Tomarse una cerveza, una copa de vino o un vasito de güisqui antes de irse a la cama suena ideal. Los que lo hacen piensan: "Así dormiré como un niño". "Si bien a priori se constata que mejora la conciliación, la consecuencia es que el sueño es menos profundo durante el resto de la noche", explica la doctora Carla Estivill, directora y responsable de investigación en la Fundación Estivill Sueño.
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"Es muy mal hábito", reitera. Durante el sueño, el alcohol —sea cual sea la cantidad— impide que el cerebro libere vasopresina, una sustancia que activa los riñones para que reabsorban agua. En su lugar, la bebida alcohólica discurre hacia la vejiga, y la mayoría acaba siendo metabolizado por el hígado, por eso se necesita ir más veces al baño. No obstante, hay cierta cantidad que sigue fluyendo en la corriente sanguínea. Este acto también puede producir un dolor localizado en el centro de la cabeza o cefalea.
El alcohol está relacionado con un mayor riesgo de apnea del sueño, un trastorno caracterizado por una respiración anormal y la pérdida temporal de la respiración durante el sueño. Algunos estudios apuntan al alcohol como factor degenerativo de la situación de apnea del sueño: provoca que los músculos de la garganta se relajen, lo cual crea más resistencia durante la respiración. Además, puede degenerar en un sueño con más ronquidos, o incluso en apnea obstructiva del sueño.
Más rápido, pero peor
El alcohol es un depresor del sistema nervioso central, aumenta los niveles de la adenosina, una sustancia que puede alterar los niveles de somnolencia. Las sustancias sedantes, como el alcohol, ralentizan la actividad cerebral y pueden hacer que se sienta relajado. Esto puede permitirle conciliar el sueño más rápidamente, pero puede afectar en gran medida a la calidad del mismo."Por mucho que te duermas rápido, vas a tener un sueño de mala calidad", advierte la doctora Estivill.
En estos casos, "predomina mucho más el sueño superficial". La especialista del sueño se refiere a la primera de las cuatro fases del sueño. Para comprenderlas, lo mejor es establecer una metáfora de la escalera en la cual las distintas etapas —el sueño superficial, el intermedio, el profundo y el REM— serían los peldaños. Y mientras se duerme se van subiendo y bajando.
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"El sueño profundo, que se sitúa entre las fases 3 y 4, no se produce", señala Estivill. Es durante esta etapa cuando nuestro cuerpo se repara y verdaderamente descansa. La doctora declara que en consulta ha atendido algún caso de problema de sueño inducido por el consumo abusivo de alcohol antes de dormir.
De acuerdo con el portal especializado en salud Verywellhealth, el consumo de alcohol momentos antes de acostarse puede provocar disrupciones en la calidad del sueño y algunos episodios de despertares frecuentes, sudores nocturnos, pesadillas, dolores de cabeza y, en caso de beber grandes cantidades, puede alterar los niveles de melatonina, la hormona que regula el sueño.
La fase REM, cuando el cerebro está más activo y los globos oculares se mueven, puede ser potencialmente suprimida por el alcohol. A esta etapa del sueño se le atribuyen algunas funciones importantes como soñar, aprender y procesar la memoria.
Por eso, desde Verywellhealth recomiendan "esperar a que tu cuerpo procese completamente el alcohol antes de irte a la cama" y esto se aplica a todos los casos: tanto si has bebido una copita como si te has bebido 'hasta el agua de los floreros'. Se puede llegar a dar un desequilibrio entre el sueño de ondas lentas y el sueño REM, lo que disminuye la calidad general del sueño, acorta su duración y provoca más interrupciones.