La paella de Puente, el cóctel de Mónica García y la inversión de Margarita: ¿Wake Up o bricomanía?
Era este miércoles el cumple de Almeida: 49 palos. De haber estado, habría sido una verdadera fiesta sorpresa.
Esto es lo que pudo haber sido y lo que la luna de miel no dejó ser: auditorio a oscuras de la Casa de América. De pronto, salen de una esquina Óscar Puente, Mónica García y Margarita Robles gritando... "¡Felicidades!". Y después se unen Carlos Mazón y María José Catalá para que haya algún amigo.
Pero Almeida estaba en las Maldivas al comenzar la tercera jornada del Wake Up. Nos decía Mazón, el presidente de la Comunidad Valenciana, mientras le microfonaban: "Nosotros aquí y Almeida, que no le gustan los chiringuitos, en un chiringuito". Almeida, rebozado en arena, hundido por la derrota de su Atleti.
Inmaculada Sanz, su segunda y actual alcaldesa en funciones, nos contó que "el jefe" se ha apuntado en las islas a un curso inmersivo de bailes de salón. Y tras verlo con el chotis en su boda nos lo creímos. Un hombre enamorado es capaz de todo.
Venía algo compungido Mazón porque se estaban cumpliendo 51 años de la muerte de Nino Bravo. Un colaborador del Ayuntamiento de Madrid cuyo nombre no revelamos con el objetivo de preservar su empleo nos desvelaba que Almeida sigue en la luna, pero que ya está con el móvil enviando mensajes, "dando el coñazo".
"¿Qué quieres? No le gusta la playa y está en las Maldivas. Le pega el sol y se pone como un tomate. Y encima no le gusta la comida rara".
A nosotros, los de la Barra, nos gustan los foros raros. Por eso el miércoles fue un regalo. El Wake UP resulta un lugar donde se aprenden muchas cosas, pero suelen ser cosas más propias del intelecto. Uno sale de aquí con traje, mocasines y capacidad para dar conferencias sobre inteligencia artificial.
Este miércoles, sin embargo, salimos con capacidad para practicar el hedonismo que nos es propio. Los ministros y presidentes autonómicos, en una versión inédita, nos enseñaron a hacer paella, a drogarnos con mucha salud y a cantar. Parecía Bricomanía por el tono tan práctico de las intervenciones.
Conviene empezar por Óscar Puente. Nos anticipaban a la entrada que el ministro "no iba a hacer lo que se espera de él". Pero, al poco de saludarlo, nos enseñó a manejar el fuego. A avivarlo, a utilizarlo. El Wake Up no está pagado. Aprender a hacer fuego con Óscar Puente.
María José Catalá, la alcaldesa de Valencia, había pasado por el escenario un poco antes que él. Siendo del PP, habló bien de Puente, de su "cordialidad", de su capacidad para el acuerdo. Y los de la Barra no le habíamos echado nada en la bebida.
Entonces, cuando vimos a Puente, se lo dijimos: "Jode, ministro, ¡cómo hablan de usted en el PP de Valencia!". Y nos contó lo del fuego. Puente maneja muy bien el fuego no sólo en Twitter, sino también en la cocina.
Resulta que un día participó en el Turia en un concurso de paellas. Probó las demás y creyó que no había ninguna como la suya. Testigos de aquel día –de otros partidos– confirman que Puente de veras se maneja con la paella.
Nos dio algunos consejos. El fuego –dictó Puente– debe distribuirse "por todas partes", no sólo por el centro. Puente apuesta por las vitrocerámicas que lo calientan todo. Sólo así puede cocinarse una buena paella.
Le preguntó su presentador si podía describirlo como "plato fuerte del día". A él, al ministro, no a la paella. Y Puente, que siempre tiene la mano en el revólver, le preguntó muy divertido: "¿Me estás llamando fondoncillo?". Por si caso, el periodista que EL ESPAÑOL puso a entrevistar a Puente se apellida "Ortega Socorro".
"Fondoncillo", lo dejamos aquí anotado, para el listado de insultos. Maldita sea, Socorro.
Venía Puente a hablar de fuego, pero no a hacer fuego. De hecho, llegó a decir: "Últimamente, estoy un poco flojo con los tuits". Pero pronto recuperó tono: cargó contra los operadores privados de los trenes por competir de manera insana con Renfe. Puente, día de Champions, lo dijo con unos calcetines negros con trenes amarillos dibujados.
El momento cumbre de su intervención llegó al final, cuando sonó en el auditorio la palabra Bildu. Le preguntó Socorro por las palabras del candidato Otxandiano, que se negó a etiquetar a ETA como "grupo terrorista".
"Bildu es para mí una gran decepción", dijo el ministro. Creyó en ellos, en su "proceso", "bienintencionadamente y de buena fe". Hasta esta semana. "Difícilmente podemos tenerlos como un socio estable". Eso nos dicen a los de la Barra en el Wake Up. Pero nos acaban invitando igual que el Gobierno acaba invitando a Bildu.
La mañana fue de movilidad, un tema muy serio. España tiene buenos gestores en la materia porque son gestores aburridos. El director gerente de la EMT, Alfonso Sánchez, se nos apareció como ejemplo paradigmático de que la sobriedad lleva a la buena gestión. Parecía un director general de la UCD. Y los datos son buenos.
Estamos de enhorabuena. La derecha ya no renuncia a la bandera de la movilidad sostenible, de las peatonalizaciones. Lo apuntamos aquí porque nos lo dijeron un par de empresarios muy de derechas. Ojo al dato, que diría García: en Londres hay 700 bicis eléctricas públicas y en Madrid unas 7.000.
Volvamos al fuego. Carlos Mazón, el valenciano, ya estaba moreno el cab...campeón. Nos dijo que llegaba con la música incorporada y nos enseñó a adaptar el discurso al refranero. Por ejemplo, se suele decir: "Es el chocolate del loro". Mazón, para reflejar su liberalismo, contó: "En la Comunidad Valenciana tenemos muchos menos loros comiendo menos chocolate".
Trabajar para Mazón debe de ser terrible. Nos lo dijo él mismo: "Soy muy perfeccionista. De verdad, mucho, ¿eh?". Le preguntó un amigo: "¿Todo bien?". Respondió: "Claro que no. Es metafísicamente imposible".
En Valencia, los loros comen menos chocolate. Llegó Mónica García y nos dio un truco para no fumar chocolate. Tanto nos interesó que los de la Barra perseguimos a la ministra de Sanidad por las escaleras para que nos lo recetara.
"Miren, se trata de combinar el ibuprofeno con el paracetamol. Tómenlos de manera alterna cada cuatro horas. Primero ibuprofeno, a las cuatro horas paracetamol, y así sucesivamente. Juntos, hacen un efecto sinérgico. Solo para dolores fuertes, ¿eh?". Y salimos un rato a la farmacia, que llevábamos tres días de Wake Up y todavía quedan dos. Mónica García empleó ese consejo bricomaniaco como metáfora de la necesidad de una buena colaboración público-privada.
Nos despedimos en la puerta. Menos mal que no había nadie echando un piti. Mónica nos recordó que el tabaco puede causar hasta 16 tumores de los recogidos en la bibliografía.