Buenos días, queridos millones de lectores de EL ESPAÑOL que vais a acompañarnos en directo durante las próximas cinco jornadas.
Excelentísimo señor presidente del Gobierno: es un honor contar de nuevo con su presencia en este acto inaugural. Excelentísimas autoridades, queridos amigos, señoras y señores.
El año pasado convocamos el primer “Wake Up, Spain!”, a modo de un gran Foro Económico Español, respondiendo a una calamidad excepcional que nuestra generación creía que no iba a vivir jamás.
La epidemia de la COVID 19 con su tremendo saldo mortal, su bloqueo de la vida cotidiana, sus devastadoras consecuencias económicas, aparecía como una especie de sucedáneo traumático de los conflictos bélicos del siglo XX.
Ya que, afortunadamente, no vamos a vivir la tragedia de una gran guerra, pensábamos entonces, afrontemos con entereza la catástrofe que supone una pandemia. ¡Ingenuos de nosotros! Aún no hemos terminado de doblegar la pandemia y ya estamos inmersos en la gran guerra.
Seguro que los gobernantes de las democracias, entre ellos nuestro presidente, han debido de tener, por segunda vez en muy poco tiempo, la misma sensación desalentadora que aquellos marinos del cuento de las Mil y una Noches que navegaban en sus bajeles con un rumbo establecido y de repente topaban con la Montaña Imantada.
Al acercarse, todos los clavos y remaches se desprendían y el barco se desencuadernaba por la fuerza magnética de aquel obstáculo imprevisto. Reparaban y afianzaban el barco como podían, pero, de nuevo, la Montaña Imantada se cruzaba en su camino y todo volvía a desarbolarse.
Algo así ha sucedido con las previsiones macroeconómicas, los planes de crecimiento y en general los proyectos políticos de este bienio.
El imán de los acontecimientos, “la forza del destino”, ha engullido vidas, ha destruido empleos y ya nos está empobreciendo a todos. Tanto en 2020, como ahora en 2022, hemos estado al borde del naufragio, hemos debido mantener la nave a flote y repararla en medio del oleaje.
El campo de batalla está en el otro extremo de Europa, pero la guerra de Ucrania toca todos los días a nuestra puerta a través de imágenes que nos conmueven, subidas de precios que nos castigan y refugiados a los que necesitamos acoger.
El imán de los acontecimientos, “la forza del destino”, ha engullido vidas, ha destruido empleos y ya nos está empobreciendo a todos.
Vivimos en un tiempo turbulento. La llegada y avance del siglo XXI no sólo no ha supuesto el fin de la Historia, sino que ha agravado algunos sus peores ingredientes.
Mientras asistimos con angustia al martirio de Mariupol o al cerco de Odesa, a las niñas de Afganistán se las niega el mero acceso a la enseñanza hasta que unos clérigos resuelvan cual es la indumentaria adecuada para anular su identidad.
Entre tanto los glaciares se deshielan, los bosques son esquilmados y las emisiones tóxicas continúan. Millones de seres humanos pasan hambre, carecen de agua potable o viven al albur de los zarpazos de la naturaleza.
Pero en este entorno hostil, en el que los problemas de la globalización no han encontrado aun las soluciones adecuadas a través de instituciones globales eficientes, también operan, como diría Pinker, nuestros “mejores ángeles” y la Humanidad promueve sin desmayo los Objetivos de Desarrollo Sostenible que todos los gobiernos democráticos han asumido como suyos.
El desarrollo y la sostenibilidad han dejado de yuxtaponerse para convertirse en aliados. Su fusión requiere, eso sí, de un aprendizaje que en gran medida pasa por la digitalización de nuestras actividades.
Habíamos perfilado el lema de este segundo “Wake Up, Spain!” en torno a esos tres pilares, cuando lo ocurrido en Ucrania nos impulsó a completarlos con un cuarto: “Aprendizaje, crecimiento y sostenibilidad en la Europa solidaria”.
Y al hablar de la “Europa solidaria”, nos referimos tanto a la respuesta institucional que va desde la Comisión Europea hasta el último ayuntamiento que ha colocado la bandera ucraniana en su balcón, como al vendaval de empatía que moviliza a tantos voluntarios para acudir al rescate hasta el mismo borde de la contienda, como si se tratara de las playas de Dunkerque.
Los problemas de la globalización no han encontrado aún las soluciones adecuadas a través de instituciones globales eficientes.
Ya lo advertí el año pasado. “Wake Up, Spain!” no es un foro de debate político, ni de discusión académica. Es una llamada a la acción a través de un ámbito de encuentro.
Todos los políticos convocados, sean miembros del gobierno, presidentes autonómicos, presidentes de diputación o alcaldes, acuden como cargos públicos con capacidad de tomar decisiones y presupuesto para ejecutarlas. Todos los dirigentes empresariales también reúnen esa doble condición en los más diversos sectores.
La conjunción de esos altos cargos y de esos presidentes y CEOS de las principales compañías supone la mejor expresión posible de la colaboración público-privada.
No sólo en el plano de las ideas, sino en el de los concursos convocados, los proyectos adjudicados y las obras consumadas.
Si el año pasado los fondos Next Generation eran una expectativa al alcance de la mano, ahora han empezado a ser una realidad contante y sonante. De ahí la importancia que en nuestro programa, perfilado de nuevo entorno a los cuatro ejes del Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia del Gobierno, van a adquirir este año los Proyectos Estratégicos impulsados bajo las siglas PERTE.
El éxito de nuestra primera convocatoria, con casi 150 ponentes de altísimo nivel a lo largo de cuatro intensas jornadas, fue tal que pronto se empezó a hablar de este foro como el “Davos español”.
