La Policía libera a dos mujeres de un prostíbulo de Valladolid
Fueron engañadas para venir a España con la esperanza de un prometedor futuro laboral
11 mayo, 2024 10:53La Policía Nacional ha liberado a dos mujeres víctimas de una red de explotación sexual en la provincia de Valladolid, y ha detenido a su proxeneta, otra mujer que está acusada de un delito de trata de seres humanos, y que se aprovechó de la situación de precariedad económica y de vulnerabilidad de sus víctimas. Eran obligadas a no rechazar a ningún cliente y presionadas para trabajar más en un club de alterne de la provincia.
La liberación se ha desarrollado en el marco de la operación denominada Chamba, que inició sus investigaciones en diciembre del pasado año. Las víctimas habían sido captadas y engañadas en su país de origen por su explotadora, bajo la falsa promesa de un puesto de trabajo como “ganchos” para atraer clientes en un establecimiento hostelero para que consumieran bebidas alcohólicas. Ellas desconocían que su verdadero propósito era obligarlas a ejercer la prostitución en un conocido prostíbulo de Valladolid.
Así, en situación de necesidad y sin recursos económicos, fueron seducidas por su captora con la esperanza de prosperar en España. La ahora detenida costeó los billetes de avión y les dio dinero para cubrir el viaje, a la vez que gestionó las reservas de hotel como si fueran turistas y no levantar sospechas en la frontera.
Desde el instante en que aterrizaron en España fueron controladas por la mujer, que las trasladó personalmente al club de alterne. Fue en ese momento cuando fueron informadas la deuda que habían adquirido por el dinero prestado: 2.200 euros, que aumentaría “de forma exponencial” si incumplían las normas de pago impuestas por la proxeneta.
Ambas mujeres eran obligadas a ejercer la prostitución desde las 17.00 horas hasta la madrugada, y los fines de semana incluso sobrepasadas las 4.30 horas, y asumían además las tarifas fijadas por el club. La deuda se basaba en criterios subjetivos establecidos por la proxeneta, por lo que siempre aumentaba y las víctimas nunca llegaban a saldarla.
La vigilancia sobre ellas era total, ya que la explotadora vivía en el propio club, y les impedía salir del lugar fuera del horario establecido y que establecieran relaciones personales que pudieran facilitar su huida.