negocio que me ha dado muchas satisfacciones a lo largo de la historia y del que estoy muy orgulloso”, añade José Carlos.
Un bar que abre a las 8.00 horas y cierra a las 22.00 pero que, en tiempos de fiestas, como serán las que lleguen en julio a Cigales con Santa Marina como protagonista, amplia su espectro en lo que al horario se refiere.
“El objetivo pasa por conseguir que el bar siga funcionando muchos años más. Que dure en el tiempo. También, disfrutar. Eso es algo muy importante y que debemos hacer día a día porque nunca sabemos lo que va a pasar”, finaliza José Carlos, con más razón que un santo.
Larga vida al Bar Avenida de Cigales.