Este año hemos aceptado el desafío de superarnos a nosotros mismos. Tanto en términos cuantitativos –al ampliar el evento a un quinto día nos acercaremos a las doscientas intervenciones- como sobre todo cualitativos. Desde este punto de vista, quizá lo más relevante sea la participación de muy altos ejecutivos de grandes multinacionales interesadas en apostar por España. Unos estarán físicamente con nosotros, otros intervendrán desde Sillicon Valley o Nueva York.
Su propia respuesta afirmativa a esta convocatoria es una prueba del potencial de nuestro país, como democracia consolidada provista de grandes ventajas competitivas. Todas ellas están quedando potenciadas por el trascendental resurgir de la Unión Europea, justo cuando su propia viabilidad había sido puesta en cuestión por la crisis financiera, el Bréxit y los populismos.
“Wake Up, Spain!” no es un foro de debate político, ni de discusión académica. Es una llamada a la acción.
Por dos veces en dos años, Europa ha estado a la altura de las circunstancias: en 2020 gestionando la compra conjunta de vacunas e impulsando los fondos Next Generation mediante la primera mutualización de deuda de su historia. En 2022, hablando con una sola voz tras la invasión de Ucrania y poniendo en marcha el embrión del Ejército Europeo.
La familia que se endeuda unida permanece unida y por supuesto la familia que se defiende unida permanece unida. Esta es una lección que para España tiene también traducción interna.
Es significativo que, en paralelo a la lucha sin cuartel contra la pandemia, mediante la cogobernanza entre el Gobierno y las Comunidades, en paralelo al éxito de la vacunación gracias a la capilaridad del Estado autonómico, esté remitiendo la inflamación separatista en Cataluña.
Y es muy significativo también que, a diferencia de lo que ocurrió con los grandes conflictos del siglo XX, la inmensa mayoría de los españoles tengamos la misma opinión y estemos del mismo lado en la guerra de Ucrania.
Ahora no hay aliadófilos y partidarios de los imperios centrales, como en la Primera Guerra Mundial; ni simpatizantes del Eje y de las democracias atlánticas como en la Segunda Guerra Mundial; ni pronorteamericanos y antiimperialistas, como en la guerra de Vietnam.
La abrumadora decantación de los españoles señalando a Putin como el bárbaro agresor, el criminal que antes o después tendrá que responder de sus actos, y abrazando a Ucrania, como víctima digna del máximo apoyo, es todo un síntoma de que en nuestra sociedad se han forjado consensos profundos que prevalecen sobre las reyertas políticas.
La renovación del liderazgo del Partido Popular, las urgencias para paliar el impacto de la subida de precios y la necesidad de alcanzar ese “pacto de rentas” en el que todos perdamos algo a corto plazo para ganar mucho a medio, son factores que deberían confluir de inmediato en grandes pactos de Estado contra la crisis. Como alegó uno de nuestros mejores empresarios en el Foro Económico de Andalucía, “para que haya un Next debe haber antes un Today”.
Es muy significativo también que la inmensa mayoría de los españoles estemos del mismo lado en la guerra de Ucrania.
El tiempo apremia. Europa se ha despertado y España debe seguir haciéndolo. Las posibilidades de una España cohesionada por el aprendizaje, el crecimiento y la sostenibilidad, en una Europa cada día más federal y articulada, son inmensas.
La Unión Europea es nuestro hábitat natural y así lo ha entendido el presidente Sánchez predicando con el ejemplo de sus viajes preparatorios del último Consejo Europeo. Muchos nos sentimos identificados, señor presidente, cuando reivindica el orgullo y el patriotismo europeos.
También lo han entendido los agentes sociales que han sido capaces de pactar la reforma laboral en sintonía con las recomendaciones de Bruselas. Y por supuesto nuestras grandes empresas que alinean sus estrategias con las líneas maestras del crecimiento europeo.
Estos son los mimbres de nuestro segundo Wake Up, Spain! impulsado desde EL ESPAÑOL, Invertia y D+I con la intensa dedicación de nuestra directora general Mamen Vázquez, nuestra directora de Eventos María Luisa Rodríguez Bello, nuestro director comercial Jesús Doncel y nuestros brillantes alfiles periodísticos Arturo Criado, Rafael Navarro y Miguel Elizondo.
De nuevo EY, liderada por Federico Linares y Microsoft, con Alberto Granados al frente, pero también este año Oesía, encabezada por Luis Furnells, han contribuido notablemente al programa como partners especiales. Ellos, junto con el resto del centenar de empresas asociadas al proyecto, han hecho posible la continuidad y el crecimiento de “Wake Up, Spain!”
Es en las adversidades cuando se forja el carácter de las personas, de las empresas y de los gobiernos. El devenir histórico se mimetiza demasiadas veces en esa montaña imantada que fascinaba tanto a Dickens como a Borges. Life happens. Es el “fuste torcido de la Humanidad”, que decía Isaiah Berlin, el que se manifiesta. La peor cara de la vida sale entonces al encuentro tanto para los gobernantes como para los gobernados.
Pero los buenos armadores, los buenos pilotos, marineros y grumetes son los que afrontan los desafíos del destino, superan cada contratiempo, recomponen el navío, rehacen los planes de navegación y perseveran en el viaje, perseveran en el transporte, perseveran en el comercio, mantienen el empleo, mantienen la producción, mantienen el suministro y reactivan todos sus sueños. Antes o después, al despertar juntos, al levantarse unidos, comprobarán que el océano se abre para ellos.
Wake Up, Spain! Digámoslo otra vez. Hagámoslo otra vez. Levantémonos juntos.