"Vivimos en una sociedad con prisas, en la que consideramos que cuanto antes haga un niño algo, mejor". Así de contundente se muestra la psicóloga Laura Estremera en las primeras líneas de su libro Criar con apego seguro (Ariel, 2023). En él, reivindica "la construcción de vínculos de apego seguros —el buen trato que recibe la infancia en esas interacciones cotidianas, el respeto a sus ritmos y necesidades, el modo de acompañar las emociones…—" y cómo esto contribuye al bienestar presente y futuro de los más pequeños.
Y es que el futuro, explica la psicóloga en el libro, depende del hoy. En eso es en lo que debemos fijarnos cuando queremos criar con apego. "Nosotros como adultos, en nuestro acompañamiento diario, en las interacciones cotidianas, no solo cuidamos a los niños y niñas que son hoy, sino que también sembramos las semillas para el mañana", escribe. Por eso, el cómo se eduque en las primeras etapas de la vida será esencial para que esa persona viva una vida plena.
El libro de Estremera es, por tanto, un manual para aprender a relacionarnos con los más pequeños en todas las etapas de crecimiento. Estas son algunas de las claves que podrás encontrar en esta guía para acompañar a los niños y niñas en su proceso de maduración.
Necesidades vs. deseos
"Atenderlas", "comprenderlas" y "darles respuesta". Eso es lo que, según Estremera, hay que hacer con las necesidades —que no deseos— de los más pequeños. La psicóloga escribe que "para que se dé un desarrollo adecuado y armónico, con una adecuada salud mental, el ser humano requiere de una serie de elementos […], las necesidades".
Las necesidades no están solo presentes en la infancia, pero en esa época de crecimiento son vitales. "Son imprescindibles e innegociables" para la vida, afirma la experta. Y la labor de los adultos es "interpretarlas", pues los niños no siempre van a saber expresarlas.
Ojo, no hay que confundir necesidades con deseos. Estos últimos, cuenta Estremera en su libro, no son imprescindibles para vivir o "para un desarrollo armónico". Una necesidad sería, por ejemplo, las fisiológicas, como comer, dormir, estar limpios o beber. Y no quedarse un rato más en el parque o comerse un helado. Estos últimos serían deseos.
A nivel emocional, las necesidades, cuenta la psicóloga, serían de seguridad y estabilidad, de vínculo, de apego seguro, de pertenencia, de amor, de atención o de límites. La autonomía también sería otra cara del apego seguro y, por tanto, de las necesidades de los niños. Eso sí, entendida como que haya "adultos disponibles cuando los necesitan".
Además, los niños también necesitan moverse, explorar y aprender equivocándose, y sobre todo socializar.
¿Modo crecimiento o modo coraza?
Para desarrollarse en el plano afectivo, los niños necesitan amor. Pero este, por sí solo, no es suficiente, según Estremera. Los adultos tenemos que ser capaces de "escuchar a los pequeños y sintonizar con lo que necesitan". Y son los cuidados los que lo transmiten.
La estructura, la predictibilidad y la seguridad son también clave. Desarrollarse en modo crecimiento es, por tanto, vital. "Esto significa que podrán mostrarse tal y como son, con un esqueleto (afectivo) sólido que los sostenga, que les permita conectar con sus necesidades y sentirse seguros", escribe la psicóloga. Lo contrario sería desarrollarse en modo coraza, es decir, ocultando su verdadero ser y sus necesidades.
Límites y emociones
"Todas las emociones tienen un sentido y, por lo tanto, son válidas y merecen ser escuchadas y aceptadas", explica la experta en el libro. Eso no quiere decir que estemos de acuerdo con las manifestaciones de esas emociones (un empujón, por ejemplo), pero sí debemos tener en cuenta la emoción que pudiese haber detrás (la ira, siguiendo con el ejemplo).
"Aceptar las emociones de los demás, lo que conocemos como 'validar', abre un espacio de intimidad emocional, de comunicación y de amor incondicional, de sentir que los otros nos entienden, que es válido expresarse". Todo eso es esencial para desarrollar ese vínculo de apego seguro.
Pero no todo vale, y por eso los límites también son esenciales. Estos, explica la psicóloga, "cuidan a los niños". Pero los límites "no son limitaciones". Estas "frenan y detienen el desarrollo". Los límites lo que producen son estructura, una, además, que "nos da seguridad y nos permite disfrutar".
Conflicto y comunicación
En el día a día, cuando se produce un conflicto, la psicóloga recomienda que tengamos en cuenta el clima en el que se desarrolla. "Por muy buenas intenciones que tengamos, si a través de nuestras palabras, gestos…, los niños perciben que los juzgamos o que no los aceptamos, el ambiente estará cerrado a la comunicación", escribe.
El juego
Estremera le da al juego una importancia central en su libro. Y es que con este se expresan las emociones y se desarrollan las personalidades. Y plantea el juego libre como clave para practicar el apego seguro. Porque es su medio de expresión con el que imaginan el mundo, pero también replican lo que ven.
"Cuando los niños juegan, crean su mundo propio, reformulan la historia, transforman lo que ocurrió, añaden o eliminan elementos, hacen aparecer sus fortalezas y sus mecanismos de resiliencia, dan un final diferente a la vivencia, etc.", escribe la psicóloga. El juego libre les da sensación de control y es la manera más sincera de conocerlos.
Las pantallas
"Los niños aprenden y se desarrollan no desde las tecnologías, sino desde la vivencia directa, utilizando el juego como medio de descubrimiento, comprensión y elaboración, y a una velocidad que sí pueden procesar y que dista de la que ofrecen los dispositivos electrónicos". Por eso, Estremera sigue la máxima "encended las pantallas y se apagarán los niños".
Lo cual no quiere decir que la tecnología no sea útil. Sin embargo, argumenta, es mejor dejar a los niños ser niños y que jueguen y exploren el mundo moviéndose.