Experimentar una vida sin presiones es un concepto relativo, ya que nuestras condiciones de vida, especialmente las laborales, nos llevan a requerir cierto grado de presión. Asimismo, existe una distinción entre el estrés que percibimos como beneficioso y aquel que consideramos perjudicial.
Tanto la falta de estrés como un exceso de este pueden tener consecuencias negativas. Para ilustrar, desempeñar tareas monótonas puede generar un estrés perjudicial, mientras que no experimentar ninguna activación (estrés) ante situaciones como un examen también resultaría desfavorable.
Así que en cuestión de estrés o en cuestión de presión, todo depende del nivel de presión que podamos asumir o al que podamos responder.
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El problema no es tanto el estrés, sino nuestras capacidades para responder a él y que cuando lo necesitemos activar tengamos los recursos y la energía suficiente.
Hay trabajos de mucha carga y mucho estrés. De hecho se mide. En estos casos lo llamamos carga emocional del trabajo o carga.
No solo hay carga física, sino que hay carga emocional y también carga mental del trabajo. Y eso tiene que ver con el nivel de presión, de estrés, que puede tener el trabajo y la preparación que vayamos a poder tener ante él.
Por lo tanto, prepararse para la presión es encontrar la justa medida y tener las habilidades para responder a ella.
Tres dimensiones
Una pauta que debemos entender es que el estrés activa tres dimensiones sobre nosotros: siempre activa los pensamientos, los sentimientos y a nuestro cuerpo. Por ejemplo, los bomberos suele manejar muy bien la sobrecarga de estrés físico. Tienen un gimnasio y hacen actividad deportiva. Los psicólogos a veces manejamos mejor la actividad o el estrés psicológico, pero menos el físico.
Por tanto, para convivir con el estrés, vamos a tener que intentar cuidar esos tres vasos que van a ir llenándose.
Si tenemos estrés, hay que trabajar cómo canalizarlo. Si ese estrés es emocional o mental, hay que también canalizar lo físico porque nuestro cuerpo responde a todo.
También tenemos que saber con cuánto nivel de estrés estamos, si estamos entrenados para soportarlo o queremos aguantarlo. El umbral debería ser aquel que sepamos manejar de manera adecuada y para el que tengamos los recursos.
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Entrenar el estrés
El estrés se puede entrenar, por eso, por ejemplo, se hace psicología deportiva con los grandes jugadores o con los grandes deportistas para que aprendan a manejar esa presión. Se hace, entre otras cosas, con visualizaciones de lo que va a ocurrir y con la presión del público.
Además, por ejemplo, cuando se evalúa en recursos humanos, si alguien está preparado para el estrés que requerirá su puesto, se hacen simulaciones.
Uno se puede preparar para la presión conociendo cuál es la pauta, qué nos va a pasar y cómo vamos a manejarlo.
¿Se puede medir?
El estrés se puede medir, sin duda hay multitud de cuestionarios que lo miden y que lo evalúan y que estudian las dimensiones y sus distintas consecuencias.
Esto es aplicable tanto al estrés puntual como al ligado a una situación traumática. Incluso hay un trastorno para determinar si no rompemos en esta situación traumática, el trastorno de estrés traumático, y hay cuestionarios, evaluación clínica y síntomas para medirlo.
También se puede medir el estrés crónico, que en muchos casos deriva en casos de burn out o de fatiga crónica, de fatiga emocional.
Como signos para medirlo e identificarlo en conductas indirectas como las enfermedades psicosomáticas, muy clásicamente ligadas al estrés, aparecen el dolor de tripa, las úlceras, la hipertensión, los dolores de corazón, los insomnios, los problemas para dormir. Todo esto son manifestaciones físicas de un estrés mal resuelto en nuestro cuerpo.
En todos los casos se puede evaluar y se puede medir con entrevistas y con cuestionarios. Se puede estudiar y cuantificar también mediante la representación de situaciones, viendo cómo responde la persona a estas.
Se puede establecer también si estamos ante una situación clínica o preocupante, o si estamos ante una situación que puede manejarse, pero que se deba prever. Prevenirse.
En suma, se puede prevenir la situación de estrés. Se debe entrenar cómo responder a la situación de estrés, este va a ser un elemento clave para poder funcionar.
Como el estrés se puede medir, se puede entrenar, trabajar y educar sobre ello.
*Guillermo Fouce (@Gfouce) es doctor en Psicología. Profesor de Honor en la UC3M. Profesor de Psicología en la Universidad Complutense de Madrid. Presidente de Psicología sin Fronteras.