Con los primeros días de frío se da por iniciada la temporada de castañas. Un delicioso fruto seco que, sin embargo, se puede convertir en desafío que te deje los dedos destrozados, ya que su cáscara externa y la fina piel interna resultan difíciles de quitar.

[El sencillo truco para saber si las castañas están malas o tienen gusanos]

Las castañas son una excelente fuente de nutrientes esenciales, como vitaminas del complejo B, vitamina C, vitamina E, magnesio, fósforo y potasio. También contienen pequeñas cantidades de hierro y zinc.

Además, son una buena fuente de fibra dietética, lo que favorece la salud digestiva al promover el movimiento regular del intestino y prevenir el estreñimiento. Eso sí, hay que comerlas con moderación porque son altas en calorías debido a su contenido de carbohidratos, aunque, eso sí, son bajas en grasas saturadas y no contienen colesterol.

Ahora, con este truco, no habrá castaña que se te resista.

El primer paso: realizar cortes precisos

Antes de ponerlas a asar, es fundamental realizar pequeños y precisos cortes en cada una de las castañas. Este paso es crucial para evitar que las castañas exploten durante el asado y, al mismo tiempo, facilita el pelado posterior.

Comienza lavando las castañas para eliminar cualquier residuo de suciedad o polvo. Un enjuague rápido bajo agua corriente debería ser suficiente.

Después, coloca las castañas sobre una superficie plana para hacer los cortes. Es necesario un corte limpio en la parte superior de cada castaña. Utiliza un cuchillo afilado y coloca cada castaña sobre una superficie plana para evitar movimientos bruscos.

Con un cuchillo bien afilado, efectúa un corte en forma de cruz en la parte superior de cada castaña. Este corte permitirá que el calor penetre en la castaña durante el proceso de asado, evitando así que puedan explotar en el horno.



Después, para suavizar la cáscara y la piel interna, llena un recipiente con agua y sumerge las castañas en él. Deja que las castañas se remojen durante aproximadamente 15 minutos. Este proceso ayuda a ablandar la cáscara y la fina piel interior.

Momento de meterlas al horno

El asado en el horno es una parte esencial de este método, ya que el calor ayudará a abrir la cáscara y a que las castañas estén listas para ser peladas. Ajusta la temperatura a unos 200 grados Celsius y asegúrate de que esté completamente precalentado antes de colocar las castañas.

Coloca las castañas en una bandeja para horno, con el corte hacia la parte de arriba. Introduce la bandeja en el horno precalentado y deja que las castañas se asen durante aproximadamente 15-20 minutos.

Este tiempo puede variar según el horno, así que verifica las castañas periódicamente. Deberían estar listas cuando la cáscara se haya abierto y la pulpa interna esté tierna.

La clave: pelarlas mientras están calientes

Las castañas son más fáciles de pelar cuando están calientes. Una vez que estén asadas, retira la bandeja del horno y deja que las castañas se enfríen lo suficiente para poder manipularlas, pero asegúrate de que aún estén calientes.

Utiliza un cuchillo pequeño o tus dedos para pelar la cáscara y la fina piel interna de las castañas. El calor residual facilitará el pelado. Si encuentras alguna castaña difícil de pelar, puedes regresarla al horno para asarla un poco más.